En diálogo con Canal E, Eugenio Semino, defensor de la tercera edad, analizó el futuro de los jubilados en 2026 y advirtió que la falta de decisión política profundiza un drama social invisibilizado.
La reforma jubilatoria quedó fuera de la agenda inmediata del Gobierno y del Consejo de Mayo, una decisión que genera fuerte preocupación entre especialistas y organizaciones de adultos mayores. Para Semino, la postergación no es casual. “Se dejó de hablar de la reforma previsional y ahora se plantea prorrogarla para fines del año que viene”, señaló, y fue categórico: “Esto es realmente inadecuado, un verdadero disparate”.
El especialista explicó que la previsión social en Argentina depende de dos grandes fuentes de financiamiento. “La seguridad social se sostiene con el trabajo y el fisco, es un sistema de reparto asistido”, recordó. Por eso, advirtió que cualquier modificación parcial genera efectos colaterales. “Si se bajan aportes o contribuciones patronales, se desfinancia aún más un sistema que ya está quebrado”, afirmó, en línea con lo que reconocen distintos actores políticos.
Jubilados pobres y un sistema en crisis
Semino también puso el foco en el rol de los impuestos. “El IVA es el tributo que más financia a la seguridad social”, explicó, y alertó que tocar ese recurso implica un impacto directo sobre los jubilados de menores ingresos. En ese sentido, sostuvo que la postergación de la reforma previsional responde a una lógica fiscal. “La seguridad social sigue siendo lo que apalanca el superávit fiscal”, afirmó, y agregó: “Son los jubilados los que están sosteniendo ese superávit”.
Más allá del debate estructural, el defensor de la tercera edad remarcó la urgencia social. “Las reformas son siempre hacia el futuro, pero hoy tenemos jubilados en un estado gravísimo de infraconsumo”, dijo. El dato es contundente: “Cinco millones de jubilados van a estar cobrando 420.000 pesos con una canasta que llega a 1.500.000”.
Según Semino, esta situación genera efectos en cadena. “El jubilado, al momento de retirarse, sale a buscar un nuevo trabajo para subsistir”, explicó. Eso provoca que “le quite un puesto a un joven que debería ingresar al mercado laboral formal”, empujándolo a la informalidad. Para el especialista, “no se está tomando dimensión de lo que implica que alguien que trabajó 30 o 40 años no pueda subsistir”.
Falta de voluntad política y un drama social invisible
Consultado sobre si existe voluntad política para revertir este escenario, Semino fue crítico. “No la veo expresada ni en el oficialismo ni en la oposición”, afirmó. Recordó que hubo intentos de mejoras parciales en 2024 y 2025. “Se sancionaron leyes con pequeños reajustes y la incorporación del bono al haber, pero en ambos casos hubo veto”, detalló, y lamentó que “nunca se avanzó con decisión política para revertirlo”.
Desde su trabajo cotidiano, el diagnóstico es alarmante. “Atendemos entre 200 y 400 casos por día”, contó, y describió una realidad cruda: “El jubilado no puede comprar medicamentos, no puede comer lo que necesita ni mantener su casa”. Para Semino, se trata de “un verdadero drama social no visibilizado ni tenido en cuenta por los decisores políticos”.
Aun así, cerró con un mensaje esperanzador. “Los gerontólogos somos optimistas patológicos”, dijo, y expresó su deseo de que en 2026 “se tenga presente que hay alguien que trabajó toda una vida y no puede ni levantar la copa con agua”.