COLUMNISTAS
UN TIEMPO NUEVO

Las nuevas formas del Poder

El poder antiguo se expresaba en la riqueza de ciertas personas u organizaciones y en el control de los conocimientos que controlaban, sin que la gente común tenga acceso a los mismos. La exclusividad, es la esencia del viejo poder. Los nuevos modelos de poder son horizontales, se basan en la coordinación entre pares y la actividad de la multitud. El nuevo poder existe por la creciente capacidad y deseo de las personas de participar en los procesos con actitudes que van más allá del consumo pasivo. Enumeremos algunas de las que menciona el texto.

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| Pablo Temes

En Occidente existe la sensación de que el poder se está transformando en todas las esferas. Han aparecido empresas de un nuevo tipo que se situaron por encima de las industrias tradicionales, los valores de la sociedad tradicional están en crisis, cambiaron las relaciones verticales entre padres e hijos, maestros y estudiantes, religiosos y feligreses, políticos y ciudadanos.

Se ha desatado una protesta política creciente, la misma representación está en crisis, los partidos, sindicatos, burocracias religiosas, tienen cada vez menos peso. En los países desarrollados la gobernabilidad se ha hecho difícil, en la mayoría de los países del tercer mundo parece imposible.

Algunos ven a la transformación de la Tercera Revolución Industrial como el nacimiento de una sociedad perfecta, otros la subestiman absolutamente. Hay quienes creen que la conectividad nos llevará a una democratización y prosperidad instantáneas, que los gigantes corporativos y burocráticos caerán por la difusión de los valores de Silicon Valley.

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Otros creen que no pasa nada nuevo, que nada cambia demasiado, que solo ocurren acontecimientos fugaces que llaman la atención y se extinguen a la misma velocidad con que surgieron. Las plataformas como Twitter ayudaron a que se produzca la primavera árabe, derrocaron a un dictador en Egipto, solo para que inmediatamente aparezca otro igual.

Operativo clamor

Decían que la nueva economía tendría un nuevo modelo de participación, pero terminamos en una sociedad en la que los Bezos, Musk, Amazon, Google, son más poderosos que los magnates de antaño.  No solo acumularon cantidades de riqueza nunca vistas, sino que controlan nuestros movimientos y los seres humanos nos hemos convertido, de alguna manera, en parte de sus activos.

Los dos puntos de vista analizan este momento de la historia reduciendo su horizonte a una dicotomía entre el Apocalipsis y el eterno retorno. Lo cierto es que parece poco probable que se aproxime un fin de los tiempos, que alguien que creó un universo tan enorme y complejo lo destruya por las travesuras que hacen algunos humanos debajo de las sábanas. Tampoco somos iguales a nuestros ancestros del siglo pasado.

Sigue avanzando la evolución que nos generó hace 300 mil años, acelerada con los inventos de los Homo Sapiens. Desde la revolución agraria, transformamos el mundo en que vivimos, con la Tercera Revolución Industrial creamos objetos que aprenden y sistematizan los conocimientos mejor que nosotros y estamos transformando nuestra propia esencia. No percibimos la realidad como lo hacíamos hace veinte años, nos comunicamos de manera diferente, dependemos cada vez más de elementos tecnológicos que, ingresando a nuestro cuerpo o desde fuera, están provocando el surgimiento de una nueva especia.

La astronomía nos dice que somos parte de un universo mucho más grande y permanente de lo que pudimos imaginar durante el siglo pasado. Solo el universo observable tiene un radio de 46.508 miles de millones años luz y es solo una porción de la realidad. Se han descubierto billones de galaxias, que con seguridad alojan a billones de billones de planetas, en muchos de los cuales debe haber vida.  

La mayoría de la gente se siente separada de las elites por los temas de los que hablan

En la sociedad, especialmente en la Occidental, se produce una batalla entre el poder antiguo y el nuevo poder, que redefinirá las relaciones humanas, políticas y nuestra conexión con los objetos y la economía en los próximos años. En esta nota reproducimos algunas ideas sobre el tema, del libro de Jeremy Heimans  y Henry Timms “New Power: How Power Works in Our Hyperconnected World-and How to Make It Work for You” que ayudan a entender cómo está cambiando el poder, quién lo tiene, cómo se distribuye y hacia dónde se dirige.

Según estos autores se ha iniciado una compleja transformación en la que chocan dos fuerzas: el poder antiguo y el nuevo poder.

El viejo poder sigue funcionando como en la era AC, sintetizada por un humorista genial, que la describió no como la era antes de Cristo, sino como la anterior al celular. Lo sostienen al poder pocos, que lo guardan celosamente cuando lo consiguen, para atesorar dinero y bienes que son el símbolo de su diferencia con la gente común. A veces, cuando son líderes religiosos hablan de los pobres y pronuncian discursos en palacios y catedrales de oro, sobre la bondad de la pobreza que tan celosamente evitan, o forman millonarias empresas de promoción de la fe.

Algunos políticos dicen que luchan por fines altruistas pero, a veces, solo piensan en su propia gloria. El viejo poder es cerrado, inaccesible, pertenece a líderes que lo ha capturado, que se creen “superiores”. La mayoría de la gente se siente separada de esas elites por una brecha entre “ellos”, ajenos a “nosotros”, no solo en por intereses económicos, sino por los temas de que hablan, por la realidad en que habitan.

