Ha pasado media década desde que Vladimir Putin se anexó la península ucraniana de Crimea. Para Rusia, los costos siguen aumentando.
El tratado de adhesión firmado para agregar el territorio del Mar Negro al dominio de Moscú aún no es reconocido por la mayoría de los países, y Estados Unidos y la Unión Europea lideraron un amplio esfuerzo para castigar a Rusia con sanciones. Con decisión, Rusia ha seguido integrando a Crimea en su economía, invirtiendo miles de millones en nuevas centrales eléctricas y construyendo un puente gigante a la península el año pasado.
La mayoría de los costos en los que ha incurrido Rusia provienen de las sanciones de EE.UU. y la UE, que se han acumulado cada año desde la anexión y han crecido a causa de supuestas interferencias electorales y otras acciones. Pero el país y sus residentes, que ya sufren por los bajos precios del petróleo –la principal exportación de Rusia–, también están sintiendo el dolor de una caída en la inversión extranjera y el estancamiento de los ingresos. Una encuesta reciente sugiere que el atractivo público de la anexión está comenzando a desaparecer.
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Los analistas de Bloomberg Economics estiman que las sanciones han disminuido hasta 6 por ciento de la economía rusa en los últimos cinco años. Un estudio publicado por el analista Scott Johnson a fines del año pasado encontró que la economía del mayor exportador de energía del mundo es más de 10 por ciento más pequeña, o US$150.000 millones, en comparación con lo que se esperaba a fines de 2013. Cuatro puntos porcentuales de eso provienen de la caída de los precios del petróleo, pero las sanciones y otros factores son los culpables del resto.
No es probable que el lastre de las sanciones desaparezca pronto, y las acusaciones de que Rusia se entrometió en las elecciones presidenciales de 2016 en EE.UU. solo las harán empeorar. La cantidad de empresas y personas rusas sujetas a sanciones de EE.UU. se ha cuadruplicado a más de 700 desde 2014, y hay otro proyecto de ley en curso en Washington que podría afectar al país con una nueva serie de sanciones este año.
La calma económica ha significado que menos dinero se filtre a los cheques de pago de los rusos comunes. Los ingresos promedio apenas han superado los 30.000 rublos por mes (US$459) desde que la toma de control de Crimea y la caída de los precios del petróleo empujaron al país a una recesión de casi dos años. Una región donde los ingresos han aumentado es Crimea, ya que los salarios aumentan desde una base baja para alcanzar a los de Rusia.
Después de recuperarse un poco en 2017, cuando parecía que el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, podría levantar las sanciones, la inversión extranjera directa se ha reducido e incluso se ha vuelto negativa en el segundo trimestre del año pasado.
A medida que la presión económica afecta a los rusos comunes, el efecto positivo de la anexión en la opinión pública hace cinco años ha comenzado a desaparecer. Una encuesta publicada el jueves por Public Opinion Foundation (FOM), con sede en Moscú, encontró que solo 39 por ciento de los rusos cree que la anexión representó para Rusia más beneficios que daños, en comparación con 67 por ciento de finales de 2014.