Los guardianes de las rutas comerciales mundiales están tratando de mantener la circulación de bienes a través de una maltrecha economía mundial a la vez que intentan minimizar los riesgos para la salud de sus propios trabajadores.
Un ejemplo de ello es la Autoridad del Canal de Panamá, que ha enviado a miles de empleados a sus casas y ha introducido planes de contingencia para mantener el flujo comercial ante la peor crisis de coronavirus de la región.
El canal dice que, en la actualidad, está operando con un personal de 3.600 personas, frente a los 9.000 empleados habituales. Los trabajadores que no se ocupan directamente de los tránsitos de barcos recibieron dos semanas de vacaciones.
Panamá tiene 1.075 casos confirmados de contagios, la mayor cifra de América Central, y aproximadamente la misma tasa que México, que tiene una población aproximadamente 30 veces mayor. Al menos siete empleados del canal han dado positivo al virus.
Antes de que la pandemia provocase la paralización de las economías europeas y norteamericanas en marzo, el número de barcos que transitaban la vía fluvial había aumentado un 6% en febrero respecto al año anterior. El canal está atento a las señales de una desaceleración en los puertos estadounidenses, que podrían indicar una reducción del tráfico en la ruta más importante, desde la costa este de EE.UU. hasta Asia.
Asimismo, el repunte de inventarios en Asia a medida que la industria china se recupera es una posible señal positiva para el canal.
“Aún no hemos registrado el impacto total en el mercado”, dijo la autoridad, en respuesta a preguntas por escrito. “Eso dependerá de lo rápido que se recuperen las economías de nuestros clientes”.
Según el capitán de remolcadores Iván de la Guardia, el tráfico cayó en marzo, aunque el trabajo para algunos ha aumentado como consecuencia de turnos más largos y el aislamiento de algunos compañeros. Los envíos también han sufrido el impacto de la introducción de restricciones preliminares debido a los bajos niveles de agua.
La autoridad del canal está en conversaciones con los sindicatos para aumentar la duración de los turnos y reducir la rotación para reducir el contacto y evitar los contagios.