Hace catorce años, un amigo me fotocopió el guión más desconcertante que había leído en su vida, convencido de que no se iba a filmar nunca. Estaba firmado por Charlie y Donald Kaufman, y narraba las dificultades del primero para adaptar un libro sobre orquídeas. Circulaba entonces en LA un chisme inverosímil: que a Charlie le habían pedido una adaptación de The Orchid Thief, de Susan Orlean, y él les había entregado esa deformidad, esa provocación suicida. Más tarde me enteré de que esa historia era cierta.
Por una de esas casualidades que se dan cada vez menos, Spike Jones estaba de moda y poco después pudo estrenar Adaptation, una película despareja, tentativa y mediocre que, sin apartarse mucho de aquel guión original, lo destruye. En el medio cayeron las Torres, me mudé a Madrid, tuve una hija, contraje una enfermedad siniestra que me tuvo en cama con fiebre durante cinco meses seguidos, y lógicamente me distraje, me olvidé de Adaptation. Pero la distancia entre ese guión y la película me quedó dando vueltas en la cabeza como una afección crónica, símbolo o metáfora del momento en el que algo se fue al carajo, me cuesta establecer si como resultado de mi ingreso en la adultez o porque el mundo, que iba más o menos encarrilado hacia un futuro interesante, giró en una dirección que me gusta mucho menos.
Con el guión en la mano, volví hoy a ver la película y anoté las diferencias. No son muchas. Se concentran en el último tercio, a partir de que Kaufman, autor y protagonista, fracasa en su tarea y viaja a Nueva York a pedirle ayuda a Bob McKee, que en la vida real es un charlatán experto en guiones, en el mundo de Kaufman un villano y en el de Spike Jones un aliado. De esa diferencia se desprende todo el resto. Kaufman (autor) presenta a McKee de una manera insultante, como si acudiéramos a Ricardo Forster, derrotados, en busca de sabiduría. En ambas versiones, Charlie se entrega a la voluntad de McKee y normaliza su obra, convirtiendo la adaptación –que estamos viendo– en una película “como se debe”. En la versión original, esto se traducía en catástrofe: el resto de la película parecía de golpe tomada a la fuerza por J.J. Abrams, pasaban cosas ridículas y aparecía incluso un Mono del Pantano. La sumisión que para Kaufman era destructiva, para Spike Jones es lo normal, lo que hay que hacer para conseguir lo que uno quiere sin decir la verdad y sin ofender a nadie.
En el guión, Kaufman confiesa su amor a una Orlean idealizada. Ella parece corresponder, bajo los efectos de una droga ficticia, pero cuando se le pasa el efecto lo rechaza y le apunta con un arma.
—No te podés ir, gordito –le dice–. No me puedo arriesgar. ¿Me entendés, gordo de mierda, patético, pelado? Ni sabés escribir. Necesito un saque. Todo es tan horrible.
Y está por matarlo cuando Donald, el hermano imaginario de Charlie que creíamos muerto, llega para salvarlo. Donald y Orlean se matan entre sí.
En la última escena del guión (que por supuesto no está en la película) sólo hay una roca, apenas iluminada por estrellas distantes, flotando en el espacio, en silencio. Y un subtítulo que dice: “Hollywood, CA, cinco mil millones de años después”.
El guión original de Kaufman se desintegraba en un disparate trágico y amargo, pero también tranquilizador, saludable. Decía: esto que intentamos es difícil y posiblemente destinado al fracaso, pero si aceptamos la opción fácil –la de McKee, la del taller literario, la de Tenembaum, Fernández Díaz, etc.; la de García en el Colón ovacionado por desfigurar su historia (y la nuestra), la de “observo estas iniquidades pero juego con sus reglas”–, el universo se desintegra. La versión de Spike Jones, en cambio, dice: “No hay salida, pero está todo bien, no pasa nada”.
Es un mecanismo moderno que no sé si tiene nombre: apropiarse de diagnósticos certeros y usarlos al revés, decir algo que parece idéntico a lo que diría una persona normal en las circunstancias atroces que nos tocan, pero con esos pequeños cambios (que una mayoría embrutecida no notará nunca) quiere decir exactamente lo contrario. Me preocupa, me molesta y no sé cómo se resuelve.
*Escritor y cineasta.