La economía mundial pagará un “precio alto” por la guerra en Ucrania, lo que incluye un crecimiento más débil, una inflación más alta y un daño potencialmente duradero a las cadenas de suministro, dijo la OCDE.
La organización recortó su perspectiva de crecimiento global de este año al 3%, de un 4,5% que pronosticó en diciembre, y duplicó su proyección de inflación a casi 9% para sus 38 países miembros, según los pronósticos publicados el miércoles en París. En 2023, espera que el crecimiento se desacelere a 2,8%.
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El precio de la guerra podría ser “aún más alto”, advirtió, describiendo una larga lista de riesgos que van desde un corte abrupto del suministro ruso en Europa hasta vulnerabilidades en los mercados financieros debido a la alta deuda y los elevados precios de los activos.
“Ha habido varios cambios significativos en el entorno económico mundial en los últimos meses, incluida la propagación mundial de la variante ómicron del covid y la persistencia mayor a la esperada de las presiones inflacionarias”, dijo la organización en su perspectiva económica. “Sin embargo, el cambio más grande es el impacto económico de la guerra en Ucrania”, aseguró.
La evaluación sombría, que se hace eco de una advertencia similar del Banco Mundial, indica unas consecuencias económicas más profundas y amplias de la invasión de Rusia a Ucrania que harán más difícil establecer las políticas fiscales y monetarias correctas. Esta es la primera proyección detallada de la OCDE, que no emitió pronósticos completos en abril debido a la incertidumbre.
Los primeros efectos del aumento de los precios ya han obligado a los bancos centrales a endurecer la política monetaria. A modo de ejemplo, la Reserva Federal de Estados Unidos, acaba de aumentar las tasas de interés a un ritmo acelerado de 50 puntos básicos el mes pasado. Mientras tanto, los Gobiernos están reconsiderando los planes de gasto mientras intentan proteger a los hogares.
Si bien la OCDE dijo que está justificado que todas las autoridades monetarias reduzcan el estímulo, instó a la cautela particularmente en la zona del euro, donde el aumento de los precios refleja principalmente las presiones de la oferta.
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“Los bancos centrales tendrán que realizar un delicado acto de equilibrio entre mantener la inflación bajo control y mantener el repunte económico posterior a la pandemia, especialmente donde la recuperación aún no está completa”, dijo la organización.
La economista jefe de la organización, Laurence Boone, dijo a la prensa en París que la interrupción de la economía global podría dejar un impacto duradero en la inversión.
“Tuvimos una serie de choques, primero la pandemia, luego la guerra, y en algunos países el lado de la oferta de la economía no se ha recuperado por completo”, dijo. “Cuanto más dure esto, más se interrumpirán cadenas de suministro globales y habrá menos apetito por la inversión”.
La OCDE observó que la inflación está afectando los niveles de vida y reduciendo el gasto de los consumidores en todo el mundo, y las empresas se están volviendo menos optimistas sobre la producción futura. Lo que es aún más relevante es que ese golpe a la confianza está disuadiendo la inversión, lo que a su vez amenaza con dañar la oferta “en los próximos años”, enfatizó.
Aun así, la organización es cautelosa acerca de si la economía global está al borde de la estanflación a pesar de las similitudes con la crisis del petróleo de la década de 1970.
En comparación con ese momento, las principales economías son menos intensivas en energía, los bancos centrales tienen marcos e independencia más sólidos, y los consumidores tienen un exceso de ahorro de la pandemia de covid-19, señaló.
“Sin embargo, existen riesgos claros de que el crecimiento se desacelere más de lo esperado y las presiones inflacionarias se intensifiquen aún más”, dijo la OCDE.