Con la llegada del nuevo poder la gente siente y piensa de manera diferente

En la sociedad próspera que surgió con la Tercera Revolución aparece este nuevo poder, hecho por muchos que participan de él, abierto, participativo, dirigido por pares, y que cuando se incrementa tiende a distribuirse. Quienes manejan el nuevo poder no quieren acapararlo sino canalizarlo, porque se alimenta de la creciente capacidad y deseo de la gente de participar más allá del consumo pasivo de ideas y bienes, pulsión que nadie puede controlar o manipular.

El poder antiguo se expresaba en la riqueza de ciertas personas u organizaciones y en el control de los conocimientos que controlaban, sin que la gente común tenga acceso a los mismos. La exclusividad, es la esencia del viejo poder.

Los nuevos modelos de poder son horizontales, se basan en la coordinación entre pares y la actividad de la multitud. El nuevo poder existe por la creciente capacidad y deseo de las personas de participar en los procesos con actitudes que van más allá del consumo pasivo. Enumeremos algunas de las que menciona el texto.

Los miembros del nuevo poder no quieren ser lectores pasivos de la Enciclopedia Británica, comparten y dan forma a los contenidos que reciben a través de plataformas de la red. Un ejemplo de este fenómeno es Facebook, en que más de quinientos millones de personas comparten y configuran treinta billones de contenidos por mes. La idea de usar la participación de los clientes ha sido utilizada incluso por empresas tradicionales, con herramientas propias del nuevo poder como NikeID, en la que los consumidores se convierten en diseñadores de sus zapatos, conformando una parte importante de los ingresos de Nike.

Encuestas muestran el crecimiento de la desconfianza hacia gobiernos y empresas

Además de aportar con sus ideas, los nuevos consumidores dan otro paso: participan del financiamiento de los emprendimientos y de sus ganancias, usan nuevos modelos de donación, préstamo e inversión de igual a igual, fuera de las instituciones tradicionales. Hay una multitud de plataformas para atraer la inversión a emprendimientos, que no pasan por la Bolsa. Miles de plataformas como Wefunder permiten que empresas del nuevo poder accedan a fondos provenientes de miles de pequeños inversores. En lugar de donar dinero para causas nobles a través de grandes instituciones, mucha gente apoya a una familia específica, en un lugar específico, afectada por un problema específico, a través de mecanismos que están en la red.

Con un comportamiento de otro nivel, los ciudadanos más allá de apoyar o compartir los esfuerzos de otros que manejan una empresa, contribuyen con su propia actividad. Los creadores de Youtube y los artesanos de Etsy han logrado que mucha gente participe produciendo. Una empresa enorme que usa este modelo es Airbnb, el servicio en línea que conecta a viajeros que necesitan un lugar, con residentes locales que tienen una habitación de sobra. Cientos de millones de personas usan la plataforma todos los años ejerciendo una presión real en el mercado hotelero que tiene que renovarse, como las cooperativas de taxis tienen que hacerlo ante la presencia de Uber.

Otro comportamiento impulsado por plataformas como Wikipedia y Linux es la copropiedad. El profesor de la facultad de derecho de la Universidad de Harvard, Yochai Benkler, en sus libros “La Riqueza de las Redes: Cómo la producción social transforma los mercados y la libertad”  y “El pingüino y el Leviatán: Cómo la cooperación triunfa sobre el egoísmo” denomina a este fenómeno “mutualismo de pares”. Dice que lo propio de estos comportamientos participativos es que se alimentan de una fuente enorme y difusa: las pasiones y energías de muchos que se unen sin depender de liderazgos verticales.

En el enjambre

A medida que los nuevos modelos de poder se integran en la vida cotidiana de las personas se forja un conjunto de valores y creencias. Con la instauración del nuevo poder la gente siente y piensa de manera diferente. Un Youtuber puede hacerse rico produciendo en su casa, sin depender de una empresa. Tiene éxito porque se involucra como creador de contenidos y no como ejecutor pasivo de las ideas de otras personas o instituciones. La seguridad que se buscaba en la Antigüedad, buscando la estabilidad de por vida en grandes corporaciones o sindicatos, es reemplazada por la confianza en uno mismo, que permite sobrevivir en una sociedad en la que todo es efímero.

Las encuestas reflejan la crisis de confianza en las instituciones establecidas, fuentes como el barómetro Edelman Trust muestra un enorme crecimiento de la desconfianza en las empresas y en el gobierno desde que comenzó esta serie de encuestas en 2001.

Se fortalece la acción colectiva basada en pares, que otorga un sentido de poder reforzando normas de colaboración, y se pregona que podemos vivir mejor sin la ayuda de los intermediarios de poder que nos dominaron el siglo XX. Entre los que están comprometidos con el nuevo poder, particularmente personas menores de 30 años, se implanta un supuesto común: todos tenemos un derecho inalienable a participar.

Para las generaciones anteriores, la participación pudo significar solo el derecho a votar en elecciones de tiempo en tiempo o tal vez a unirse a un sindicato o comunidad religiosa. Hoy en día, las personas que viven la Tercera Revolución Industrial quieren participar activamente en el diseño de todos los aspectos de sus vidas.

*Profesor de la GWU. Miembro del Club Político Argentino.