Polémica

El caso Victoria Donda y las dos Argentinas

A pesar de que las tareas domésticas y de cuidado representan un 16% de nuestro PBI, los derechos laborales de quienes las llevan a cabo son constantemente vulnerados.

La titular del Instituto Nacional contra la Discriminación, el Racismo y la Xenofobia Foto: NA

Tras conocerse que la directora del INADI, Victoria Donda, mantenía de manera informal a su empleada doméstica y que a cambio de una gran deuda le ofreció un puesto de trabajo, se generó un gran revuelo. No es para menos: Victoria Donda, es la autoridad designada para sancionar y cambiar las prácticas de discriminación. Cuando recordamos que el ex ministro de trabajo, Jorge Triaca, también pasó por un escándalo similar es aún más espantoso. Pareciera extraído de un cuento, pero es la realidad.

Sin embargo, pasado el escándalo de Donda, lo único que quedó de ello fue una imputación. Al igual que con en el caso Triaca. Las disculpas fueron escasas y las consecuencias brillaron por su ausencia. Lo que tristemente refleja es que el problema estructural de Argentina excede a la grieta. La división entre las dos Argentinas no la representa la dicotomía de los partidos. Más bien, esa dicotomía es parte de una Argentina. La otra, es la Argentina de los excluidos, de los derechos insatisfechos. Cada tanto logra hacerse lugar y ser escuchada, pero generalmente esta marginalizada.

Qué dice el audio de Victoria Donda y de qué la acusa la empleada doméstica

Argentina logra conquistar derechos de manera formal muy rápidamente. Lideró en la región con el voto femenino, los derechos laborales, el reconocimiento de los derechos indígenas, la ley trans y el aborto. Sin embargo, esos derechos reconocidos en los papeles no se materializan y no se logran traducir en la realidad. Aun las mujeres están subrepresentadas en la política, el 48% de los trabajadores es informal o no realiza aportes a la seguridad, menos de un tercio de las comunidades indígenas acceden a sus tierras y las personas trans siguen siendo objeto de violencia y discriminación.

En la Argentina de los márgenes pertenecer a un grupo económicamente vulnerable y además ser mujer resulta particularmente peor. Este es el caso de las empleadas domésticas. A pesar de que las tareas domésticas y de cuidado representan un 16% de nuestro PBI sus derechos laborales son constantemente vulnerados. Según las cifras de Economía Feminista un sitio dedicado a visibilizar las desigualdades de género “un 31% trabajó entre 35 y 45 horas semanales. El 60% de ellas no tiene descuento jubilatorio, y casi la mitad de las trabajadoras también están a cargo de las tareas de sus propios hogares.

Victoria Donda sobre su empleada doméstica: "Se están aprovechando de ella"

La respuesta de la directora del INADI fue guiada a las críticas por ofrecer un puesto. Claro que una administración pública poco meritocrática es un problema. Queremos personas idóneas gestionando la vida pública. Pero esas discusiones creo que pierden el eje de que el verdadero problema es que incluso entre los referentes más progresistas la discriminación laboral esta presente. La triste sensación es que detrás de las voces que defienden a los excluidos también se encuentran quienes reproducen esa exclusión.

Un ministro de trabajo que mantiene relaciones laborales precarizadas es el reflejo de la contradicción entre las dos Argentinas. Una directora que debe alzar la voz por los excluidos y repite las mismas conductas es quizás un reflejo más penoso aún.