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intrigas, monopolios y relatos

El complot del desajuste

Se llegó al punto de no retorno y el Gobierno no se hace cargo de los desmadres que provocó en sus cuentas. ¿Es una conspiración pinochetista la que hace que Aerolíneas Argentinas pierda plata?

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Como les contara la semana pasada, el Gobierno insiste en plantear un falso dilema, “ajustar o no ajustar”, como si la alternativa del “no ajustar” estuviera disponible.

Esta semana, tanto la Presidenta y sus seguidores como el periodismo “militante”, el “a sueldo” y algunos supuestos “técnicos” están queriendo imponer la idea de que la idea de un ajuste forma parte de un eventual complot de quienes quieren volver al pasado, hambrear al pueblo, reendeudarnos, etc.

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La verdad es otra. Si la macroeconomía argentina requiere un ajuste, es porque antes se ha producido un “desajuste”. La responsabilidad, en todo caso, es de quienes han llevado las cosas a este punto de no retorno, donde ya no hay más remedio que instrumentar una política cambiaria y monetaria compatible con una tasa de inflación más baja. Diseñar otra política fiscal para restablecer una presión impositiva más en línea con nuestro grado de desarrollo y un gasto público que mejore la calidad de los bienes públicos, fije prioridades, termine con el despilfarro y minimice la corrupción. Y realinear precios relativos, para que vuelvan la inversión y el empleo, y se recuperen estructuralmente, en un plazo razonable, las ofertas destruidas en estos años, en especial en el sector energético y agroindustrial.

En ese sentido resulta inconsistente que cuando se habla del “ajuste” de 2002, que le permitió al kirchnerismo gobernar durante varios años, como si supiera, la “culpa” sea del desajuste de los 90, mientras que ahora el eventual ajuste de los próximos años será consecuencia de una conspiración. De la misma manera que resulta incongruente asignarle “al modelo” y no al viento de cola los logros pasados, mientras que los fracasos actuales corresponden al hecho de que “el mundo está en crisis y se nos cayó encima”.

Si la mayoría de los argentinos nos quejamos de una inflación insoportable y hasta el Gobierno empieza a reconocer que no es la que mide el Indec, ¿por qué sería parte de un complot modificar la política cambiaria, monetaria y fiscal, para reducirla? ¿O alguno cree en serio que la tasa de inflación es producto de los monopolios, los formadores de precios o la suba de los precios internacionales de los alimentos que, dicho sea de paso, hace rato que dejaron de subir?
Si alguien lo cree, me permito recordarle que monopolios, formadores de precios y precios internacionales de los alimentos hay en toda la región, y nuestros vecinos tienen una tasa de inflación que es la quinta parte que la nuestra. Y, en todo caso, si después de diez años de gobernar con absolutismo y sin oposición el kirchnerismo no pudo doblegar a los monopolios…

Si la mayoría de los argentinos se queja de la insoportable presión tributaria, nacional, provincial y municipal, y de la poca calidad de lo que vuelve en forma de gasto, ¿por qué sería parte de un complot reformular ingresos y gastos? ¿O alguien cree que se puede bajar la presión tributaria sin revisar en qué, cómo y cuánto se gasta? ¿Por qué es un complot sugerir que el Fútbol para Todos, en lugar de que lo financien los pobres con la inflación y los impuestos, lo financie la publicidad privada, mientras se termina con dirigentes corruptos, empresarios y delincuentes que viven de ese dinero?

¿Sería también una conspiración de la derecha pinochetista y sus socios locales que Aerolíneas Argentinas, una vez renovada y actualizada en serio su flota (“la flota más moderna de la región”, acaba de incorporar un avión fabricado en… 1999), compitiera con otras aerolíneas por el subsidio para cubrir rutas locales no rentables en lugar de recibir, sin presentar balances, miles de millones de pesos, también originados en impuestos e inflación?

¿Por qué sería un mal “ajuste” licitar en forma transparente obras públicas y áreas petroleras en lugar de pagar enormes sobreprecios o estirar concesiones ilegalmente a cambio vaya a saber de qué?

¿Por qué sería malo fijar un sendero de reducción de subsidios a la energía y el transporte, concentrándolo sólo en los sectores de menores recursos, y que los precios sean los internacionales, para alentar la oferta y tener una demanda responsable? El verdadero complot es de los que crearon este desajuste y que, por obvias razones, quieren prolongarlo un tiempo más.