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Lo que se ve y no se ve de la política

Más que la foto. La imagen de la larga visita de Moyano al Presidente impactó por el riesgo sanitario, pero tocaron temas claves.
Más que la foto. La imagen de la larga visita de Moyano al Presidente impactó por el riesgo sanitario, pero tocaron temas claves. | Cedoc

En los últimos días, gran parte de la dirigencia argentina expuso crecientes y peligrosas señales de ensimismamiento que poco contribuyen a los tiempos de angustias sociales que atravesamos.

Y no se trata de la patinada fea y sorprendente del ex presidente Duhalde, en modo pitoniso provocador pero alejado de la realidad. Lo único positivo de ese episodio fue el unánime repudio de oficialismo y oposición.

Hay movimientos perceptibles y no tanto algo disociados. El Presidente recibe en Olivos durante seis horas al principal capo sindical del país. Nos enteramos por el gremio camionero y por la filtración de una foto del cordial encuentro familiar. Nos indignamos porque en la imagen no guardaban distancia ni usaban tapabocas.

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Poco se exploró de lo que hablaron Alberto F y Moyano. En apariencia, de las preocupaciones por el impacto socioeconómico de la pandemia. Cerca de ellos, sin embargo, dan a entender que no quedaron al margen de la agenda cuestiones ríspidas, como una posible reforma laboral, aumento en la edad jubilatoria y alza del impuesto a las ganancias, donde petroleros y camioneros serían los más afectados por sus niveles de ingresos. Moyano no se fue tan sonriente de Olivos como mostró la foto.

El senador opositor Lousteau fue otro de los que anduvieron a hurtadillas por la quinta presidencial. Tampoco hubo mayores explicaciones más que conversaciones en torno a la situación del país. Ambos tienen una relación cercana desde que Alberto F lo impulsó como ministro de Solá en la Provincia, luego al frente del Bapro y finalmente como ministro de Economía de CFK.

Ciertos movimientos subterráneos en el oficialismo y en la oposición podrían ser tomados como de ciencia ficción hoy. O de negación

Sin que trascendiera, enviados de compañías tecnológicas y de telecomunicaciones también transmitieron al jefe de Estado su preocupación por el intempestivo DNU sobre el sector. Dos de ellos recibieron la promesa de que la principal búsqueda es que no se aumente el abono, amén de asumir que el mayor impacto lo sienta un grupo al que un sector del Gobierno lo considera extorsionador: Clarín.

Estos trapicheos llegan a los oídos de la vicepresidenta, que tensó la cuerda como nunca. En privado, se alegró del embate a los megaingresos de Magnetto pero se encargó de aclarar que fue idea de su compañero de fórmula.

En público, Cristina no tuvo empacho en subestimar la reforma judicial que aprobó “su” Senado. El bisturí verdadero lo había puesto ella en 2013 y lo frenó la propia Justicia, subrayó. Escaló lo que había iniciado días antes, cuando desde el kirchnerismo se le endilgaba a la ministra Losardo (la mano judicial de Alberto F) quitarle el cuerpo al proyecto.

A sabiendas de las dificultades para que la iniciativa prospere en Diputados, al proyecto original se le adosaron varios aditivos. Uno de ellos es la multiplicación de cámaras, juzgados, fiscalías, defensorías y secretarías especiales en todas las provincias a las que se preveían originalmente.

Dichos extras implican unos 1.400 nuevos cargos a cubrir con el presupuesto judicial nacional. El dulce para los gobernadores y sus diputados renuentes a apoyar la reforma es que, además de incidir en las nuevas designaciones judiciales, abren fuentes de empleo con dinero que no es de ellos. Nadie sabe bien cuánto es.

Por si semejante estímulo no fuera suficiente, el FdT tiene preparado otro: combinar el debate judicial con el del Presupuesto 2021. Nunca viene mal, y menos en año electoral, aceitar el reparto de obras y de previsión de fondos para compartir con provincias sensibles a los deseos del poder central.

A esta seducción podrían sucumbir quienes integran bloques menores en tamaño y hasta de Juntos por el Cambio. El reparto puede ser generoso, aunque agite aún más el fuego de la interna opositora.

Tras el 17A, Larreta dejó por un rato su posición gandhiana y criticó la reforma judicial. Vidal reapareció para pedir otra vez autocrítica profunda de la presidencia Macri. Su ex líder juega picaditos en Suiza.

Larreta y Vidal aspiran a renovar y ampliar el espacio opositor. Sobreactúan la unidad, para no dispersar las chances electorales del año próximo y para contener a las y los que no quieren saber nada con el giro ultra del PRO post PASO y que se mantiene en las figuras de Macri, Bullrich y Pichetto.

Sin prisa pero sin pausa, un grupo de dirigentes plantea dar una fuerte pelea transversal hacia adentro de JxC. Capitaneados por Monzó (ex presidente de la Cámara de Diputados) y Frigerio (ex ministro del Interior), buscan sumar fuerzas que impulsen a Larreta y Vidal a competir contra el ala dura en las futuras primarias.

“Hoy hay que tener pelotas para ser moderado”, dicen en este sector, donde también participan Massot y García de Luca. Aspiran sumar a Lousteau, Posse, Stolbizer, Javkin (intendente de Rosario), Urtubey y al socialismo (en especial el de Santa Fe), para no ser solo una opción electoral, sino una alternativa de gobierno en 2023.

Todo parece ciencia ficción, si se tienen en cuenta los todavía imprevisibles efectos sociales de la pandemia, en el pico de los contagios y muertes. Esos que deberían llevar al consenso y, sin embargo, agitan fracturas y negaciones.n