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verano electoral

El final del equipo

Macri juega al egoísmo de su continuidad en completa soledad y sin equipo.

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Macri y Marcos Peña comandan un equipo, cada vez con mayor soledad. | Foto: Gentileza de "La Voz"

Para la experiencia Cambiemos la idea de unidad, es decir, el concepto de estar unidos, de ser un equipo, ha sido clave en su construcción de identidad. Algo de esto provenía de la detección de que el kirchnerismo agotaba los ánimos por la sobreabundancia de centralidad de Cristina y el ahogamiento de los otros y la disidencia, de modo que uno de los procedimientos para constituir la distinción, de no ser ellos, era justamente la simulación de unidad. Este fingimiento reposaba en la dinámica de comunicación hacia el mundo exterior, es decir que era sobre todo una necesidad del decir, que luego habría que confirmar en sus posibilidades del hacer. Cuando los gobernadores de Cambiemos intentan huir, conformando elecciones separadas, para no caer en el riesgo incierto que ofrecerá la suerte del Presidente, queda expuesta la desgarradora realidad de que ya no se trataría de un equipo, sino de sobrevivientes.

El modo en que se ha desangrado la elección, dejando varias instancias electorales separadas, otorga señales del país posterior a octubre de 2019. Aunque Macri gane en segunda vuelta y asegure su continuidad en el Poder Ejecutivo, la elección que dará forma al Congreso, y sobre todo a la Cámara de Diputados, será la primera vuelta. Si Cristina Kirchner logra confirmar sus valores actuales en la próxima elección, Unidad Ciudadana adicionará una cantidad trascendente de bancas, ya que la primera vuelta es la que elige diputados. Al mismo tiempo las provincias peronistas probablemente seguirán con el mismo signo y los aliados seguirán también primero ellos, y después a esperar. Esto ocurre por un feroz aprendizaje sobre el gobierno de Macri, y es la importancia de asegurarse uno mismo, ya que de él probablemente no se pueda esperar más que la suerte de serle útil para sentirse con vida e importancia.

El modo en el que se ha desangrado la elección otorga señales del país posterior a 2019

En la eliminación de los enemigos, en la obsesión por dejarlos en la periferia y garantizar el centro, Marcos Peña ha logrado enseñar a todo Cambiemos que trabajar en su dirección puede ser muy riesgoso. Su sobrevivencia es la representación del riesgo de los demás, y por lo tanto todo el marco político aliado se mueve en función de evitar su ataque; todos menos quienes no lo lograron y hoy pueden estar frente a algún riesgo. María Eugenia Vidal no lo logró y es quien se expone a mayor desgracia.

En el mundo corporativo la toma de rentabilidad de unidades de negocios, para suplir el mal desempeño de otras de la misma compañía, es de práctica común, sin que eso prosiga con premios a los que aportan ya que estos también exponen lo malo del resto, sino solo como un salvataje a quien lidera de forma deficiente la organización. Ese sería el rol y misión de Vidal para octubre.

Macri estaría hoy ganando en los grandes centros urbanos, allí donde el voto peronista, como Mora y Araujo describía, tiende a ser más débil. A mayor clase media, mayor resistencia, a pesar de los enojos, a abandonar la experiencia Macri en favor del retorno de la ex presidenta. Sin embargo, en la provincia de Buenos Aires, y en particular en la tercera sección electoral, y algo menos, aunque también clave, en la primera sección, Macri estaría experimentando un futuro con posible derrota. Siempre ha sido su peor zona de imagen, y con la situación actual eso continúa. En ese juego de sumas y compensaciones, Vidal, al ir unida en la elección, jugaría más en garantizar una pérdida menor en su zona, para ayudar en el valor global del Presidente, que en garantizar su propia continuidad. Vidal es el factor de compensación.

Lo que solo ve élpor Nelson Castro

Vidal podría ser quien también acompañe la lista de los eliminados junto con Quintana, Sturzenegger, Aranguren, Melconian o Isela Costantini, aunque por otros medios. Ella representa potencialmente un contrapoder de Macri y Peña. Sus valores de imagen y voto se expresan con un desempeño claramente diferente y es probable que eso incomode al dúo gobernante. Nadie debe estar mejor que el centro. Macri y Peña saben que ponen en riesgo a Vidal, y es probable que en alguna zona de sus ideas, eso les resulte aliviador.

Para Macri no hay mejor mundo que el estar aislado, como en el G20. Sin conocer los valores de inflación y repitiendo las frases de campaña de hace casi cuatro años de forma automática, Macri juega al egoísmo de su continuidad en completa soledad y sin equipo. Y eso convierte a octubre en una descomunal incógnita.

*Sociólogo.