La inflación anual de Brasil se enfrió por noveno mes consecutivo, mientras el banco central se compromete a mantener altas las tasas de interés y alivia las tensiones con el Gobierno del presidente Luiz Inácio Lula da Silva.
Datos oficiales publicados el viernes mostraron que los precios al consumidor subieron un 5,63% a mediados de febrero con respecto al mismo mes del año anterior, ligeramente por encima de la estimación media del 5,59% de los analistas encuestados por Bloomberg. La inflación mensual se situó en el 0,76%.
Lula: el Bolívar del Siglo XXI
El Banco Central de Brasil ha mantenido la tasa Selic en un 13,75% desde septiembre para hacer frente a las crecientes expectativas de inflación provocadas por el aumento del gasto público. Esta postura está irritando a Lula, que afirma que el endurecimiento de las condiciones financieras está ahogando el crecimiento y perjudicando a los pobres.
Ocho de las nueve canastas de bienes y servicios incluidas en la encuesta de la agencia de estadísticas se encarecieron a principios de febrero. Los costos de educación, que subieron un 6,41% con el inicio del nuevo año escolar, y los de vivienda, que aumentaron un 0,63%, fueron los que más incidieron en el incremento mensual. En cambio, el precio de la ropa bajó un 0,05%.
Las fricciones entre el banco central y el poder Ejecutivo han contribuido a aumentar las apuestas de los operadores de que las tasas tendrán que mantenerse más altas durante más tiempo, y solo se espera que la relajación monetaria comience en la segunda mitad del año.
Aunque en los últimos días Lula ha moderado sus ataques a la estrategia del banco, las perspectivas para el país más grande de América Latina son sombrías. Los analistas ven poco crecimiento económico este año y aumentos de los precios al consumo muy por encima del objetivo del 3,25% para 2023 y del 3% para 2024.