La confianza perdida
Comienza cuando el verso se hace evidente y el relato no se verifica en los hechos. No se trata solo de la clase política, también de personajes notables que influyen en la conversación pública.
Parece ser que el origen de todos los males es, según dicen, la falta de confianza. Economistas, analistas, políticos, consultores de la opinión pública repiten: "No hay confianza". Esto es, no hay fe. No solo en el Gobierno, en nadie, en nada. La necesaria, al menos para creer que se cumplirá la palabra dada. También la escrita, la ley.
El cuerpo social tiene memoria. Fue defraudado, abusado, violado en su buena fe durante muchos años. ¿Por qué debería creer un jubilado al que le prometen aumento antes de las elecciones y lo primero que hacen es rebajarle sus ingresos? ¿Por qué se debería creer en los discursos dobles o triples de Berni, del gobernador, de la ministra de Seguridad sobre las tomas de tierras?
La pérdida de confianza comienza cuando el verso se hace evidente y el relato no se verifica en los hechos. No se trata solo de la clase política, también de personajes notables que influyen en la conversación pública. Tinelli, por ejemplo, en campaña con Sergio Massa, cuando el dólar llegó a 47 pesos, escribió un tuit desesperado: "Hagan algo, por favor". Con el dólar a 180, Tinelli ya no reclama públicamente. Tal vez lo haga cuando se siente en la mesa del Hambre. ¿Cómo se podría volver a tener confianza en él?
En medio de la toma de tierras, Alberto Fernández resaltó el "estado de derecho"
¿Quién resiste un archivo de YouTube? Macri, Cristina Fernández, Massa. El que iba a barrer a los aquí de La Cámpora. Alberto Fernández describiendo como patético el gobierno de Cristina. Hasta el infectólogo Pedro Cahn improvisa ahora un doble discurso para despegarse del fracaso en la gestión de la pandemia.
Si la historia se pone en reversa durante los últimos 30 años, la mentira, las promesas incumplidas, el acuerdo deshonrado alcanzan niveles de escándalo. La falta de confianza se derrama desde las cabezas del poder político, sindical, empresario. Llega a todos los niveles de la vida cotidiana usurpaciones, robos, seguidos de asesinatos brutales, crímenes, femicidios, brotes irracionales de violencia, miedo a todo, sospecha de todos. La convivencia en paz está en riesgo.
Desesperada la sociedad vuelve los ojos al que considera siempre su último recurso la justicia, el poder que hace cumplir la Constitución y las leyes. Pero aún si la justicia interviene en tiempo y forma y su autoridad es respetada, habrá que hacer también mucho mérito para recuperar la confianza entre nosotros. Y será de ver si con el tiempo también vuelven a confiar los que dejaron de creer que los argentinos somos gente de palabra.
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