En diálogo con Canal E, Ayelén Kalenok, licenciada en Relaciones Laborales, analizó el avance del algoritmo como jefe silencioso y alertó que “funciona como un jefe clásico, pero con menos humanidad y cero transparencia”.
¿Quién manda cuando no hay jefe?
En un mundo laboral cada vez más automatizado, Kalenok explicó que, aunque no haya un jefe visible, el control sigue existiendo a través de sistemas automáticos. “Lo que pasa es que hay un algoritmo que cumple exactamente el mismo rol que un jefe tradicional”, señaló.
Según detalló, en plataformas de viajes, logística o ventas online, el algoritmo determina recompensas, sanciones y visibilidad. “Influye directamente en cuánto vas a facturar o cuál va a ser tu ingreso a fin de mes”, advirtió.
“No acepta ningún tipo de excusas, no acepta matices, no hay lugar para la parte blanda de las relaciones humanas”, enfatizó Kalenok, al destacar el carácter rígido e inapelable de estos sistemas. Esta lógica, según afirmó, convierte el trabajo en una especie de juego, donde se avanza o retrocede según un sistema de puntos oculto: “Lo que hagas te genera más puntos, esos puntos te hacen subir de nivel, y ese nivel te da más o menos beneficios”.
La opacidad como regla
Uno de los problemas más preocupantes, según Kalenok, es la falta total de transparencia en cómo funcionan los algoritmos. “La mayoría de los trabajadores no sabe cuáles son las reglas que rigen su trabajo ni por qué les pagan más o menos”, afirmó. Esta opacidad deja a los trabajadores a merced de un sistema que castiga sin explicar y premia sin criterio claro.
“Hay reglas que se saben, pero la gran mayoría no se sabe”, reiteró, y advirtió que la reputación de los trabajadores puede verse afectada por demoras mínimas, incluso si son por razones válidas. “Una demora en responder puede afectar cuánto vendés, tu posicionamiento y tu ingreso mensual”, explicó.
Incluso se ha desarrollado un mercado paralelo de software y “tips” para descifrar estos códigos ocultos. “Empezaron a comercializar programas que indican con qué plataforma conviene trabajar según el día o la hora”, señaló. Sin embargo, advirtió que “mucha de esa información también está basada en especulaciones, y no siempre es efectiva”.
Kalenok sostuvo que la lógica algorítmica premia cantidad sobre calidad. “Una respuesta rápida no siempre es una buena respuesta. No se valora la calidad del servicio, solo la velocidad o la productividad”, criticó. Esta visión, dijo, despersonaliza el trabajo y lo aleja de un enfoque más humano y sostenible.