COLUMNISTAS
ESCENARIO DENSO

Encontrar el justo medio

Cada uno hace su juego: alcanzaría con que fuera para el bien del pueblo.

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Patria Dolida. | pablo temes

Una semana de contenido político denso. Movida en el círculo rojo; variada y con altos y bajos en el circuito más informado; con buena carga de leña para el fuego de la grieta; angustiante para las argentinas y argentinos cuyo sueldo se actualiza a paso de tortuga frente a los precios que corren a paso de liebre. Y aunque hubo anuncios de asistencia, sabemos que son esfuerzos dolorosos para un fisco sobredemandado, y muy de cortoplazo e insuficientes para quienes reciben la dádiva. 

El lunes participé de un espacio de encuentro que generó la Secretaría de Asuntos Estratégicos en el marco del Consejo Económico y Social. Se trataba de escuchar e intercambiar ideas con el economista Jeffrey Sachs. Había personalidades de muchos sectores políticos, económicos y sociales. La mirada del invitado era optimista. Señaló que nuestras cifras no son tan malas como para tener tan alto el riesgo país (y lo mostró con cuadros comparativos). Sostuvo que estamos “sobrepenalizados”, y ante los comentarios de alguna de las personalidades presentes, admitió que era no sólo porque las calificadoras de riesgos valúan siempre peor a los países pobres, sino porque también nos condena nuestro pasado. Su sugerencia era que miremos al futuro y convenzamos al mundo creyendo en nuestro futuro. 

Pero para eso necesitamos acordar una hoja de ruta. Lo que demanda que los sectores y dirigentes de cualquier espacio piensen y actúen para hacer posible el encuentro... y eso, ¡nuestra historia demuestra que no será fácil!

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Poder. Cristina en su discurso tan comentado, desnudó una verdad: la política frente a otros actores tiene escaso poder. De paso deslizó una chicana ya sobrecomentada. Pero también es cierto que esta realidad con una dirigencia política debilitada en poder, es la excusa de muchos funcionarios para explicar por qué no logran resultados. 

Son verdades de este siglo. Datos. Calificadores de riesgo, bancos u organismos internacionales frente a países periféricos, cuyo compromiso tiene muchas limitaciones a la hora de pedir y de devolver. Enojarse con esa realidad o culparla no genera soluciones. El gran desafío epocal de los líderes, es desarrollar la capacidad de hablar, negociar, y articular con actores, a veces más poderosos, y representar a los que dice representar que no tienen capacidad para sentarse en esa mesa.  

Pero nada es blanco y negro como nos quieren hacer creer los vociferantes personeros de la grieta. Y aunque nos gane la mirada pesimista a la luz de las cifras sociales argentinas, hay muchos activos para pensar que podemos generar esa hoja de ruta hacia un futuro diferente si nuestra dirigencia tiene el coraje de deponer la confrontación para  acordar el rumbo. 

El poder político está debilitado, pero muchas cosas dependen de él. La justicia tiene grietas y deja mucho que desear, pero más de una vez ha sido un buen contrapeso. El Congreso a veces parece que discute lo no urgente, pero su composición equilibra. 

El Ejecutivo puede pasar por etapas de debilidad o de fortaleza, pero tiene la capacidad de jugar y de torcer rumbos. Nuestro pueblo puede ser un poco manipulado por los fanáticos de uno u otro lado a través de medios afines, pero -con su voto- equilibra. La democracia puede estar débil y nuestras instituciones endebles, pero no hay muchos países en los que vote casi el 70% de sus ciudadanos. Incluso los enojados y antisistema encuentran expresión electoral. Hay una enorme evasión fiscal, pero hay un grupo de argentinos que no importa cuantos impuestas haya, los siguen pagando. Hay una gran economía en negro, pero hay una férrea voluntad en algunos gremios, cooperativas y sociedad civil por ayudar a salir de ese lugar. Hay una pobreza cada vez más grande, pero hay también muy buenas ideas para salir de la política asistencialista hacia la cultura del trabajo. 

Afortunadamente son muy pocos los que empujan ideas para dejar caer solos a los pobres y excluidos. 

Hay conciencia de derechos, hay libertad de expresión, hay un pueblo solidario ante cada necesidad, hay alimentos y energía, hay argentinos y argentinas con talento en todos los rubros, hay miles de startups e importantes unicornios. Es cierto que la corrupción es grande y el narcotráfico se está infiltrando cada vez más, pero también hay muchos que dan la pelea e incluso su vida para iluminar otro camino. 

Hay también quienes eligen seguir señalando cuan mal lo hacemos. Desde la política, desde la industria, desde el sindicato o desde las ONGs. Quienes eligen creer que el problema somos nosotros y nosotras mismas… Y un poco lo somos. 

Hay una dirigencia que parece casta, hay corrupción, hay grieta hasta para elegir un Juez, hay pelea por la silla, y hay escándalos evitables de quienes necesitamos que se dediquen a conducir y construir. Pero necesitamos enfocarnos en observar y alentar a la diputada que habla después de haber estudiado a fondo un tema; al funcionario que hace, mide y mejora; al empresario que se une con otros y logra articulación; a los políticos que unen; al sindicalista que está preocupado por formar a los suyos; a la gran empresa que se compromete con la ciudad en la que está y  a la PYME que, en lugar de pasarle su deuda al estado o pedir subsidios, crece, da trabajo y se organiza seriamente. 

Porque hay grises. Porque además también el mundo está un poco patas para arriba, porque necesitamos dar debates nuevos. Y porque es el momento de dejar la queja y juntar lo que puede ayudarnos a construir un rumbo común.

Hace falta, más que mirar afuera, mirarnos al espejo. Para nuestro propio sector y nuestra propia función. Esa energía que ponemos en señalar, debemos dedicarla a hacer mejor lo que nos toca. No es lo que pasa, sino lo que hacemos con lo que pasa. Mas que echar culpas, hay que hacerse cargo. Necesitamos liderazgos integradores, no liderazgos confrontativos.

La centralidad de la vicepresidenta fue muy evidente esta semana, con el efecto de su discurso y la movida en el Senado para la magistratura. 

Odiarla o amarla no resuelve nuestros problemas. Cada uno hace su juego, pero alcanzaría con que sea para el bien del pueblo argentino y  para recrear la confianza en nuestra Patria. 

*Directora de la escuela de Política y Gobierno de la Facultad de Ciencias Sociales de la UCA.