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La otra cara del debate

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Candidatos. Si les va bien, convencerán a los ya convencidos y harán dudar al resto. Que no es poco. | cedoc

Se supone que la intención de los debates es argumentar para convencer. Que quien debate (la RAE no acepta de buen grado la palabra “debatiente”) logre cambiar la opinión del otro. Convencerlo. Que es vencerlo con argumentos que le hagan modificar sus puntos de vista.

En la práctica, lo que pasa es que los debatientes no pretenden convencerse entre ellos, sino convencer a quienes los escuchan. Aunque lo que suelen lograr, si les va bien, es darles nuevos argumentos a los que ya estaban convencidos y hacer dudar al resto. Que no sería poco en el reino de las certezas mediáticas.

Milei, Massa, Bullrich,  Schiaretti y Bregman tampoco buscarán hoy exponer los mejores ejemplos estadísticos, los datos y las referencias históricas apropiadas para convencer a los demás candidatos. Al contrario, buscarán sus debilidades para desacreditar sus posturas y reforzar las propias.

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También deberán entretener a la audiencia, porque además de ser un debate presidencial, es un programa de televisión a tiro, como cualquier otro, del zapping del aburrimiento. Lo único de verdad imperdonable en la sociedad del espectáculo.

Los candidatos creen que hoy intentarán convencer a la sociedad para que los vote. Pero es al revés...

Desafío Bullrich. Todos los candidatos consumen las mismas encuestas publicadas más algunas que contratan y no difunden. En ellas Milei aparece primero y, en la mayoría, Massa segundo, seguido de cerca por Bullrich. El gobernador de Córdoba cuarto y la dirigente trotskista, quinta. En ninguna surge un escenario de triunfo en primera vuelta.

Pero como quedó demostrado, una vez más, los sondeos electorales ya no sirven para lo que fueron creados. La única encuesta válida hasta ahora es el resultado de las PASO. Una encuesta real que costó $ 8 mil millones.

Y en esas elecciones, La Libertad Avanza obtuvo 460 mil votos más que Juntos por el Cambio y 630 mil más que Unión por la Patria. La elección de tres tercios que Cristina Kirchner se jacta de haber pronosticado.

La gran diferencia a favor de Milei es que él consiguió 7,3 millones de votos, mientras que Bullrich sola obtuvo 4,1 millones (2,7 millones más agregó Larreta) y Massa, 5,2 millones (más 1,4 millones de Grabois). Milei no necesita conquistar a otros votantes de LLA porque todos lo votaron a él. Bullrich y Massa tienen que sortear el primer escollo de convencer a los otros votantes de sus respectivas coaliciones para contar ahora con su apoyo.

El primer desafío de ella es cómo convencer al votante moderado, que viene de elegir a un moderado como Larreta, de que ahora vote a un halcón como ella, y que no lo haga por un peronista moderado como Massa o Schiaretti, o elija otra opción.

 ... la sociedad (los sectores en pugna que la integran) los convenció a ellos para que estén ahí

El segundo desafío, no menos complejo, es cómo convencer al electorado que en las PASO optó por un halcón mucho más duro que ella, como Milei, de que en las generales la elija a ella.

El dilema al que se enfrenta es que, si modera su discurso para sumar votos de Larreta, dejaría de seducir a los que quisieran verla más dura que el propio libertario. Esta noche volverá a intentarlo: se mostrará junto al jefe porteño y al radicalismo e intentará asociar a Milei con el massismo para comunicar que ella fue la única que siempre se enfrentó al kirchnerismo.

Desafío Massa. El primer desafío del ministro no es tanto sumar al casi 6% de votos de Grabois, porque se supone mayoritariamente alineado detrás de las directivas de la vicepresidenta. Su primer y mayor desafío es cómo sumar al electorado que no lo votó porque la economía está mal de que ahora lo haga porque estará mejor cuando él deje de ser el ministro de la economía que está mal y se transforme en presidente.

