La inflación alemana se aceleró sorpresivamente en febrero, complicando aún más la tarea del Banco Central Europeo tras los repuntes registrados esta semana en otras partes del continente.
Los precios al consumidor subieron un 9,3% respecto a un año antes, por encima del 9,2% de enero, incluso cuando Alemania tomó medidas para limitar los costos de calefacción de los hogares, que se dispararon debido a la guerra de Rusia en Ucrania. Los analistas encuestados por Bloomberg esperaban que la inflación se desacelerara al 9%.
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El dato de la mayor economía europea aumenta la presión sobre el BCE, después de que la inflación francesa alcanzara un récord en la era del euro y de que el crecimiento de los precios en España no cumpliera las expectativas de una moderación.
Los responsables del BCE se preparan para subir las tasas de interés otro medio punto en marzo, y muchos son partidarios de que se produzcan grandes aumentos hasta que la inflación vuelva a acercarse de forma sostenible al objetivo del 2%.
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Las cifras de la eurozona, integrada por 20 países, se publicarán el jueves. Los economistas prevén una desaceleración del 8,6% al 8,3%, aunque el indicador subyacente, que excluye los volátiles costos de la energía y los alimentos —el principal objetivo de los responsables políticos del BCE en los últimos tiempos— se mantendrá en un nivel récord del 5,3%.