Investigadores habrían descubierto una fuente de juventud, pero el argumento no convence fácilmente. Se trata de consumir muchas menos calorías.
Aparentemente, no se trata de perder peso, sino de los beneficios de no sobrecargar nuestras células. Científicos han descubierto que reducir el consumo de alimentos puede duplicar la esperanza de vida de los ratones y añadir años a los monos. Y ahora, un gran estudio clínico llamado Calerie presenta nueva evidencia de un posible efecto en humanos con base en una prueba de dos años que cambió los marcadores moleculares del envejecimiento en sujetos privados de calorías.
Hablar de reducir la ingesta de alimentos puede ser un tema difícil. Para la gente, comer es un placer y es necesario alimentarse para sobrevivir. No comer lo suficiente puede ser un problema, es posible caer en desnutrición y hasta llegar a tener trastornos alimentarios. Y para aquellos que intentan perder peso, reducir la cantidad de alimentos es muy difícil. Seguramente, debe existir una mejor fuente de juventud en algún lugar, ¿no?
De hecho, los científicos responsables del estudio esperan que los resultados puedan ayudar a comprender el ingrediente secreto en la restricción calórica que permite la prolongación de la vida, y así las personas puedan beneficiarse de maneras más agradables. Dicen que pronto podríamos encontrar formas de prolongar nuestras vidas con ajustes relativamente menores a nuestra dieta alimentaria, incluidas prácticas actualmente de moda como el ayuno intermitente o restringir la ingesta a ciertas horas, sin necesidad de dejar de disfrutar nuestras recetas o restaurantes favoritos.
Hacer dieta es muy difícil, y evidenciaron durante el ensayo de dos años que los sujetos del estudio solo lograron una pequeña reducción de alrededor de 300 calorías por día menos de lo que consumían anteriormente. Y, sin embargo, obtuvieron un beneficio medible.
Esto podría significar que no tenemos que sufrir (demasiado) para beneficiarnos de los hallazgos, dijo Sai Krupa Das, estudiante de envejecimiento y nutrición en Tufts University y coautora del estudio.
Una evidencia observacional a favor de la restricción calórica provino de la isla de Okinawa, donde, hasta hace poco, las personas gozaban de la esperanza de vida más larga del mundo y su dieta tradicional era inusualmente baja en calorías.
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Otro dato provino de Roy Walford, médico e investigador de California University (Los Ángeles), fundador del movimiento moderno de restricción de calorías. En 1991, se unió a seis bionautas y se encerraron en un domo en el desierto de Arizona donde se suponía que debían cultivar su propia comida. Rápidamente, la producción se quedó corta y entonces convirtió el fiasco en un experimento de restricción de calorías e informó muchos indicadores de mejoría en la salud entre sus hambrientos compañeros.
El estudio Calerie publicó sus hallazgos en Nature Aging. Los voluntarios fueron asignados de manera aleatoria a uno de dos grupos. Se suponía que un grupo debía comer solo el 75% de su ingesta normal durante un período de dos años. Los demás, en el grupo de control, comían como de costumbre.
El grupo de reducción de calorías trabajó con nutricionistas para definir cuál era su ingesta normal y cómo reducirla sin dejar de consumir suficientes proteínas, vitaminas y minerales. Al final de la prueba, habían reducido unas 300 calorías de su ingesta diaria, aproximadamente la mitad de la meta (como ya lo mencioné, comer menos es realmente difícil).
El estudio tiene un par de limitaciones. El tamaño de la muestra fue pequeño: solo 220 personas en los dos grupos. Además, los que redujeron las calorías trabajaron de la mano con un nutricionista y podrían haberse beneficiado del consumo de mejores alimentos que los sujetos de control, no solo de haber comido menos.
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No obstante, los cambios que hicieron mostraron algunos beneficios importantes para la salud, dijo William Kraus, cardiólogo de Duke University que colaboró en el estudio. En comparación con los sujetos de control, el grupo ligeramente privado de calorías registró marcadores de mejor salud cardiovascular y metabólica.
Los sujetos comenzaron con un índice de masa corporal de entre 22 y 28, que se considera de normal a con sobrepeso. Tendían a perder peso en la etapa temprana del estudio y luego se estabilizaban.
Pero incluso después de que dejaron de adelgazar, siguieron registrando mejorías en su salud, según mediciones de sangre, un hallazgo publicado en un artículo previo. El nuevo estudio analizó en los mismos sujetos lo que los investigadores llaman “relojes de envejecimiento”. Estudiar estos cronometradores moleculares requiere rastrear los cambios en algo llamado marcadores epigenéticos: pequeñas piezas químicas que se adhieren y bloquean la activación de ciertas partes del ADN. Nuestros marcadores epigenéticos pueden moverse lentamente y mezclarse con el tiempo, algo que los científicos han aprendido a usar para estimar la edad.
En lo que se centró este estudio fue en la tasa de envejecimiento, dijo Daniel Belsky, epidemiólogo y coautor del estudio, de la Escuela de Salud Pública de Columbia. Vieron señales de que las células de los que redujeron las calorías estaban envejeciendo un poco más lentamente. Marcó una pequeña diferencia en general, pero podría ser algo significativo si los sujetos mantuvieran una ingesta calórica reducida. Das, de Tufts, dijo que trabaja en un estudio de seguimiento para ver si los sujetos mantuvieron los nuevos patrones de alimentación y cómo los afectó.
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Kraus, el cardiólogo, expuso algunas razones por las que comer menos podría retrasar el envejecimiento. La parte de nuestras células que produce energía, llamada mitocondria, se sobrecarga cuando uno come mucho. “Es como calentar el motor de un auto”, dijo. Se producen subproductos tóxicos: especies oxidativas reactivas, también conocidas como radicales libres.
Por lo tanto, reducir las calorías puede moderar la carga de esas mitocondrias, dijo. El ejercicio puede tener un efecto similar y ayuda a las mitocondrias a quemar la basura metabólica. “Reduce la carga de basura en la celda y hace que sea más eficiente”, dijo.
Todavía hay mucho que los científicos tratan de aprender sobre los beneficios de la restricción calórica y si el ayuno intermitente realmente tendría los mismos beneficios.
Pero antes de dejar esos chocolates, la historia de Walford, el investigador del biodomo, conlleva una advertencia importante. Sí, según los informes, comió de manera escasa toda su vida y se mantuvo delgado con una estatura de 1,73m y un peso de 59 kg. Pero Walford desarrolló una esclerosis lateral amiotrófica (debilitante enfermedad neurológica) y murió a los 79 años.
Reducir las calorías podría ayudar a las personas a vivir más tiempo y de manera más saludable en promedio. Pero no hay garantía de que agregue años de vida.