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Cristina y el agujero negro

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Espero no anotar demasiados disparates teóricos en mi afán de divulgar y transmitir información. Pero según datos obtenidos en altísimas fuentes poco confiables (internet), hasta hace unas pocas décadas la física aseguraba que el agujero negro era un lugar tan denso y poseía una fuerza gravitatoria de tal magnitud que nada que cayera en su interior podría salir de allí jamás. Desde las Obras completas de Sócrates con prólogo de Carlos Menem hasta llegar a los fotones, las partículas que transportan la luz a la mayor velocidad posible en nuestro universo, nada sería capaz de escapar a su captura. Pero en 1975 Stephen Hawking probó –y escapa a esta columna el examen de la demostración– que en realidad estos agujeros no son tan negros como parecía, y que, al contrario, emiten radiación. Esto planteaba un problema, porque si la emisión existe, eso significa que los agujeros negros pierden masa, al ritmo que fuere, y su consecuencia espacio-temporal (ya fuera hoy, mañana, o dentro de miles de millones de años) es que el agujero negro irá perdiendo masa hasta desaparecer. Y otro más, porque según la física cuántica, si un agujero negro se evapora, toda la información contenida desaparecería, lo que sería un absurdo, porque llevaría a varios estados a convertirse en uno solo (¿cómo lo múltiple se vuelve uno, cómo algo pasa a ser –no ser– nada?).

El dilema sobre la pérdida es atávico en el ser humano. Qué se pierde y qué se recupera, donde se guarda lo que se tiene, y en qué rincón queda lo que creemos haber perdido. En términos científicos, al problema se lo conoce como “la paradoja de la pérdida de información”, y rompió la croqueta de miles de científicos durante cuarenta años, hasta que hace pocos meses el propio Hawking dijo haberlo resuelto: “La información no se almacena en el interior del agujero negro sino en sus límites, en el horizonte de sucesos, de donde la información puede escapar”, dijo. Sería así: al pasar por ese horizonte (que es la línea imaginaria que separa al agujero negro del resto del universo) todas las partículas dejan una especie de “copia” de sí mismas que puede escapar del agujero negro, con lo que esa información no desaparecería siquiera con la desaparición del propio agujero, sino que permanecería, aunque inservible. E incluso habría otra posibilidad: que la información perdida dentro del agujero estuviera almacenándose en otros universos alternativos al nuestro, porque el agujero negro sería en realidad una especie de puente o pasadizo hacia esos otros universos.

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¿Será El Calafate el otro universo y el Tango 01 el puente que conduce a la información en cajas que Cristina se llevó, y la copia serían aquellos datos inútiles que guardan sus ministros y cuyo traspaso le retaceó a Macri, pretendiendo demostrar que el horizonte de sucesos sigue siendo ella?