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Entender la argentina

La ruta del saqueo

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Dupla. “Por fin tengo un vicepresidente”, dijo Cristina Fernández cuando eligió a Boudou. | cedoc

Cuando la viuda salió del mausoleo junto con Báez, sospechó que le dejaban el muerto adentro y el cómplice afuera. Tenía que hacerse cargo de todo aquello que, hasta ese momento, se había cuidado de ignorar. Dice que se sintió una boluda. No se explica cuándo, cómo, ni dónde se la pusieron. Nunca preguntó de dónde salía, quién pagaba, qué culo sangraba. Escenas de la vida conyugal. ¿A cuantas parejas que nunca laburaron de otra cosa, ponele Sergio y Malena, les cabe? Si vivís del Estado, no tenés que preocuparte por nada. La tuya siempre está.

En realidad, con la que heredó, más los cuatro millones mensuales de pensión, la viuda se viene haciendo la boluda desde que cayeron los miembros de la banda. No los volvió a ver, ni a visitar, ni a nombrar. Tuvo al pajarón de Julio De Vido doce años comiendo alpiste de su mano. Hasta que, Julio, perdiste. “Por fin, tengo un vicepresidente”, dijo cuando eligió a Boudou, el que pagó por su cariño con las cajas de las AFJP, donde miles de personas depositaban ahorros y esperanzas de cobrar una jubilación digna. De paso, como propina, el Amado se choreó la máquina de imprimir billetes.

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José López, Milagro Sala, Jaime, Baratta, Sueños Compartidos. No sabe, no recuerda, no contesta.  De los 630 millones de dólares que Néstor recibió de Menem por regalías petroleras, más otros quinientos en acciones de YPF, quedan 9.200 dólares. Si le sumás los 2.200 millones de dólares que le dieron a Báez para obras que no se hicieron, más las 130 propiedades que administraba el secretario testaferro, Daniel Muñoz, ahí tenés parte de la educación, salud, seguridad, que falta. Ella era de comprar hoteles, pero no de mirar la cuenta.

Los que regentean autobuses de turistas, alentados por la demanda, el morbo de extranjeros que no entienden cómo fue posible, cómo pudo suceder, tendrían que inaugurar “La ruta del saqueo”. El asalto al Estado comenzó en Plaza de Mayo con el golpe militar de 1930 del que participó Perón, explicará el guía. Setenta años de dictaduras y peronismo, ocho entre gobiernos radicales, alianzas radicales-peronistas, cuatro de Cambiemos, bajo resistencia peronista. A ocho de 2030, el balance del país autopercibido rico, da que la mitad de la población es pobre. Se afanaron un siglo.

Así es, dirá el guía, al paso lento por el convento. Aquí estacionó José López, sacó la metra, los bolsos, los puso ahí. Por un par de dólares, las monjas cuentan dónde la escondían. Esta es la chacra en Zárate donde De Vido alimenta sus animales. Pueden verlo pasear con tobillera electrónica. El recorrido continúa por Puerto Madero. Aquí la izquierda tiene sus niditos de amor contra el odio de la derecha. Testaferros de capos gremiales, dirigentes políticos del Conurbano, caudillos feudales. En ese piso vivía Alberto Fernández, uno que era Presidente. Acá mataron a Nisman. Acá el hijo de Báez la contaba, la lavaba, la giraba al exterior.

MAS.SA

En este Palacio de los Tribunales se realizó el Juicio a las Juntas de comandantes de la última dictadura militar. Aquí resuena todavía el eco del “Nunca más” con el que cerró su histórico alegato el fiscal Julio Strassera. Les recomiendo ver la película Argentina, 1985. En Retiro están los tribunales federales de Comodoro Py. Ahí se siguen ahora procesos que pueden ser tan decisivos como aquél. La corrupción detonó en los 90, carcomió la confianza en los tres poderes del Estado, pero los argentinos humillados, desposeídos, aún confían en que la Justicia hará otra vez su trabajo de reparación.

Todo pasó acá, se lamentará el guía. Pasó Menem, se fue sin pagar. Pasó Kirchner, se fue sin pagar. Los acusados disfrutan de bienes robados. Los sindicalistas son millonarios. Todo lo que a ustedes les asombra, para nosotros es humo de relato cotidiano. Las lágrimas de la virgen mezquina, los fanáticos religiosos amenazando con hacer quilombo, la sangre de los mártires que volverá a licuarse cuando sea necesario. En esta esquina de Recoleta pueden bajar del micro para hacerse selfies con el cartel que dejaron pegado en la puerta antes de irse, al terminar el siglo del robo: “En barrio de ricachones, sin armas ni rencores, es sólo plata y no amores”.

*Periodista.