Estados Unidos ¿un país liberal o violento y autoritario?
El 34% de los universitarios aprueba la violencia y Trump “utiliza las tragedias para exacerbala” dicen los autores. Suspende la Temporary Protected Status, influye en la Corte Suprema, se obsesiona con las fronteras y teme a los inmigrantes. “La decadencia institucional retroalimenta la polarización social”.
El asesinato del militante conservador Charlie Kirk en la Universidad de Utah se inscribe en un contexto de marcada violencia política desatada en la sociedad de Estados Unidos.
El 12 de septiembre The New York Times subrayaba que los estadounidenses han perdido la empatía, se desea el mal del oponente como si el valor personal estuviera exclusivamente determinado por la identidad republicana o demócrata. E informaba, según una encuesta de Foundation for Individual Rights and Expression, que el 34% de los estudiantes universitarios aprueba la violencia.
Sin embargo, en lugar de analizar las causas profundas que la desencadenan y actuar en consecuencia, el presidente Donald Trump ha utilizado la tragedia para exacerbarla. En los últimos días prometió enviar tropas a ciudades gobernadas por demócratas, al tiempo que enviara fondos de ayuda a las dirigidas por republicanos y profundizar su política migratoria.
El subsecretario de Estado, Christopher Landau, aseguró haber ordenado a los funcionarios consulares estadounidenses que tomen las medidas necesarias contra los extranjeros solicitantes y titulares de visas que elogiaron o justificaron la muerte de Kirk. La ambigüedad de la decisión es de tal naturaleza que se presta a innumerables injusticias o a perseguir a cualquier migrante.
Lo mismo ocurre con las amenazas contra Venezuela y los asesinatos cometidos en aguas caribeñas. Más allá de lo que pueda ocurrir, muchos analistas creen que se trata de medidas para apaciguar a sus votantes venezolano-estadounidenses y cubano-estadounidenses enojados por las órdenes de deportación contra miles de venezolanos que hasta ahora disfrutaban de la Temporary Protected Status (TPS).
La TPS permitía vivir y trabajar legalmente a migrantes si sus países de origen se consideran inseguros debido a guerras o situaciones extraordinarias. Trump ha conseguido que la Suprema Corte de Justicia levante la suspensión de la orden de deportación impuesta por un juez de California que mantenía vigente el TPS para los residentes temporarios venezolanos.
Muchos signos muestran la decadencia institucional que retroalimenta la polarización social, con horizonte peligroso de guerra civil. El clima es tal que muchos estadounidenses ven a los partidarios del bando contrario como enemigos.
Sin embargo, también existen numerosos gestos políticos de republicanos y demócratas llamando a la calma tras el asesinato de Kirk. La gobernadora de Arizona, Katie Hobbs, expresó: “me entristece la situación que vive nuestro país, donde la política ha degenerado en actos de violencia horrenda”.
Aunque figuras prominentes encabezados por el presidente Donald Trump pidieron represalias contra la “izquierda radical”, a la que culpan de lo ocurrido.
La obsesión con la frontera y el miedo a los inmigrantes son síntomas de una profunda crisis del Estado liberal que amenaza con destruir el sistema político. El Estado no ha logrado proporcionar a los ciudadanos el bienestar que justifica su existencia. En consecuencia, algunos gobiernos–presionados por sus electores–culpan a los inmigrantes de sus problemas y los fuerzan a migrar. Es la solución más rápida, pero ineficaz por superficial.
Las razones esgrimidas hoy para justificar quiénes permanecen o son excluidos del territorio estadounidense no son coherentes con la enmienda 14 de su Constitución, que establece la ciudadanía e igualdad de protección “a todas las personas nacidas o naturalizadas en los Estados Unidos”.
American Immigration Council calcula que 5,1 millones de niños estadounidenses viven con un familiar indocumentado. El destino de estos niños, abandonados por la rápida separación de sus padres deportados, muestra una injusta contradicción interna del Estado liberal.
Las contradicciones que genera la violencia anti inmigratoria se trasladan a la propia justicia. Los jueces federales están bloqueando la orden de Trump que eliminaba la ciudadanía por nacimiento, aunque la Suprema Corte la hubiese autorizado en un fallo dividido.
El romano Pontífice sigue con preocupación la deriva autoritaria que vive su país de origen. En la entrevista concedida a la periodista Elise Ann Allen, autora del libro León XIV ciudadano del mundo, misionero del siglo XXI, recordó la carta del Papa Francisco al episcopado norteamericano.
Allí denunciaba las deportaciones masivas y advertía: “Lo que se construye a base de fuerza, y no a partir de la verdad sobre la igual dignidad de todo ser humano, mal comienza y mal terminará”.
*Miembro de la Academia Nacional de la Historia)
**Historiador, Universidad de Buenos Aires)
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