La primer ministra del Reino Unido, Theresa May, viaja vacilante a Bruselas este jueves para pedir una cuerda de salvataje después de que sus muy criticados planes para el brexit provocaran una revuelta en su Partido Conservador.
May obtuvo un voto de confianza este miércoles por la noche pese a que más de un tercio de los legisladores conservadores votó a favor de deshacerse de ella, lo cual dejó sumamente deteriorada su autoridad. En una emotiva concesión a quienes la critican previa a la votación, dijo que sabía en el fondo que no los lideraría hacia la próxima elección en 2022.
En apenas poco más de tres meses, el Reino Unido abandonará la Unión Europea con o sin un acuerdo que amortigüe el golpe y hasta el momento hay escasos signos de que May podrá persuadir al Parlamento de respaldar los términos y condiciones del divorcio que negoció con la UE. El riesgo de un brexit sin acuerdo y el caos político y económico que generaría son mayores.
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Para cambiar esa situación, necesita concesiones respecto del llamado “backstop” o red de seguridad para Irlanda del Norte, una póliza de seguro destinada a garantizar que la frontera permanecerá abierta con Irlanda aun en el caso de que el Reino Unido y la UE no puedan llegar a un acuerdo. La oposición a dicha red motivó a muchos de los que se unieron a la rebelión partidaria: dicen que escindirá a Irlanda del Norte del resto del país y que eso es algo que no pueden permitir.
“Un número significativo de colegas votó en mi contra, y he escuchado lo que dicen”, dijo May ante las cámaras frente a su despacho en 10 Downing Street después de la votación. “Cuando vaya al Consejo Europeo mañana, intentaré obtener las garantías políticas y legales que alivien la preocupación que tienen los Miembros del Parlamento” con respecto al “backstop”.
Los esfuerzos realizados por May para persuadir a la UE de que haga concesiones no llegaron a nada hasta el momento. El martes se reunió con el primer ministro danés, Mark Rutte, la canciller alemana Angela Merkel y los presidentes de la UE, Donald Tusk y Jean-Claude Juncker. Todos transmitieron mensajes similares: la UE está dispuesta a dar garantías, pero no reabrirá las negociaciones con relación a la sustancia del acuerdo y no establecerá que el “backstop” sea temporario, como quiere el Reino Unido.
Los líderes de la UE proyectan emitir una declaración en la cumbre que dé, esperan, cierta protección a May cuando regrese al Parlamento. Dirán que la UE “se esforzará al máximo por negociar y concluir de manera expeditiva un ulterior acuerdo que reemplace el ‘backstop’”, según un borrador obtenido por Bloomberg, y se comprometerá a analizar otras garantías si fuera necesario.
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Arlene Foster, líder del Partido Unionista Democrático, advirtió, por su parte, que “hacer pequeños ajustes” no servirá. Sólo serán suficientes “modificaciones fundamentales en el texto legal”, dijo.
Eso deja a la primera ministra atrapada entre una UE inamovible y sus implacables detractores.
Y si bien la victoria de este miércoles significa que está a salvo del cuestionamiento de su liderazgo durante otro año, ahora sabe que más de un tercio de los legisladores conservadores no quiere que sea primera ministra.
Un ministro del Gabinete, que no quiso que se lo nombrara, dijo que la promesa de May de no tratar de obtener un nuevo mandato fue una concesión necesaria para dar a quienes la critican la tranquilidad de que no continuará indefinidamente como líder. Otro integrante de su gobierno dijo que esto la ha dejado gravemente debilitada y que los complots para sucederla no harán más que aumentar, en tanto todos se preguntan: ¿cuándo se irá? y ¿quién la reemplazará?
ED