Pese a que durante mucho tiempo se le ha catalogado de incapaz o un “mientras tanto”, el presidente venezolano, Nicolás Maduro, se está convirtiendo en un hombre fuerte y despiadado que ha desviado la presión de Estados Unidos, eliminado a sus rivales, empoderado a su hijo, esposa y asesores de confianza, y dejado que los dólares fluyan para evitar el colapso de la golpeada economía del país.
Como resultado, el hombre que se pensó sería el rostro débil del chavismo —el movimiento que lleva el nombre de su carismático predecesor Hugo Chávez— es ahora el robusto líder de lo que cada vez más se conoce como madurismo.
“Maduro ha sido subestimado, incluso dentro del chavismo, y ha logrado sorprender y superar a sus enemigos dentro y fuera”, dijo el analista político de Caracas, Dimitris Pantoulas. “Ha puesto a personas de su confianza en los cargos más influyentes, reemplazando a quienes podrían desafiar su poder”.
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Salvo que se produzca una intervención externa, una posibilidad cada vez más remota, es probable que Maduro permanezca al mando de Venezuela en el futuro próximo. Mientras tanto, la naturaleza del madurismo se vuelve más clara. En septiembre, las Naciones Unidas dio a conocer un informe que mencionó ejecuciones extrajudiciales y detenciones arbitrarias y acusó al régimen de cometer “crímenes de lesa humanidad”, lo que fue rechazado por el Gobierno.
Después de las elecciones fraudulentas de diciembre, Maduro le arrebató la Asamblea Nacional —el último órgano democrático— al líder opositor respaldado por Estados Unidos Juan Guaidó y nombró a su mano derecha Jorge Rodríguez como nuevo presidente. Su hijo Nicolás y su esposa, Cilia Flores, obtuvieron escaños en el Parlamento.
A medida que la economía de Venezuela se contraía por séptimo año consecutivo en 2020, el líder socialista propició una dolarización no oficial y relajó el control sobre el sector privado. Permitió la entrada de más de US$2.000 millones, una parte en la forma de una naciente economía del lujo en dólares y otra en remesas de los 5 millones de venezolanos que han huido del país, lo que lo ha ayudado a hacer frente al embargo petrolero de EE.UU. y a un bloqueo de los activos de la nación en el extranjero.
Bajos índices de aprobación
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Todo esto lo ha hecho con índices de aprobación inferiores a 15%. Sus oponentes están perdiendo fuerza rápidamente, y las manifestaciones de calle se desvanecen a pesar del colapso de los bienes y servicios básicos en un país que alguna vez fue uno de los más ricos del mundo. Las exportaciones de petróleo, que se encuentran en mínimos históricos, están repuntando.
Aliados, como la vicepresidenta, Delcy Rodríguez, hermana de Jorge, se están consolidando, mientras que otros, como Diosdado Cabello, están quedando marginados.
Cabello, militar en retiro y exvicepresidente que participó junto a Chávez en un fallido golpe de Estado en 1992, dirigió la todopoderosa asamblea constituyente hasta que Maduro ordenó su disolución el año pasado. Cabello ahora tiene el papel, en gran parte simbólico, de segundo al mando del partido socialista y su organizador en el Congreso. Cabello no respondió a una solicitud de comentarios.
Mientras tanto, al hijo de Nicolás Maduro se le otorgó el control del movimiento juvenil del partido, según dos fuentes con conocimiento directo del asunto. La vicepresidenta Rodríguez también fue nombrada ministra de Economía y Finanzas, una poco habitual doble función.
Aliados extranjeros
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Los aliados extranjeros de Maduro, que incluyen a China, Irán y Rusia, siguen desempeñando un papel clave: ayudar a vender millones de barriles de crudo pesado venezolano adulterado, enviando combustible y productos esenciales a cambio de oro e incluso acordando el envío de millones de vacunas Sputnik-V para inmunizar a la población.
Si bien Guaidó mantiene cierto apoyo internacional, la oposición sigue dividida y sin ideas, lo que debilita su postura a medida que se prolonga el enfrentamiento con Maduro y más políticos de la oposición se ven obligados a exiliarse, son encarcelados o marginado legalmente.
A pesar de que intentos anteriores de negociar un fin político a la crisis han fracasado, un segmento de la oposición espera reanudar las conversaciones antes de las elecciones municipales y estatales de este año.
El cambio político en EE.UU. también podría ayudar a Maduro. Donald Trump emprendió una campaña de presión contra Venezuela, y su alianza con Cuba y Nicaragua. Se espera que el presidente Joe Biden busque algún acercamiento con Cuba. Y, si bien sus principales asesores han dejado en claro que consideran a Maduro un dictador, también han manifestado su interés en modificar algunas de las sanciones.
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