Como si los demonios actuales y de la gestión macrista no fueran suficientes, insólitamente JxC ha decidido poner en la mesa de la campaña electoral el intragable plato del 2001, año del desbarranque y caída del gobierno aliancista de Fernando de la Rúa, con derrame de sangre y estallido social histórico.
A ese déjà vú con formato de estrés postraumático se llegó esta semana mediante la utilización de términos simbólicos. Blindaje, dólar y FMI son algunos de esos ejemplos dichos con una liviandad rayana en la improvisación o la ignorancia. Cualquiera de las opciones resulta peligrosa.
Lo más curioso es que no fue el peronismo el que agitó ese fantasma, sino la propia oposición, que se percibe favorita para volver a ocupar el poder desde el 10 de diciembre. Y lo hizo en boca de nada menos que Patricia Bullrich, actual precandidata presidencial de JxC y exministra de aquella administración De la Rúa. Riesgoso antecedente para el autopromocionado “todo o nada”.
Insólitamente, JxC puso en la mesa de la campaña electoral la caída de la Alianza
Es cierto que tanto Elisa Carrió como su diputado Juan Manuel López habían planteado semanas atrás su prevención respecto a que un posible gobierno de Bullrich podría derivar en ajuste con represión como 2001. Nota al pie: la Coalición Cívica juega para Horacio Rodríguez Larreta en la interna de JxC.
Sin embargo, fue la propia Bullrich la que instaló este recuerdo, cuando esta semana en dos escenarios amigables se refirió a que planea recurrir a un blindaje del FMI para salir rápidamente del cepo al dólar. Nadie de su equipo económico, empezando por Luciano Laspina, su cabeza visible, salió a respaldarla y masticaban en privado su desazón por una incontinencia fuera de programa.
El primero que se aprovechó del desliz fue Larreta, su rival en las PASO, quien descalificó la propuesta por haberla usado De la Rúa y la mandó a estudiar historia. Un novel funcionario larretista, el economista Martín Redrado, fue más tajante: “El blindaje es un engendro financiero que no funcionó en 2001”.
En 2012 Kicillof llamaba “tarados” a los que pedían respetar el estatuto de YPF
Con semejante menú servido en bandeja en plena campaña, el oficialismo se subió a la degustación crítica. Sergio Massa, Agustín Rossi y Santiago Cafiero fueron algunos de sus intérpretes más notables. La reacción peronista podría entenderse no solo desde la táctica proselitista, en tren de hacerle daño a un adversario. También posibilita disimular el propio daño autoinfligido.
Uno de ellos es el generado por las medidas puestas en marcha para acordar con el FMI, en un entendimiento proclamado el viernes 28 y por el que el organismo girará US$ 7.500 millones en agosto, el mes de las primarias. Con el argumento de que es el mal menor, Massa le hace tragar otro gran sapo al kirchnerismo. No será el último, en nombre de las urgencias y necesidades mutuas.
Pese a lo expuesto en público, el paquete lanzado por el Ministerio de Economía puede aportar velocidad a la inflación y a la caída de la actividad. Un dato poco conocido en los medios porteñocentristas es que hay varias empresas en Vaca Muerta que vienen advirtiendo sobre las dificultades que tienen para operar por las limitaciones para importar insumos. Días atrás, una de las firmas líderes en hacer perforaciones y dar servicio a las principales petroleras de la zona alertó que podría tener que frenar su operación. Expertos avisan que si se para el ritmo de perforación y fractura en Vaca Muerta, se arriesgan entre 20 y 25 mil empleos. Se entiende mejor por qué al oficialismo le cayó como anillo al dedo el eje 2001.
Pero quien llamativamente mantuvo silencio sobre lo que dijo Bullrich fue Axel Kicillof, que no se la suele perder y sí aprovechó para cruzarla por redes sociales en relación con Cristina Fernández de Kirchner. Acaso el gobernador no reparó en lo del blindaje bullrichista por estar muy metido en la campaña. O podría ser que evaluara que era mejor no asomar la cabeza en cuestiones económicas, justo cuando en Nueva York un tribunal condenará a pagar al Estado argentino entre 5 mil y 16 mil millones de dólares por desprolijidades en la expropiación de YPF en 2012. “Los tarados son los que piensan que el Estado tiene que ser estúpido y comprar todo según el estatuto de YPF”, decía Kicillof en aquel momento como interventor de la compañía. Complicado explayarse ahora al respecto.
El que sí aprovechó también para despacharse fue Javier Milei. Atrás quedaron los momentos de romance político con la precandidata presidencial de JxC: en busca del voto no hay amor que valga. “El plan de Bullrich es peor que el blindaje de De la Rúa”, le asestó el líder libertario.
Podría resultar extraño que el dardo parta del mismo personaje que, si nos limitamos a algunas de sus propuestas económicas, postula la eliminación del Banco Central y la dolarización, mediante divisas que está gestionando en secreto, según advirtió en un programa de A24.
Más peculiar es que en su recorrida proselitista, Milei inste a sus decenas de seguidores callejeros a que canten con él “Que se vayan todos”, el grito de guerra social 2001, con la justificación de que no se fue nadie. Error: tras el estallido y la convulsión surgieron el kirchnerismo y el PRO, que marcaron la vida política argentina de las últimas dos décadas. Otro que debería estudiar un poco de historia. Nunca viene mal.