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Final del torneo y crisis, un déjà vu que insiste

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Paso a paso. Racing campeón durante la crisis de 2001. | captura de tv

Mientras somos muchos los que, aterrados y angustiados, estamos pegados frente al televisor viendo los anuncios del Rodrigazo de Milei y Macri, el fútbol sigue. ¡Que la fiesta no se detenga! Hay una final muy, muy inesperada entre Central y Platense por la Copa de la Liga, y otra también poco previsible que Estudiantes le ganó a Defensa y Justicia por la Copa Argentina. ¿Es una democratización del fútbol o un emparejamiento hacia abajo? No lo sé. Sé que me cae bien que lleguen equipos como estos, más allá de que no se vieron grandes partidos (el primer tiempo de River contra Central fue bueno, después se quedó sin nafta) y la mayoría se definieron por penales.

Volviendo al comienzo, se me ocurrió que sería interesante leer un artículo sobre los momentos en que el fútbol convivió con grandes hecatombes económico-políticas en la Argentina. Claro está, no estoy yo en condición de escribirlo aquí y ahora. Pero no sería un texto para señalar al fútbol como si fuera responsable de algo negativo, sino como la memoria de esas escenas en que convivían los desastres sociales y económicos, con grandes triunfos futboleros, algo que va a pasar ahora con Central o Platense. Sus hinchas van a recordar por mucho tiempo que salieron campeones en el momento en que Argentina se hundía.

Por supuesto, el Mundial 78 ocupa un lugar único, seguido también por el del 82 (que casi no convivió con la Guerra de las Malvinas, como quedó en el recuerdo popular: el Mundial comenzó el 13 de junio y los militares se rindieron al día siguiente. Pero más allá de esa discordancia de fechas, sí convivió con el clima ominoso de la guerra). Pero dejemos de lado los mundiales durante la dictadura, porque no hay comparación con ellos. Pero sí recuerdo perfectamente el campeonato ganado por Racing el 27 de diciembre de 2001, apenas unos días después de los trágicos 19 y 20 de diciembre, y en medio de un caos político y económico inédito. Fue el equipo del paso a paso de Mostaza Merlo, sufriendo un empate contra Vélez en el último partido. No jugaba bien ese Racing, pero era todo emoción, garra, corazón. Fue un justo ganador. Racing salió campeón después de 35 años, en medio de un clima social y económico inéditamente malo, y marcado por una emoción, la de su hinchada, como pocas veces vi. El equipo del sufrimiento triunfaba en el medio del caos.

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Ahora las cosas son diferentes. Porque ese 2001 indicaba el fin de ciclo de un gobierno y, sobre todo, de un plan económico –la convertibilidad– que había comenzado diez años antes. Ahora hay un gobierno recién asumido y que, supongo, quisiera creer, despierta expectativas positivas entre quienes los votaron. Pero, en mi opinión, el desastre económico y la pauperización social nos esperan a la vuelta de la esquina. No quiero imaginarme la alegría de Platense (club del que era hincha mi abuelo Abraham) si sale campeón por primera vez. O la de Central, que no festeja un título desde el 86-87. Cuando un equipo sale campeón es usual ver la imagen del rival, el perdedor, llorando. Hoy habrá nuevo campeón en Argentina. Y los que vamos a estar llorando somos nosotros, los laburantes, los sectores populares y la clase media.