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Los 14 segundos de Ritondo

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Ritondo. Al frente del bloque PRO, protagonista clave del debate presupuestario. | captura de tv

En estos días se habla demasiado de personas, y se las indica y señala. Este recurso analítico asume que la complejidad social y sus múltiples procesos simultáneos, junto con la intensidad de intenciones de actores agolpados en un mismo momento, y con la voluntad de hacer algo, podría quedar en suspenso con la sola ejecución de una única individualidad. Un camino desde el todo, a la unicidad de una parte.

Así, sabría del mundo quien tuviera conocimiento de las personas y sus intereses secretos, escribiría columnas en medios de comunicación, hablaría a cámara compungido y sería citado a almuerzos o brindis de fin de año para que relate lo que solo él sabría, construyendo así la simulación de un orden de acontecimientos que se reduciría al cumplimiento de esa información única y exclusiva de personas puntuales. La sociedad sería de este modo, aquello que pasa, mientras esta gente decide. 

Los relatos y análisis sobre el fallido proceso de votación del Presupuesto 2022 hacen un uso exagerado de este mismo recurso. Hasta la aparición de Máximo Kirchner la votación vendría fantástica hacia el retorno a comisión del Presupuesto, pero con su personal intervención, supuestamente desarticulada de las condiciones que daban forma a los ánimos entonces presentes, se habría generado un vuelco catastrófico y delirante de aquello que ya estaba en la correcta dirección. Las preguntas urgentes se orientan hacia las intenciones y los motivos de lo dicho, sobre la modalidad kirchnerista, sobre la sorpresa o sobre Cristina, como si el escenario colectivo de caos, gritos y acusaciones de las anteriores y seguidas 17 horas con 24 minutos no hubiera existido.

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Un poco más de dos horas antes de esa intervención de Máximo Kirchner, el diputado Federico Fagioli del Frente de Todos, a las 07:54 de la mañana, comenzaba su tiempo de exposición para describir el desempeño de la oposición en el recinto con términos como “caradurez”, “hipocresía” o que solo les interesaban los negocios. Leopoldo Moreau, inmediatamente después de Fagioli acusaba a la oposición de haber permitido la fuga de dinero al exterior a través de la toma de deuda. Unos minutos antes Sergio Palazzo insistía en la acusación de que la oposición nunca habría tenido intenciones de aprobar este presupuesto para no permitir una mejor condición de negociación con el FMI. Cada una de estas frases, gritadas con rostros repletos de colores intensos, eran acompañadas de gritos y aplausos de sus bancadas y reprobados en igual medida por sus opositores con gestos improvisados y movimientos de brazos. Voces con tono alto y desmanes en los ánimos, era todo lo que ocurría a dos horas de la supuesta sorpresiva intervención del líder de la Cámpora. Máximo habla en ese recinto, en ese caos, y en completa sintonía con se espacio de oradores.

La oposición viene de conflictos, o no acuerdos, a los que también se les suele incorporar el componente del análisis de las personas como factores modificadores de los rumbos. Quien tuviera información sobre Enrique Nosiglia sabría lo que próximo estaría por suceder en el radicalismo. Obtener datos sobre Lousteau y Yacobitti, y la modalidad de esa relación, sería el recorrido de acceso a las formas de esa pelea. Estar al tanto de las tensiones entre el liderazgo de Bullrich frente a de Larreta obligaría a conocer las intenciones de los próximos pasos de los líderes que deberían decidir entre rigidez y diálogo, de acuerdo a sus propios criterios personales. Todo siempre sobre las personas y no sobre los contextos.

Un mundo desequilibrado

Sobre Máximo se descarga indignación y no análisis, y bajo esta estrategia se reemplaza una revisión de las condiciones generales de esos escenarios (y se debe insistir en la idea de escenario ya que todos actúan) para pasar de inmediato a cuestiones en relación a intrigas psíquicas. Sería un error personal, del mismo modo que la búsqueda de Lousteau, por constituir un bloque diferenciado, una falta de criterio y de abundancia de capricho individual en función del combate contra el kirchnerismo.

Poco se dice sobre las condiciones estructurales que propicia la Unión Cívica Radical para que todos avancen hacia el combate. Una de las ventajas aparentes del partido sería la oferta orgánica de mecanismos casi imposibles de encontrar en ninguno de los otros partidos con ambición de ganar elecciones. Sus militantes se enorgullecen en ofrecer a todos los públicos posibles la sobrevivencia evidente y visible de elecciones internas, casi como una reliquia de prácticas abandonadas por la política en sus expresiones modernas, pero que como paradoja encuentra las condiciones perfectas para la puja incesante de sus propios liderazgos. Como en otros casos, la política se ofrece como un relato romántico sobre el cambio del mundo, pero sobre la cual solo basta una elección, para desatar el escarmiento cruzado.

El partido radical es considerablemente acaudalado en sus divisiones. Su historia ofrece caminos que se bifurcan en un andar, que su mera revisión y repaso superficial, debería poner en justa relación esto que hoy protagonizan Yacobitti y otros, y que puede perfectamente incorporarse en un paso más en el camino del tiempo hacia las peleas que se repiten, incluso exportándolo al interior de la coalición de Juntos por el Cambio. Las divisiones entre personalistas y anti personalistas, el desprendimiento de FORJA, los intentos renovadores de Lebensohn, el aprovechamiento de Frondizi, la junta renovadora y tantos otros casos más exponen una larga e intensa trayectoria en la que prima la pelea y las condiciones para que esa pelea se despliegue.

En realidad, la pregunta que falta es sobre Ritondo. El tiempo que transcurre entre el cierre del discurso de Máximo y la respuesta intempestiva de Ritondo es de solo 14 segundos. Argentina se quedó sin Presupuesto en un instante, sin que quede claro cómo fue posible que toda la pluralidad de la bancada opositora pueda al mismo tiempo coincidir y ponerse de acuerdo en no acompañar nada. Al día siguiente, la Coalición Cívica se expresó críticamente sobre esa misma orientación mostrando que en realidad Máximo fue bastante más coherente con las direcciones de los discursos de su espacio y que Ritondo obró como el radicalismo critica al PRO, de manera solitaria y sin pensar demasiado.

El debate era sobre gastos y detalles, pero fue más preciso sobre conflictos internos e incertidumbre. El país no tiene Presupuesto, la oposición no tiene liderazgo y parece que todo iba maravilloso hasta la palabra de Máximo. En los videos, quien se pone rojo es Ritondo. A él habría que preguntarle qué cree que hay que hacer en el tiempo por venir, sobre todo después de no dejar pasar más de 14 segundos, antes de empezar a gritar.

*Sociólogo.