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Crítica del kirchnerismo

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En su prólogo a la Saga de Egil Skallagrimsson, Borges termina diciendo: “Es innegable que los hechos no ocurrieron precisamente así; es innegable que de manera menos dramática y menos sentenciosa ocurrieron sustancialmente así”. Es fácil advertir que la conclusión de este texto de Borges remite a la conclusión de otro texto de Borges, el colosal Emma Zunz. También allí plantea Borges una cierta oposición entre la vana precisión de tal o cual detalle y la sustancia de lo que es verdadero de manera más profunda. Raramente, y no sin claras diferencias, se acerca en esto al crítico húngaro Georg Lukács, para quien el realismo literario dependía de la captación de una verdad social profunda y no del reflejo especular de los detalles de la mera apariencia. Como no hablaba de verdad o de realidad, sino del “efecto de lo real”, Roland Barthes prefirió en cambio destacar la eficacia retórica de los detalles, artilugio de una sugestión que él asignó a Flaubert pero que curiosamente no está tan lejos de algunos cuentos del propio Borges.
Son maneras de entender los mecanismos por los cuales determinados relatos pueden componer sentidos, designar verdades, representar el mundo. Hayden White lo ha desarrollado, a propósito de las narraciones históricas, para analizar cómo narrar implica siempre interpretar (y no porque se interprete lo narrado, sino porque narrando se interpreta). Y eso no supone para nada que la historia sea ficción ni un invento subjetivo. Lo menciono porque tengo la impresión de que la palabra “relato”, tan meneada en este tiempo, tiende un poco a simplificarse en su acepción trivial de mentira o encubrimiento, lo que a mi entender debilita la posibilidad de dirigir al kirchnerismo una crítica aun más punzante, que no pase solamente por desmentir datos o por destapar ollas ni por la idea de que es kirchnerista todo aquel que no le diga yegua a Cristina.