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Poder judicial

Makintach y los contactos dorados

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Makintach. Podríamos especular que la suerte ya estaba echada. para Julieta Makintach, aun antes de que comenzara su juicio políticde muerte es una estupidez. | cedoc

Podríamos especular que la suerte ya estaba echada para Julieta Makintach, aun antes de que comenzara su juicio político. Pero incluso admitiendo que las cosas fueron así, eso no nos exime de analizar el derrotero dibujado por el proceso de destitución que debió afrontar la exmagistrada. Antes, vale la pena explicitar algo que en los pasillos de tribunales se sabe cabalmente: si a todos los integrantes de la Justicia se los inspeccionara con la misma rigurosidad, habría, antes que la propia Makintach, muchos operadores jurídicos enfrentando un Jury. Con otras palabras, si bien existen miembros díscolos en numerosas instituciones, dentro del Poder Judicial no pocos se comportan tan –o más– reñidos que Makintach con el pudor y de cualquier modo siguen en su cargo.

El desenlace, como dijimos, fue el de su remoción. Y si bien pueden surgir distintas hipótesis sobre esta historia de exclusión, no caben dudas de que se trata de un evento con múltiples aristas. Una de estas aristas es la posible pérdida –o reconfiguración; el tiempo lo dirá– de los contactos dorados de la jueza eyectada. ¿Qué significa esto? En el libro Una sociología de la vida en común, los investigadores Gabriel Kessler y Juan Ignacio Piovani trazaron un panorama de la sociedad argentina a partir de un minucioso análisis sobre los vínculos que nos permiten dar y recibir afectos, favores, dinero, cuidados o consejos. En un pasaje de la obra hacen referencia, precisamente, a los contactos dorados, que serían aquellas personas con perfiles específicos a las cuales acudir en situaciones difíciles de sobrellevar. Ahora bien, ¿cómo pensar los contactos dorados hacia el interior de la administración de justicia? Los juicios políticos a sus integrantes, como el que atravesó Makintach, pueden ser un buen disparador.

Sabemos que las autoridades legislativas y ejecutivas suelen actuar de un modo similar frente a casos escandalosos como el del fallido juicio por la muerte de Diego Maradona: el problema para el campo de la política no es la institución judicial, no son sus prácticas, el problema son determinados actores judiciales con rostro y despacho propio. Y si evitamos juzgar con semblante moral esta conducta por parte de dichos políticos, luce bastante razonable: si ellos admitieran que el problema central es el Poder Judicial o sus lógicas arraigadas, se verían obligados a impulsar cambios profundos que podrían traerles dolores de cabeza y magras ventajas electorales. Por el contrario, si identifican que el estorbo son los actores judiciales con nombre y apellido, en este caso Julieta Makintach, desanudar el conflicto termina siendo relativamente más sencillo y con un bajo costo de cara a la opinión pública.

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Volviendo al tema de los contactos dorados, si hubiésemos hipnotizado a la exjueza antes del fallido juicio por Maradona, es probable que creyera que aún gozaba de esos vínculos –judiciales y extrajudiciales– con atributos específicos a los cuales recurrir frente a una situación tan amenazante como la que atravesó. El punto es que su expectativa se vio frustrada cuando, en efecto, necesitó de esas ayudas y no llegaron. En definitiva, los contactos dorados pueden servir para ingresar al Poder Judicial, incluso para ascender en su organigrama. Pero Makintach verificó dolorosamente que ya no los tenía cuando se vio obligada a empezar a contemplar la vida alejada de tribunales.

* Investigador del Conicet | UNLP | Instituto de Cultura Jurídica.