COLUMNISTAS
nueva etapa

Comienza un camino incierto

Será muy difícil 2024. Pero después de veinte años de kirchnerismo, el país merece una nueva oportunidad.

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Gótico vernáculo. | Pablo Temes

Finalmente –y por fortuna– el gobierno de Alberto Fernández y Cristina Fernández de Kirchner terminó. Esa es una muy buena noticia. El daño que la dupla de los Fernández le ha hecho al país es inconmensurable. Sus efectos y consecuencias se sentirán por años.

El discurso de despedida del Presidente fue, sencillamente, patético. El mensaje subyacente a lo largo de los interminables minutos que duró su insoportable perorata fue el de presentarse como víctima. En lo que ha sido una cantilena repetida durante todo su mandato, su fracaso fue producto de causas ajenas, comenzando por el gobierno de Mauricio Macri, siguiendo por el Fondo Monetario Internacional, la pandemia de coronavirus, la guerra en Ucrania y la sequía. La asunción de responsabilidades por el fiasco rotundo de su gobierno fue tenue. AF pretendió presentarse como un hombre bueno y lleno de intenciones nobles a quien el destino y la suerte no lo acompañaron. Por supuesto que nada de eso es verdad. He ahí el caso de los países de la región, que también sufrieron sequías severas y no padecen la crisis económica de la Argentina, y ninguno de ellos ha padecido ningún efecto colateral causado por la guerra en Ucrania.

El discurso de despedida de Alberto Fernández fue sencillamente patético

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En los cuatro años de este gobierno aumentaron los índices de inflación y de pobreza, la educación empeoró, la inseguridad creció, la corrupción continuó y a todo esto hay que sumarle la situación desesperante vinculada a la subocupación. El presidente  que se va habló de la creación de puestos de trabajo, lo que no dijo fue que, en muchísimos casos, los salarios para la gente que tiene un trabajo formal –en blanco– los condena a vivir bajo la línea de pobreza. Vale decir que un trabajo ya no alcanza para vivir dignamente, y eso se ha transformado en uno de los grandes problemas que dejó el gobierno saliente.

La lista no se agota allí. La Cámpora copó las cajas del poder –Anses, PAMI, Aerolíneas Argentinas, YPF–, las reservas del banco Central se esfumaron, la salud pública continuó su imparable deterioro, se reabrieron ramales ferroviarios con trenes que cubren trayectos a velocidades del siglo XIX, los jubilados siguieron cobrando haberes miserables, mientras que a CFK le convalidaron el cobro de una jubilación privilegiada varias veces millonaria.

A esta serie de hechos escandalosos hay que agregarle el de la decisión de no comprar las vacunas contra el covid 19 de Pfizer –que fueron las primeras que autorizó el Anmat– por razones que resultaron ser falaces que –hay que recordar– fueron desde la pretensión por parte del laboratorio de quedarse con prácticamente medio país, hecho que significó la muerte de decenas de miles de personas.

La inmoralidad de Alberto Fernández no tiene límites. La vergüenza la perdió hace rato.

Así las cosas, a Javier Milei le tocará asumir en medio de una crisis sin precedentes. La forma en que logre explicar de manera clara para la mayoría la herencia recibida determinará en gran medida la suerte del inicio de su mandato. Milei es un hombre inteligente que ha demostrado saber plantarse ante los excesos de quienes quisieron abusar de su debilidad territorial y legislativa. Hubo puertas adentro de La Libertad Avanza discusiones acaloradas por los nombramientos y las presiones para ceder cargos a supuestos aliados. Un hombre que conoce la génesis de esas internas lo describió así: “Están todos operando de una manera asquerosa. Interna y externamente. Cada vez que Javier hizo público un nombre para tal o cual cargo, tenías a la gente de Marra –por Ramiro– levantando el teléfono para bajar o subir al candidato. Lo mismo ocurrió con el PRO y, especialmente, con Mauricio Macri. El nivel de presión para colocar gente dentro del Gobierno fue y es insoportable”, cerró la fuente que integra los equipos técnicos del gobierno electo.

El presidente libertario construyó su propia fortaleza. Supo desde el comienzo que no le sería tan rentable cerrar filas con el ala dura del PRO, porque, en última instancia, contaría con su apoyo natural por cercanía ideológica y pragmática. De ahí que se concentró en tender puentes sólidos con figuras del peronismo como Florencio Randazzo y el cordobés Juan Schiaretti. El límite es el kirchnerismo que, por otra parte, se ha esforzado en hacerle la vida imposible desde los pequeños gestos como bloquearle las autoridades del Senado hasta las amenazas de sectores marginales del gremialismo K y las organizaciones sociales. Es inaceptable que alguien crea que tiene el poder de salir a disputar en “la calle” la legitimidad de un gobierno elegido por el pueblo. La concepción fuertemente antidemocrática del kirchnerismo es un lastre que tendrá consecuencias en la vida institucional del país que viene.

La reconfiguración del poder en la oposición es una discusión que apenas comienza

La reconfiguración del poder dentro de la oposición es también una discusión que apenas comienza. La implosión de No tan Juntos por el Cambio ha dejado heridos en todas sus filas. Los 92 diputados con los que cuenta en la Cámara baja y los 24 senadores de la Cámara alta son a todas luces testimoniales. Miguel Ángel Pichetto, Emilio Monzó y Ricardo López Murphy ya avisaron que conformarán un bloque propio en Diputados. Tampoco es seguro que los radicales de Evolución o la línea que responde al gobernador Gerardo Morales voten acompañando la bancada. La reconfiguración es total y obligará a los alfiles de La Libertad Avanza a negociar punto por punto de cada ley con un bloque fragmentado. De ahí que cobra aún más valor el acercamiento de Milei a los sectores más potables del peronismo.

La Argentina inicia un camino incierto; 2024 será un año muy difícil. Queda en el sentir de los ciudadanos sostener con un voto de confianza los tiempos que vendrán. Luego de veinte años de kirchnerismo, el país merece una nueva oportunidad.