Nicolás Taiarol, economista del Centro de Economía Política Argentina (CEPA), dialogó con Canal E sobre el fuerte deterioro del tejido productivo y laboral en el país desde el cambio de gobierno.
Golpe a las PYMES: más de 250 mil empleos formales perdidos
La motosierra económica parece haber pasado por el corazón del empleo registrado. Según Taiarol, “lo que vemos es una disminución muy marcada a nivel nacional de poco más de 18.000 empleadores que no registran trabajadores”. A esto se suma una pérdida de más de 253.000 empleos formales en todo el país.
El caso de la Provincia de Buenos Aires es igualmente alarmante: “ese número asciende a 4.400 y pico de empresas que dejaron de declarar trabajadores”, detalló. Para Taiariol, esto no se trata solo de una caída en la cantidad de empleados, sino de cierres definitivos: “entendemos que son empresas que cierran, porque difícilmente una empresa sin trabajadores pueda seguir operando”.
El consumo desplomado y la informalidad como refugio
El especialista explicó que el 60% a 70% de la actividad económica argentina depende del consumo privado, y que su contracción tiene efectos directos en las PYMES: “Cuando cae ese consumo privado, repercute principalmente en las pequeñas y medianas empresas”.
Pese a la pérdida masiva de empleo, el índice de desocupación no se dispara. ¿La razón? La informalidad: “aparece el trabajo en aplicaciones, el monotributo, el emprendedorismo que este gobierno plantea”.
El CEPA, que realiza un seguimiento territorial, observa que las PYMES bajan sus persianas, cierran y los dueños tratan de reinventarse. Pero el panorama es sombrío: “Las máquinas quedan ahí esperando que el día de mañana la cosa mejore. Algunos tratan de vender las máquinas”.
Importaciones descontroladas: un déjà vu de los años 90
Para Taiarol, la apertura irrestricta de importaciones es otro factor que acelera el declive de la producción nacional. “Estamos reviviendo lo que pasó en los años 90”, aseguró, en referencia a la invasión de productos baratos del exterior que desplazan a la industria local.
“Cuando se apuesta por lo importado, la contracara son los talleres, las metalúrgicas, las fábricas que van cerrando”, lamentó. La experiencia actual remite a un modelo que, según el economista, “ya demostró que no funciona para un país que quiere sostener su producción y empleo”.