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críticas a milei

¿Es todo lo que tienen?

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Mayans. Si el senador lleva la voz cantante contra el Gobierno, el Presidente puede estar tranquilo. | cedoc

Aunque desea ser un rabino, Milei es un cura. Al menos, responde a la definición elemental y bien pensante que describe a un sacerdote: carece de vínculos matrimoniales, no tiene hijos, parece consagrado a una sola actividad. Para colmo, con escasos amigos, el único espejo examinador del Presidente lo constituye su hermana Karina, también sin hijos, con relaciones no perennes, dedicada a la exclusiva fraternidad. Esa realidad, frente a otros comunes de su nueva profesión política, lo separa el tiempo más que el pensamiento: dispone de una progresiva cantidad de horas que, convertidas en metros, a lo largo de cuatro años pueden ser kilómetros de ventaja. A menos que haya una conmoción. Es igual a la diferencia entre un jugador profesional con un amateur: uno entrena dos veces por semana, el otro los siete días y dos veces por jornada. Será necesario mucho talento para que un aficionado pueda superar a quien se gana la vida con el deporte. O atravesar la vida como un cura sin darle la mamadera al bebé o quejándose por las fiestas electrónicas a las que concurren sus hijos, sin mencionar el repiqueteo constante del pájaro carpintero en su casa.

Además, si el kirchnerismo designó al senador José Mayans como portavoz opositor, esa distinción de vida. Simplón y superficial, el hombre de confianza intelectual de Cristina Fernández de Kirchner jura que detrás de Milei, en forma particular de Federico Sturzenegger, se esconde el titiritero Mauricio Macri. Es la crítica más robusta, se cree. Si se ocupara de informarse, Mayans sabría que Macri hace tiempo que se irrita con Sturzenegger: no solo lo despidió de su gobierno, sino que se brotó al enterarse de que la esposa del economista se encarnizaba con las desventuras del ingeniero boquense, los fracasos de su Palacio de Hacienda. De esa porfía no se vuelve ni prescribe, más bien proscribe a los protagonistas.

A Mayans lo asusta más lo que pasó que lo que está por venir

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Casi frívolo semeja el comentario de Mayans y la ahora mudita Cristina: Macri no puede ganar en Boca y Milei ganó hasta donde no lo conocían. Un desatino la versión. Obvio que, por transformarse en cura –casi villero, le falta ir a Mar del Plata en el viejo Chevallier–, al aislado mandatario le escasearon los recursos humanos y apeló a una cantera del PRO sugerida por Macri. Olvidó el senador que esos elegidos ipso facto dejaron de reconocer su origen, se anotaron en el neomarginalismo austríaco y prescindieron de la vacuna para adherir a la fobia al Estado (Michel Foucault dixit). Con Macri nunca se atrevió a ese salto cualitativo, hasta le hizo un monumento a Perón, suele decir más que hacer el expresidente. Así le fue. Por lo menos, frente a un Milei que desborda cada 24 horas con más medidas y proyectos, austeras, traumáticas, revolucionarias según su criterio.

Como a Mayans lo asusta más lo que pasó que lo que está por venir, se unió a la corriente –compartida con exponentes radicales como Rodrigo De Loredo– que objetan en Milei una propensión napoleónica, olvidando que Cristina derramó un lagrimón cuando asistió a su tumba en Les Invalides. Una comparación necia con el mayor héroe francés, al que solo ven como un emperador guerrero y no como el responsable de las mayores reformas liberales en Europa, de la creación del Código Civil a la igualdad para los judíos, abolió el gremio de comerciantes, suprimió la Inquisición y transformó las leyes de propiedad. No debe preocuparse el senador y el coro que repite la misma cantinela de la “dictadura”: tampoco Milei debe estar demasiado enterado de la magnitud napoleónica en la que podría escudarse.

La moda totalitaria atribuida al Ejecutivo, a imponerse por la gracia popular y no por las bayonetas, ignora dos puntos: 1) le ha trasladado a la Justicia la mayor parte de los emprendimientos para ser revisados, incluso aquellos que podrían modificar los privilegios comunes a ese poder. No es de un tirano esa propuesta. También, casi apresuradamente, traslada la Justicia nacional a la Capital, una caldera de conflictos y lo que, en términos de buscapleitos significa pasarles nuevas influencias a dos capitostes facilitadores de los tribunales porteños: el macrista Daniel Angelici y el filoperonista Juan Manuel Olmos. 2) decretos y leyes de su coleto no son a libro cerrado, ya han empezado a corregirse, sea por errores de la UTE que lo rodea en el gabinete o por diversas presiones de los grupos involucrados. El mundo empresarial se despertó con rapidez, sea el sector petrolero, el de los laboratorios, la industria. Y, como corresponde, los artífices de ese ejercicio correctivo lo personalizan los legisladores, la casta, una muchachada radical, macrista, peronista, con loables intenciones unos y otros con intereses crematísticos.

La cintura empachada de la CGT

Nadie sabe si Milei aludió a esos “coimeros” cuando hace pocas horas castigó a ciertos políticos, perezosos en su mayoría. La revisión de las medidas pasa hoy por la clásica reglamentación, una máquina de afeitar o guillotina para muchas iniciativas de la Casa Rosada. Pregunta: de todo el proceso reformista de Milei, ¿quedará el 80, el 60 o el 50 por ciento? Dicen que estos recortes y modificaciones se explican por la mínima experiencia presidencial. Habrá alteraciones como la fingida que hizo Axel Kicillof, en un “ejercicio democrático” (con los legisladores de Macri y Milei en el rubro) para subir los impuestos a los contribuyentes de la Provincia. Gratis todo, por supuesto. Solo los ciudadanos pagan en el matadero.

Un prestigioso noqueador, luego de recibir distintos mamporros en el ring, le preguntó a su rival: “¿Es todo lo que tenés?”. Parece un interrogante que Milei hoy le formula a la oposición, incluyendo la fantasía de un fondo especial de Máximo Kirchner para mantener el presupuesto de una obra pública que su amigo Lázaro Báez supo sacarle un provecho infinito. A pagar, claro, también por los contribuyentes, y desatendiendo una realidad del pasado, medio liberal, que enfrentó el programa económico de José Alfredo Martínez de Hoz: una cantidad exuberante de obras públicas que satisfacían el ego militar y cierta necesidad del país (de Yacyretá al Mundial del 78) vulneraban cualquier presupuesto. Y así fue.