El presidente de Estados Unidos, Joe Biden, está evaluando un esfuerzo conjunto con los países vecinos para ayudar a Haití, ya que el rápido deterioro de las condiciones de seguridad y salud avivó los temores de que la intervención en la nación caribeña pueda ser necesaria para evitar el colapso.
El gobierno norteamericano está buscando opciones, incluyendo una misión potencialmente dirigida por otro país para frenar la violencia, enfrentar a las bandas armadas, abordar una crisis humanitaria en aumento y responder a un brote de cólera, sostuvieron fuentes familiarizadas con las deliberaciones, que hablaron bajo condición de anonimato.
Haití sufre una grave crisis de hambruna
Si bien no se ha descartado nada formalmente, el envío de tropas estadounidenses es poco probable y no está bajo consideración avanzada. La Administración Biden es reacia a tomar una medida unilateral y, en cambio, está estudiando qué esfuerzos conjuntos con las naciones vecinas -incluidas Canadá y los países latinoamericanos- podrían ser factibles, dijeron las fuentes consultadas.
Otros pasos podrían incluir más fondos, ayuda material, fuerzas de seguridad o reclutadores enviados al país.
Con las elecciones de mitad de período que determinarán si los demócratas mantienen el control del Congreso en apenas dos semanas, se cree que el apetito de Biden por cualquier intervención extranjera para sofocar una crisis humanitaria sería mínimo.
Ya está bajo una presión sustancial de los republicanos por un aumento en la cantidad de migrantes de países latinoamericanos, como Cuba, Haití y Venezuela, que cruzan la frontera sur, los legisladores de este partido están negándose a brindar ayuda a Ucrania. Si los republicanos obtienen el control de una o ambas cámaras del Congreso, el costo político para Biden de intervenir en Haití aumentaría.
Repercusiones de Somalia
Después de la Segunda Guerra Mundial, EE.UU. contribuyó con soldados para misiones de mantenimiento de la paz en todo el mundo, y las misiones en Haití, Somalia y los Balcanes contaron con una fuerte presencia norteamericana en la década de 1990. Pero la muerte de 18 soldados estadounidenses en el país africano, documentada en el libro La caída del halcón negro, llevó a Estados Unidos a reducir drásticamente su participación en este tipo de misiones.
Haití ha soportado décadas de inestabilidad política, recibiendo varias misiones humanitarias y miles de millones en ayuda exterior que han hecho poco para sacar al país de su ciclo de pobreza y anarquía. La situación empeoró tras el asesinato del presidente Jovenel Moise en 2021, lo que hace que cualquier intervención extranjera tenga aun menos probabilidades de tener éxito.
En las calles de la isla caribeña, muchos recuerdan la intervención militar de 1994 liderada por EE.UU., denominada “Defender la democracia”, y la misión de la ONU a Haití de una década que finalizó en 2017. Ninguna de ellas trajo la estabilidad política o el fin de la violencia que prometieron, afirmó Joseph Harold Pierre, un analista político con sede en Puerto Príncipe.
“Esas misiones no tuvieron éxito porque en Haití no teníamos un Gobierno capaz de guiar esas misiones”, precisó.
Para hacer las cosas más complejas, el Primer Ministro Ariel Henry es considerado ilegítimo por muchos después de llegar al poder sin elecciones tras el asesinato de Moise.
Miles de haitianos soportan actualmente condiciones de hambruna mientras la violencia de las pandillas y las protestas paralizan la economía y dificultan la entrega de alimentos, según señaló el Programa Mundial de Alimentos de la ONU. Haití ha pedido tropas a Naciones Unidas, los estadounidenses y a otros países para ayudar a reprimir la violencia y controlar las pandillas.
Fomentando el descontento
Con la situación en ebullición, las naciones vecinas están lidiando con la forma de ayudar sin aumentar los disturbios o repetir los errores intervencionistas del pasado, dijeron las fuentes consultadas.
EE.UU. y Canadá han entregado vehículos blindados este mes a Haití, con personal de la Agencia para el Desarrollo Internacional ya sobre terreno. El Consejo de Seguridad de la ONU votó la semana pasada a favor de una solución propuesta por México y EE.UU. para imponer sanciones a ciertas figuras en Haití que, según el organismo multilateral, están fomentando los disturbios.
El Gobierno estadounidense y sus socios “ven el statu quo como insostenible dada la situación de seguridad, la situación de salud pública, la situación económica que enfrentan los haitianos”, dijo el vocero del Departamento de Estado, Ned Price. “Seguimos trabajando con nuestros socios para determinar los próximos pasos”.
La secretaria de Prensa de la Casa Blanca, Karine Jean-Pierre, declaró que las conversaciones estaban en curso “con socios que tienen la experiencia necesaria y han expresado el interés de liderar ese esfuerzo y contribuir a una misión fuera de la ONU”.
“EE.UU. está considerando las formas más efectivas de apoyar, habilitar y financiar directamente tal esfuerzo”, remarcó.
Una escuela de Haití es el refugio de jóvenes y niños que huyen de las bandas criminales
Por su parte, el primer ministro de Canadá, Justin Trudeau, ha hablado este mes con líderes de la región, incluida una llamada el 14 de octubre con el presidente de Surinam, Chan Santokhi, quien preside Caricom, un grupo de naciones caribeñas.
El líder canadiense también convocó una reunión de su Grupo de Respuesta a Incidentes, una mezcla de ministros y asistentes de alto nivel. Trudeau y la ministra de Relaciones Exteriores, Melanie Joly, están evaluando opciones, dijeron las personas.
Trudeau y los líderes de Caricom discutieron la necesidad de eliminar los bloqueos de pandillas en todo el país que exacerban una crisis humanitaria, frenar el aumento del hambre e imponer sanciones a los funcionarios corruptos. También abordaron formas de “facilitar un diálogo inclusivo dirigido por haitianos hacia elecciones libres y justas”, dijo la oficina de Trudeau en un comunicado.
