Bradford White Corp. es una compañía estadounidense que se enorgullece de fabricar calentadores de agua en plantas en lugares como Niles, Michigan y Rochester, New Hampshire.
Incluso se les ha considerado esenciales en la lucha contra la COVID-19, desplegados en el Javits Center de Nueva York convertido en hospital y en el hospital McCormick Place de Chicago.
Pero ahora, Bradford White está a unas semanas de interrupciones significativas en su fabricación, víctima de un choque entre Estados Unidos y México en lo que se considera un negocio o servicio esencial. Ninguno de sus calentadores populares puede ensamblarse en Estados Unidos sin importar partes críticas desde México, donde el gobierno ha cerrado casi toda la fabricación. Esas partes, incluidos los controles de gas y los elementos eléctricos que cuestan tan solo unos pocos dólares, no se pueden obtener.
“Si hubiera alternativas producidas en Estados Unidos, esa sería nuestra preferencia”, asegura Carl Pinto, director sénior de comunicaciones de la firma. “Pero desafortunadamente hay varios componentes críticos para nuestros productos que solo se producen en fábricas mexicanas”.
Mientras el gobierno de EE.UU. habla de reabrir gradualmente la economía pronto, Bradford White y otros fabricantes de productos esenciales están tratando de lidiar con una mezcolanza de reglas en América del Norte que está causando el caos en sus cadenas de suministro. Lo que está en juego es la divergencia en lo que califica como un negocio esencial –incluidos sus proveedores– en los tres países de América del Norte.
La orientación del Departamento de Seguridad Nacional de EE.UU. etablece explícitamente que toda la cadena de suministro de dichas empresas se considera esencial. Las reglas de Canadá se parecen mucho a las de Estados Unidos.
No es el caso de México.
Reglas estrictas
El 30 de marzo, el gobierno mexicano emitió una estricta orden de refugio que casi no permitía exenciones, ni siquiera para las empresas que se considerarían esenciales para mantener al público seguro y saludable. Las compañías estadounidenses que operan en México, así como sus proveedores mexicanos, tuvieron que cerrar, en sectores que van desde la industria aeroespacial hasta la atención médica y los productos de papel.
Las nuevas reglas desencadenaron una serie de quejas de representantes comerciales en ambos lados de la frontera. Dicen que el presidente Andrés Manuel López Obrador, lento para responder al brote de virus, terminó aplicando una reacción general altamente restrictiva para compensar el tiempo perdido.
“Lo que estamos señalando es que si no reflejamos las pautas de EE.UU., deberíamos aplicar unas muy similares, no solo para abordar la crisis de salud sino también para ayudarnos a salir de la crisis económica”, explica Sergio Gómez Lora, representante de EE.UU. en el Consejo de Coordinación Empresarial de México, uno de los grupos de cabildeo empresarial más grandes del país.
La renuencia del gobierno de AMLO a permitir que las plantas vuelvan a abrir se debe en parte a los informes de que trabajadores mexicanos murieron en fábricas que no cumplían con la orden de quedarse en casa. Pero lo que complica el asunto es que hay una inconsistencia incluso dentro de México –y a veces dentro de un estado mexicano– sobre cómo se aplica la orden de confinamiento del gobierno, dicen los representantes comerciales.
Standex Electronics Inc., con sede en Fairfield, Ohio, lo vio de cerca. Diseña piezas para equipos médicos tales como escáneres de tomografía y de rayos X, así como los componentes utilizados en la red de servicios públicos y la industria de defensa.
En su planta en el estado mexicano de Sonora, justo en la frontera de Arizona, Standex fabrica una bobina para Creation Technologies, con sede en Canadá, que, a su vez, alimenta un analizador de sangre fabricado por Instrument Technologies Inc., con sede en Westfield, Massachusetts.
A principios de este mes, Creation Technologies se quedó sin bobinas diseñadas a medida. Le suplicó al gobierno de AMLO que permitiera a Standex reabrir la planta en Agua Prieta para que no tuviera que cerrar la producción.
Aproximadamente otros 20 clientes de Standex se unieron, bombardeando a los funcionarios mexicanos con cartas que calificaban sus productos como esenciales, todo en vano, cuenta Tom Gould, vicepresidente de ventas de Standex para América del Norte.
“Ahora tenemos suficientes cartas de los clientes para poder empapelar las paredes”, dice.
Finalmente, después de tres semanas de suplicar, Standex Electronics se enteró la semana pasada de que puede reabrir sus instalaciones de Sonora a aproximadamente un tercio de su capacidad y con estrictas reglas de distanciamiento social establecidas.
Sin embargo, obtener esa aprobación fue tanto cuestión de suerte como de persistencia. El gerente de la planta se topó con un funcionario mexicano que fue receptivo a la solicitud de la compañía después de leer una carta de un cliente que había sido traducida al español.
“Parece que hay un elemento aleatorio aquí”, dice Gould con pesar.
‘No estaremos contentos’
Bradford White y muchas otras compañías permanecen en el limbo. Ellos y sus asociaciones comerciales han estado presionando a las administraciones de Trump y AMLO. La Secretaría de Relaciones Exteriores de México ha estado trabajando con el Departamento de Comercio de Estados Unidos para tratar de encontrar una solución, según una persona familiarizada con los esfuerzos.
Cuando se le preguntó acerca de la coordinación con sus socios de América del Norte para evitar interrupciones, Trump dijo la semana pasada: “si una cadena de suministro en México o Canadá interrumpe la fabricación de un gran producto y un producto importante, o incluso un producto militar, no estaremos felices”.
Para la mayoría de las empresas, la solución definitiva de Trump –que trasladen más producción a Estados Unidos– no es factible ni realista. Pero la renuencia de México a coordinarse con EE.UU. podría terminar presionando a más compañías estadounidenses a hacer exactamente eso si el conflicto se prolonga, dicen los líderes empresariales.
“Las empresas quieren estabilidad y quieren certeza, más que nunca”, afirma Kevin Messner, vicepresidente sénior de política y relaciones gubernamentales de la Asociación de Fabricantes de Electrodomésticos.
Eso es algo que Bradford White no tiene en este momento. Los ejecutivos están trabajando en un “frenesí” mientras intentan descubrir a través de proveedores a largo plazo cuándo podría ocurrir un relajamiento en México, dice Pinto.
“Esto no es algo que probablemente esté en el plan de continuación de negocios de muchas personas”, asegura.