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Defensora de Género

A una década de un acuerdo regional para garantizar derechos

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Cepal. Se cumplen diez años del Consenso de Montevideo, que puso a América Latina y el Caribe en la avanzada de los derechos humanos. | cedoc

El 15 de agosto se cumplieron diez años de un acuerdo regional que puso a América Latina y el Caribe en la avanzada de los derechos humanos, especialmente los de la igualdad de género. Me refiero al Consenso de Montevideo, que no tuvo en su momento la difusión que merecía, ni luego tampoco. Aclararemos que el Consenso de Montevideo es un acuerdo regional adoptado en la Primera Conferencia Regional de Población y Desarrollo, en la que se examinaron avances y dificultades que se registraron en la implementación del Plan de Acción de la Conferencia Internacional de Población y Desarrollo de El Cairo en 1994, a veinte años de su aprobación. Esa Conferencia conocida como “Cairo”, tuvo una muy amplia difusión en su preparación y al aprobarse el Plan de acción discutido y negociado en la Conferencia, y en los países popularmente.  Fue conocido y comentado porque se discutieron temas de sexualidad y reproducción, entre ellos el aborto, que despertó gran interés y atrajo al público general. Al cumplirse los veinte años, en la región gobiernos, agencias del sistema de Naciones Unidas y organizaciones de la sociedad civil se involucraron y participaron. Se congregaron las organizaciones de base con las personas de la academia y universidades, con politólogos, demógrafos, médicos y profesionales de la salud, entre otros. Todos con sus avances y sus luchas frente a las dificultades. Lo interesante es y fue que no existió indiferencia; todos comprometidos, allí reside la fortaleza de estos derechos, están vinculados a todas las personas durante toda su vida. 

La Conferencia de Cairo en el 94 nos encontró a los argentinos bajo el gobierno de Menem que se “convirtió” a las posiciones y criterios de la Iglesia Católica en forma total, como ocurre con los conversos. Fue así como tuvimos una importante delegación, que se opuso a todos los temas junto a la Santa Sede, llegando hasta rechazar el uso de preservativos para la prevención de la transmisión del vih/sida. Estas posiciones fueron muy minoritarias, así que se aprobó un documento de avanzada. Argentina hizo reservas que no impactaron. En Montevideo en el 2013 la situación era otra y conseguimos un documento con un amplísimo consenso que planteó la igualdad y el respeto de los DD.HH., incluida la niñez y adolescencia, el acceso universal a servicios de salud sexual y reproductiva, el reconocimiento de derechos de los pueblos indígenas, afrodescendientes, y de las personas ancianas. Fue Importante el reconocimiento de las personas migrantes y de las políticas de migración. Todos estos derechos están vigentes y avalados en leyes. Si bien hay algunos sectores que los cuestionan porque dicen son “construcciones ideológicas para obtener ventajas”, esto no tiene sustento ya que cuando se consulta a la población, la gran mayoría reconoce que son derechos incorporados y no se cuestionan. El tema del aborto es un ejemplo: en el país se aprobaron las dos leyes simultáneamente que permite a las mujeres con sus parejas y familias decidir frente a un embarazo si continuar, y en caso de necesitar apoyo, se le garantiza para los mil días del nacido. Si quiere interrumpir también se le facilita la consejería y la provisión del servicio. Esto es apoyar el derecho a la vida del binomio, si se separan se apoya supuestamente la vida de uno, mientras la vida de las mujeres corre serio riesgo y no podemos asegurar la del futuro hijo. La vida se asegura cuando se da la posibilidad de optar y eso es lo que la población acepta mayoritariamente. También se apoya la educación pública gratuita y la salud pública. La pandemia nos ayudó a entender que los servicios públicos de salud se deben articular con los privados, no eliminar porque son de acceso universal y tienen cobertura de calidad en todo el país. No logramos todo, pero sí avanzamos mucho, ya no hay retroceso.