Con sus parques majestuosos, diseños compactos y calles llenas de bicicletas, ciudades europeas como París y Copenhague a menudo pueden parecer un ejemplo de habitabilidad urbana, especialmente en comparación con sus contrapartes enfocadas en espacios extensos y centradas en el uso del auto en Norteamérica y otros lugares. Pero un nuevo estudio del Instituto de Salud Global de Barcelona (ISGlobal) complica un poco esa narrativa, pintando una imagen de una Europa urbana donde una falta generalizada de acceso a espacios verdes podría acortar la vida de decenas de miles de residentes cada año.
El estudio de ISGlobal —un análisis de más de 1.000 ciudades de más de 100.000 residentes en todo el continente— fue publicado en The Lancet Planetrary Health y sugiere que las ciudades de Europa podrían prevenir 43.000 muertes al año si siguieran las directrices de la Organización Mundial de la Salud (OMS) sobre el acceso a espacios verdes. Más del 60% de los residentes urbanos estudiados carecían del acceso al verdor que recomienda la OMS: al menos 0,5 hectáreas de espacio verde dentro de una distancia lineal de 300 metros de cada hogar.
Las clasificaciones del estudio contienen algunos ganadores y perdedores quizás inesperados. A varias ciudades conocidas por su belleza y su agradable entorno les va mal, mientras que a otras con una reputación menos glamurosa les va sorprendentemente bien. Los principales infractores incluyen imanes turísticos como las ciudades italianas de Trieste y Turín y la capital danesa, Copenhague. Mientras tanto, las antiguas ciudades mineras de carbón de Rotherham (Reino Unido) y Wałbrzych (Polonia) figuran entre las 10 ciudades con la mejor proporción y distribución de espacios verdes en sus áreas urbanas.
Al analizar ciudades capitales únicamente, los resultados son igualmente sorprendentes. A pesar de tener muchos parques famosos dentro de la ciudad como tal, París tiene el cuarto nivel más alto de mortalidad relacionado con la falta de espacios verdes de cualquier capital europea. A Copenhague le va aún peor, en segundo puesto, detrás de Bruselas.
La razón principal por la que estas ciudades obtienen una puntuación baja no es porque carecen de parques, sino porque esos parques están mal distribuidos para proporcionar igualdad de acceso a todos. Las ciudades europeas y del Reino Unido tienen una “brecha de espacio verde” entre los residentes más ricos que viven en áreas frondosas y las poblaciones más pobres en áreas que carecen de espacios verdes.
“Hay sorpresas porque a algunas ciudades que tienen mucho espacio verde no les va muy bien”, dice Mark Nieuwenhuijsen, director de la Iniciativa de Planificación Urbana, Medio Ambiente y Salud de ISGlobal. “Eso se debe principalmente a que el espacio verde en esos lugares está en las afueras, donde no vive mucha gente”.
El diseño relativamente libre de árboles de muchas ciudades europeas históricas significa que los centros urbanos densamente poblados pueden terminar a una distancia de espacios verdes que no es saludable, incluso si su densidad proporciona a los residentes muchos otros beneficios ambientales y económicos. Entonces, si bien París tiene grandes parques, también tiene muchas áreas de alta densidad sin espacios verdes en las cercanías. En general, 86,45% de los habitantes del área metropolitana vive en lugares que no cumplen con las pautas de la OMS.