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Los sapos que Alberto ya le hizo tragar a Cristina

El candidato presidencial del Frente de Todos fue tajante: la senadora tendrá "cero injerencia" en la formación del futuro Gabinete.

Alberto Fernández y Cristina Fernández de Kirchner
Alberto Fernández y Cristina Fernández de Kirchner. | NA PRENSA ALBERTO FERNÁNDEZ.

Con una competencia pos PASO algo desigual y casi decidida hasta para los oficialistas que tienen los pies sobre la tierra, se han empezado a posar los ojos en la relación política entre Alberto Fernández y Cristina Kirchner, si es que este 27 de octubre ratifican los resultados de agosto.

Esta semana, en declaraciones radiales, el candidato presidencial del Frente de Todos fue tajante: CFK tendrá "cero injerencia" en la formación del futuro Gabinete, dijo AF, para enseguida aclarar que sí van a trabajar juntos teniendo en cuenta la experiencia y el liderazgo de la ex presidenta.

Al igual que la fe de quienes en el macrismo consideran que “Sí se puede”, se puede creer o no en lo que asegura el número uno de la fórmula del FdT, puesto allí por su vice, algo que no tiene antecedentes en la historia argentina y universal. Pero dejemos de lado la cuestión del creo y analicemos evidencias.

Acaso la más irrefutable de ellas sea el propio Alberto. Tras ser miembro fundador del kirchnerismo y abandonarlo en 2008 tras la derrota de la 125 y el asomo de la ley de medios, AF mutó a un férreo crítico K, a veces rozando la crueldad, en especial con ella. Tras trabajar con Scioli, Massa y Randazzo, Fernández regresó a CFK luego de la derrota electoral que en 2017 igual la llevó al Senado. Tiempos en los que el vanidoso PRO y el atomizado peronismo daban por hecha la reelección de Macri.

Esa vuelta de Alberto y sobre todo su unción como presidenciable fue tal vez el primer sapo que debió tragarse Cristina para tener chances de ganarle a Cambiemos y volver al poder. Como se suele decir en el PJ: sin ella no se podía, con ella no alcanzaba.

A partir de allí, AF se dedicó a tejer para sumar dirigentes que, como él antes, habían roto con la jefa. Una lista a boca de jarro por orden de aparición: Donda, Solanas, Navarro, Pérsico, Katopodis, Zabaleta, gobernadores (Manzur, Uñac, Perotti), Massa, Randazzo…

Pero el gran sapo para CFK no estaba en el peronismo. Primero en privado y luego ante una selección del círculo rojo en el Malba, Alberto proclamó su buen vínculo con Héctor Magnetto, el todopoderoso hombre de Clarín.

Tampoco debió pasar desapercibido para ella, pese a que estaba en Cuba con su hija Florencia, el homenaje que su candidato hizo días atrás al fallecido Esteban Righi, el ex procurador que pegó el portazo luego de que lo escrachara Amado Boudou, vice y favorito de CFK.

Si fuera por estas muestras de autonomía, quizás haya que creerle a Alberto. O quizás sea una estrategia de campaña, que se pondrá a prueba cuando llegue el turno de gobernar y ejercer el poder. Ese momento en el que el peronismo suele tornarse impiadoso.