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semana intensa

Derrames con saldo incierto

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Sorpresa. Mientras hablaba ante economistas, no vio venir la suba del riesgo país. | cedoc

Justo después de que Javier Milei afirmó que, a pesar de la crisis, nadie se muere de hambre en la Argentina, el arzobispo Jorge García Cuerva se despachó en el tedéum contra la dureza del corazón de los fariseos. Doble puntazo eclesiástico contra el Presidente: objetó la falta de piedad del Gobierno ante la parálisis del pueblo por mala nutrición, falta de educación e infame existencia económica de los jubilados y, al mismo tiempo, recordó indignado a la secta de los fariseos que intentaron asesinar al Señor (versión San Marco), aquellos judíos religiosos también llamados hipócritas que hoy podrían endosarse al devoto Milei si se hiciera una actualización siniestra de aquellos tiempos. Alusiones obvias al sectarismo: una general, descriptiva, y otra personal, teledirigida. Afrentosa, aun para los representantes de la comunidad hebrea presente en la Catedral, tan memoriosos como el prelado católico.

Si fuera jesuita como Francisco, uno pensaría que García Cuerva practica una jugada florentina contra un personaje que detesta junto a su mentor vaticano, hasta por la creciente fama internacional que cosecha el “señor Time”, aduciendo que el Señor está enojado contra aquellos que no pestañean ante el pueblo enfermo. O sea, Milei. Ni siquiera admitió el parcial éxito del bombardeo oficial contra la inflación, un proceso de disminución progresiva del “impuesto a los pobres” que el año pasado le preocupara y denunciase, cuando consideraba la suba de precios como una “podredumbre”. Igual que Milei entonces, aunque el calendario poco importa si los caminos están descruzados.

La operación del cuarteto contra la Ley Bases

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Tropiezos con la jerarquía católica, igual que en su mismo rodeo: tanto que el Presidente anunció cambios en su equipo contra todo sentido político. Anuló con el vaticinio la sorpresa de ese evento, anticipándose al despido de su jefe de Gabinete, Nicolás Posse, y el aterrizaje posterior sin ubicación en el team de Federico Sturzenegger. Si ya venía rengueando la administración por carencias del propio Posse, ahora se bloquea más ese ejercicio: se vuelve estatua el sector público, nadie firma con la excusa de no saber cuándo se harán las modificaciones ministeriales. Se puso una fecha probable, después de la ley Bases, pero no hay quien se atreva a convenir cuándo se aprobará esa norma. Manía amateur esa tendencia por ponerles fecha a ciertas ocurrencias ejecutivas o la de pronunciarse sobre el porcentaje de inflación dentro de dos meses o en qué momento preciso empezará la optimista recuperación económica en ve corta. Es una tentación frustrante de positivismo económico o de inseguridad, como si no hubieran ido a la facultad o, por estar en el poder, creen que ven los acontecimientos antes de que sucedan. Ejemplos históricos, inolvidables: los “brotes verdes” o “el que apuesta al dólar pierde”.

A pesar del ojo de halcón, no vio Milei la suba del dólar en la semana, 160 pesos en dos días. Justo cuando estaba en la academia acomodando una veintena de economistas especializados para una disertación sobre su propio libro. Una enciclopedia de nombres como si fuera un embajador al que le sobra tiempo para dedicarse a otros menesteres. Pudo bajar el blue con ayuda, un poco menos la abolladura de bonos y acciones en los mercados, y se le escapó la suba del riesgo país. Un derrape con saldo incierto. Debió salir él mismo a sus pantallas preferidas para disminuir el shock que lo había sacudido en la virginidad del cargo y, de paso, advertir el apartamiento del jefe de Gabinete y la evaluación revisionista de otros funcionarios en los primeros cinco meses de gobierno. Del examen se salva Toto Caputo, endiosado por Milei del mismo modo que Mauricio Macri lo consideraba un prócer cuando lo tuvo en Finanzas tomando créditos. Quizás ahora lo merezca.

Milei y sus siete días de conmoción

La llegada de Sturzenegger, por su influencia sobre el Presidente, requiere un anticipo promisorio: la ley Bases en trámite será la primera de otras leyes Bases, la número dos, tres, cuatro, hasta el infinito, un empacho para legisladores que empezará apenas asuma Federico. Es una tarea que los dos amigos denominan revolucionaria y comenzará con la baja de impuestos, de acuerdo a lo que señaló el propio Milei en la celebración, ayer, en Córdoba, del 25 de Mayo. A su vez, está confirmado que se va Posse, amigo del alma, confidente, testigo de intimidades y partícipe de un proyecto gubernamental con escasez de papeles al que le dedicó casi dos años. Hubo pérdida de confianza o, al parecer, surgieron desavenencias graves entre él y el dúo Santiago Caputo-Karina Milei: demasiado interesado por intervenir en todas las áreas, “tocalotodo” Posse terminó diluyéndose en cada una de ellas, mientras se le reprochaba –por su poder omnímodo dentro de los servicios de inteligencia– un ahínco especial por “la vida de los otros”, según la desfiguración local del film de ese nombre. Como se sabe, el error en esos casos es cuando al especialista lo descubren por investigar a “los otros” más importantes que él. Herbert Hoover hubo pocos en el mundo. De ahí que parecen zonceras las justificaciones oficiales sobre el retiro del ingeniero por su falta de comunicación con medios y gente. Menos que se habría aprovechado por habilitar a colaboradores a cobrar salarios más altos en otras dependencias –tipo YPF– que los percibidos en la Jefatura. Parece que inventaran nimiedades para explicar la anunciada renuncia.

Quedan, además de Caputo, Patricia Bullrich en Seguridad, aunque hubiera aspirado a suplantar a Posse (“no vamos a vestir a un santo para desvestir a otro”), Guillermo Francos (aunque podría mudar de domicilio por la necesidad de eliminar nudos políticos), Sandra Pettovello, también Luis Petri, quien en Defensa atravesó varios chubascos sin resfriarse. El último: la pretensión de que el Día del Ejército, 29 de mayo, se celebrara con el mismo Milei en Mendoza, lugar donde se postula como futuro gobernador. Pompa y honor, pero el mandatario se corrió con el argumento de que no ha festejado tampoco el día de otras fuerzas. Parece frío, además, el trato que mantenía con la Bullrich, de quien fue candidato a vice. Está peor que la enigmática Victoria Villarruel con Milei, a la que insisten en buscarle un apelativo como el de “Jamoncito”, que ella cariñosamente le colgó a su compañero de fórmula. El controlado gesto que esboza sin sonreír, como la Gioconda, impulsó a que varios la llamaran Mona Lisa o Monita. No cuajó, como no se sabe el destino final de Mariano Cúneo Libarona en Justicia (con un segundo que ocupa primeros planos) y Mario Russo, de Salud, en peor situación que la pública. Demasiadas conjeturas al empezar la semana.