Hace poco, en el subte, un chico le decía a otro: “Steve Jobs es el Che Guevara de los caretas”. Sin dudas, muchas cosas de la inteligencia artificial han mejorado nuestras vidas. Pensemos en los avances de los estudios médicos. Pero, por lo general, hay que tener plata para pagarlos. Y confundir a Steve Jobs con alguien que puso su vida al servicio de los demás es demasiado ingenuo.
Supongo que en un futuro vamos a poder manejar las pantallas de los teléfonos con la vista; por ahora lo hacemos con el dedo índice. En breve vamos a producir una nueva enfermedad: el cáncer de dedo. Una enfermedad, decía Montaigne, es primero una enfermedad del alma. Y el capitalismo, seguro de sí mismo, juguetón, no para nunca.
En nuestro país los pobres se multiplican sin parar, no se pueden pagar los impuestos a necesidades elementales como el gas, la luz y la vivienda digna. La inflación sube como la espumita de la cerveza, pero el capitalismo que nos gobierna se preocupa porque un capitalista que hace chistes se burle de él en la televisión capitalista.
Como son hermanos de la misma causa, deciden juntarse para zanjar la cuestión, durante una hora, distendidos, mientras la gente espera su turno en las salas de espera atiborradas de los hospitales públicos.
Como corolario de la reunión, emiten un comunicado por Snapchat donde las caras de ambos se mezclan, ya que son el mismo rostro que todos conocemos: el del Capital América.