Es lo que intentará esta noche a través de cuatro ejes: 1) reivindicar su coraje por haber agarrado una “papa caliente”; 2) culpar al macrismo (Bullrich) por la crisis recibida y el endeudamiento con el FMI; 3) justificar la recesión de este año por la histórica sequía; 4) sugerir que con él gobernando desde el primer día, el futuro será distinto.

Como Bullrich, Massa también irá detrás de los votos de Milei. La duda en los dos equipos de campaña es cómo hacerlo.

El Loco de la Motosierra

Hace semanas que en ambos búnkeres sobrevuela la misma idea: desestabilizar emocionalmente a Milei. Algo que consideran tan sencillo como riesgoso.

Sencillo, porque saben que se necesita nada para descontrolarlo. Intuyen que si lo azuzaran con su perro Conan, muerto hace seis años (aunque él diga que sigue vivo), con sus clones que lo asesoran en temas económicos y filosóficos y con que él se considera el elegido de Dios en la Tierra, dejarán al descubierto una fragilidad psicológica incompatible con el rol de jefe de Estado.

Riesgoso, porque temen que parte de la locura que le atribuyen sea la que seduce a una porción del electorado que busca una ruptura total con lo conocido.

En una disyuntiva similar están Schiaretti y Bregman, aunque el primero insistirá con su consigna de “un país normal” para sumar a exvotantes de Larreta y del peronismo; y ella dirá que representa el único voto rebelde frente al sistema vigente.

Desafío Milei. En el cuartel de Milei las cosas están más claras para hoy. Hace semanas que se vienen preparando para el debate, sabiendo que esta noche su candidato hará lo que quiera.

Recuerdan, entre sonrisas y preocupación, lo que pasó en el debate legislativo de hace dos años, cuando después de preparar durante un mes su estrategia, él rompió el libreto y se peleó con todos, incluyendo con quienes moderaron el debate (Bonelli y Alfano), que lo retaban sin poder frenarlo. El escándalo terminó con la renuncia de su entonces asesor, el influencer Emmanuel Danann (el que había trabajado un mes) que se fue azorado por la inestabilidad de un hombre que, según él, se comportaba como un adolescente.

Lo cierto es que Milei después obtuvo el 17% de los votos en CABA y fue electo diputado junto a Victoria Villarruel, su actual candidata a vicepresidenta.

Más allá de que él después haga lo que quiera, lo que le recomiendan es que se muestre moderado en el tono y lo gestual y contundente en sus afirmaciones.

Quién banca a Milei

Ya no le dicen que desmienta sus contactos con el más allá y el asesoramiento de su gabinete de perros, porque entienden que para Milei su compromiso emocional con el fallecido Conan es más importante que cualquier conveniencia electoralista. Aunque creen que ese será el flanco por el que intentarán desequilibrarlo.

En cualquier caso, su desafío central será mantener la espontaneidad que lo caracteriza, pero demostrándoles a los votantes a conquistar que no es alguien psicológicamente incapaz de gobernar un país.

El resto será evitar los temas polémicos al que lo querrán llevar (el negacionismo del terrorismo de Estado, la venta de órganos y de bebés, la libre comercialización de armas, la banalización del Holocausto) y hacer eje en la economía (con la dolarización a futuro como caballito de batalla) y en la lucha contra la “casta”.

Desafío social. Es probable que los cinco candidatos crean que si hoy las cosas les salen como quieren, convencerán a la sociedad para que los elija.

Pero es al revés, la sociedad (o los distintos sectores en pugna que la componen) los convenció a ellos para que estén ahí y digan lo que van a decir.

Lo que resta saber es cuál de esos sectores en unión con otros sectores conseguirá una nueva mayoría de votos capaz de llevar a su candidato a la Casa Rosada.

Tiendo a creer que, a esta altura, esa nueva mayoría ya existe. Solo que todavía no nos enteramos.

Ni nosotros (los sectores en pugna) ni el candidato.