Opinión

De la inflación a la acción: el boom de las inversiones digitales en la clase media argentina

La inflación argentina ha generado un escenario en el que surge un nuevo hábito financiero, dando paso a una clase media que invierte, diversifica y transforma su relación con el dinero.

Inversiones. Foto: Pixabay

Vivir en Argentina implica una experiencia única. El fútbol, los domingos de asado, el tango y la energía única de un país que siempre encuentra maneras de reinventarse ante los distintos embates de la economía. También implica una gimnasia financiera constante. Cada semana toca revisar precios, pensar qué hacer con los pesos que entran y decidir cómo evitar que pierdan valor. En este escenario cotidiano empezó a surgir un fenómeno silencioso. La clase media, históricamente enfocada en el ahorro tradicional, comenzó a adoptar un comportamiento más sofisticado. Invertir dejó de ser una excepción para transformarse en un hábito.

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La inflación persistente aceleró ese cambio. Según datos oficiales del INDEC, Argentina cerró los últimos años con una inflación anual del 270% y 118% respectivamente para 2023 y 2024; y un 31% proyectado para 2025. Si bien la tendencia fue a la baja, en el mix de alzas de precios y otras variables que impactan en la economía cotidiana, estas cifras no son solo estadísticas sino que impactan de lleno en la vida diaria. Y se delinea otro fenómeno: ¿cómo equiparar la inflación si no es a través del incremento de ingresos?

El lugar que le dan los argentinos a la inversión

En este aspecto, la inversión diversificada empezó a ocupar un lugar central. La pregunta dejó de ser si conviene ahorrar en pesos y pasó a ser cómo proteger el valor del dinero y darle algo de perspectiva futura. Incluso los datos del BCRA muestran que casi 29% de los depósitos del sector privado están en dólares. Ese refugio sigue vigente, aunque ahora comparte lugar con nuevas alternativas.

Lo que cambió es que invertir se volvió más accesible. La tecnología redujo las barreras. En la Argentina hay unas 939 empresas que integran la industria, cifra que asciende a 1.027 tomando en cuenta las que integran el ecosistema, según el Mapa Fintech Argentina 2025 presentado recientemente por la Cámara Fintech Argentina.

La radiografía da cuenta de un sector en auge que proyecta superar los 40.000 empleos con un crecimiento del 35%. Este dinamismo también se traduce en otro dato: el 41% se integra por empresas de mercado de capitales, activos financieros, cripto, blockchain y entidades financieras. Y además de ubicarse entre los países más activos de la región, donde ya supera las 3.000 empresas del sector, se ubica el tercer puesto tras Brasil y México, en el primer y segundo lugar respectivamente. Este dinamismo explica por qué cada vez más personas prueban plataformas que permiten invertir de forma simple, transparente y desde el celular. Lo que antes parecía reservado para expertos hoy es parte de una rutina posible para quienes buscan ordenar mejor sus finanzas.

El cambio se ve en muchas familias que durante décadas se apoyaron solo en el dólar físico, ahora combinan protección con instrumentos globales. En jóvenes profesionales que dan sus primeros pasos con montos pequeños. Adultos de mediana edad, tradicionalmente más cautos, incorporan aportes periódicos para el largo plazo. La conversación financiera se volvió más diversa. Ya no sorprende escuchar referencias al S&P 500, a fondos de renta fija en moneda fuerte o a la idea de armar un fondo personal para el futuro.

Este cambio también delineó un nuevo escenario: los argentinos empezaron a naturalizar inversiones que antes sonaban lejanas. Hoy es común ver portafolios con empresas icónicas como Apple, Amazon y Tesla, o con compañías de crecimiento como Nvidia. Incluso conceptos que parecían ajenos, como las stablecoins -criptomonedas diseñadas para tener un valor estable, vinculándolas a un activo del mundo real como el dólar, el euro o materias primas como el oro-, las que se incorporaron a la vida financiera diaria como una herramienta más de resguardo digital.

Vemos a personas que entienden la importancia de abrir una cuenta de inversión a temprana edad y de combinar activos globales con instrumentos tradicionales para equilibrar mejor sus objetivos. Ese aprendizaje colectivo volvió más cotidiano algo que antes parecía complejo.

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La transición ocurrió con naturalidad. La gente empezó a invertir también, porque las plataformas digitales ofrecieron un camino claro. Cuando se combinan simplicidad, información confiable y una experiencia sin fricciones, las decisiones financieras se vuelven menos intimidantes. No es un movimiento impulsado por la especulación, sino por la necesidad de construir estabilidad en un país donde planificar siempre implicó un esfuerzo extra.

Cuando las herramientas funcionan y aportan transparencia, los usuarios las adoptan rápido. La gente ya no busca solo refugio. Busca orden, claridad y la posibilidad de avanzar con pasos pequeños pero consistentes.

Aunque esta tendencia sigue en evolución, su dirección ya es clara. La clase media está cambiando la forma en que entiende su relación con el dinero. La combinación de hábito, acceso y tecnología está transformando la manera en que millones de personas protegen y hacen crecer su patrimonio. El mundo financiero dejó de sentirse lejano y pasó a integrarse a la vida diaria con naturalidad.

(*) Ceo y fundador de Folionet