COLUMNISTAS

El futuro de los medios 1

LA TAPA del programa de la conferencia de la FIPP.
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“Todos los caminos conducen a Roma” fue también el eslogan de la recién concluida 39ª Conferencia de la Federación Internacional de Prensa Periódica (FIPP) que se realiza cada dos años en una ciudad diferente: 2011 fue en Nueva Delhi, 2009 en Londres, 2007 en Beijing, 2005 en Nueva York, 2003 en Seúl, y este año le tocó a Roma. Con nuevo papa, otra vez todos los caminos conducen a Roma. Francisco ya ocupa el lugar de principal figura pública de esta ciudad y, como si tratara de reflejarlo, la FIPP recibió a los 700 delegados de más de 55 países en la Villa Miani, un palacio en la colina más alta de Roma (la RAI allí puso su antena), desde donde se tiene la mejor vista de la Basílica de San Pedro, que preside la ciudad como su mayor edificio y que de noche e iluminada aumenta aun más la emergencia de su cúpula sobre todas las demás construcciones.

El presidente de la FIPP, Chris Llewellyn, es inglés y me recibió diciendo: “Los alemanes dominando todo, desde la economía hasta el fútbol, y ahora un papa argentino, es demasiado para los ingleses”. Francisco tiene un protagonismo que en la Argentina sería equivalente al del presidente de turno, con la ventaja de que el suyo es un cargo vitalicio. El Papa sale en la tapa de los diarios italianos casi todos los días, desde por sus gustos literarios y musicales hasta fotografiado con un casco de minero hablándoles a los desocupados de Cerdeña sobre la indignidad del desempleo del sistema capitalista (dinero que hace dinero para hacer poder para volver a hacer dinero).

Salvando las distancias, y aunque sea paradójico para alguien que aclaró que no era de derecha, el papa Francisco va camino a convertirse en un ícono mundial como el Che, con quien, aunque ideológicamente sea incomparable, comparte ese gen transgresor característico del argentino.

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Acaba de ser lanzado en Italia el libro La lista di Bergoglio. I salvati da papa Francesco que, siguiendo el nombre de La lista de Schindler, en lugar de contar las personas que aquél salvó de morir en los campos de concentración de los nazis, cuenta la lista de las personas que Bergoglio salvó en la Argentina de que terminaran desaparecidas en los campos de concentración de la dictadura de Videla.

La FIPP también eligió para la cena de gala de clausura de la conferencia la Villa Giulia, un palacio construido en el siglo XVI por el papa Julio III, el papa guerrero, residencia donde recibía a los mandatarios extranjeros cuando el Vaticano funcionaba como una especie de Naciones Unidas de su época. Francisco hace otro tipo de guerra (Julio III se inspiraba en Julio César) pero también guerrea, y es cierto que, como dice Macri, integraba el “círculo rojo” argentino, sólo que ahora juega en otra liga.

La guerra de Francisco es una guerra comunicacional que llevó al director y fundador del principal diario de Roma, La Repubblica, Eugenio Scalfari, confeso ateo y el intelectual político más influyente de Italia, a decir que “Jesucristo era principalmente un gran comunicador porque los 140 caracteres máximos de Twitter eran utilizados sistemáticamente hace 2 mil años por el hijo de Dios con frases incisivas como ‘Conviértete, que el reino del cielo está cercano’ y que el uso de la parábola como un modo de comunicar con pocos caracteres ha sido permanente por la Iglesia desde la Biblia”. Y que este papa (@Pontifex_it) también es un gran comunicador que con pequeños gestos en pocos meses revolucionó la Iglesia y se convirtió en un actor político mundial de primer orden.

Cristina Kirchner sostuvo que “las balas, hoy, son de tinta” y no duda sobre que las guerras actuales son comunicacionales; quizás eso explique por qué se amigó tan rápidamente con Bergoglio cuando fue electo papa. Scalfari, antiguo antagonista de la Iglesia, promotor del divorcio y luego del aborto (salvando las distancias, un Verbitsky italiano), declaró que “Francisco es un papa tan revolucionario que temo que no llegue a haber nunca un Francisco II”.

Previamente, Bergoglio contestó a un editorial de La Repubblica: “Muy distinguido doctor Scalfari. Es con viva cordialidad que, mismo en grandes líneas, querría buscar en esta carta de responder a la suya...”, y se lo ganó.

La primera exposición de la conferencia de la FIPP comenzó con dos fotos de la elección de los papas de 2005 y de 2013, Benedicto XVI y Francisco, ambas tomadas desde el mismo ángulo de la Plaza de San Pedro; en la primera, la muchedumbre miraba el balcón donde se hacía el anuncio; en la de 2013, sobre la misma muchedumbre se alzaban en casi todas las manos miles de celulares inteligentes con pantalla de cierto tamaño que sacaban fotos y filmaban.

Y esto recién comienza: hay en el mundo 300 millones de computadoras de escritorio y 500 millones de computadoras portátiles, 200 millones de tabletas y mil millones de teléfonos celulares inteligentes. En 2014 las tabletas ya serán 400 millones, y en 2016 serán 760 millones. A fin de esta década habrá tantas pantallas móviles entre celulares inteligentes, tabletas y computadoras portátiles como habitantes.

Dos fronteras que se están cruzando: la de la pérdida de la diferencia entre los medios escritos y los medios audiovisuales, porque en la web ambos difunden textos y videos, y la pérdida de la diferencia entre los dispositivos para ver televisión, trabajar o comunicarse. Así como cada vez se venden menos aparatos de radio o despertadores sin que las personas escuchen menos radio ni dejen de despertarse, sino que utilizan para eso el mismo dispositivo que para escuchar música o comunicarse, algo similar está comenzando lentamente a suceder con el televisor: las nuevas generaciones, cuando se casan, priorizan en su lista de regalos una pantalla móvil.

Cada vez más se ve televisión en YouTube, que sube 200 mil horas de video por día en todo el mundo. En Brasil, el país de las novelas con 60 puntos de rating, la poderosa Globo quiere contratar a quienes hacen Porta dos fundos, un programa de 15 minutos que, subido a YouTube, consigue ser visto por entre 5 y 7 millones de personas (treinta veces más que los de Capusotto).

También la palabra “internet” está camino al desuso, sustituida por “digital”. Porque ya todo es, o será en breve, digital: TV, música, libros, prensa gráfica, radio, series, películas y fotos personales, todo consumido en las mismas multiplataformas. Internet poco a poco pasará a ser como el aire, que sólo aparece a la conciencia con su falta. Y con las tabletas y los celulares inteligentes, dejó de ser la amenaza de los medios para pasar a ser la oportunidad de otra forma de cobrar por contenidos.

Continuará mañana "El futuro de los medios 2"