COLUMNISTAS
Elecciones en Brasil

Macri-Bolsonaro, una alianza incómoda y efectiva

Por qué el macrismo se entusiasma con un triunfo del candidato de extrema derecha. La suerte del PT y el impacto sobre Cristina Kirchner.

Mauricio Macri y Jair Bolsonaro
Mauricio Macri y Jair Bolsonaro | CEDoc

Mauricio Macri ya lo decidió pero no lo anunciará públicamente: Jair Bolsonaro es el candidato preferido en Brasil. El presidente argentino había dudado por el perfil racista, misógino y homofóbico del ex militar que puede lograr un histórico triunfo en el ballotage del próximo 28 de octubre. Pero en los últimos días creció en la Casa Rosada la idea de que la victoria de Bolsonaro podría favorecer el liderazgo regional de Macri, mostrando al argentino como un dirigente previsible y moderado frente a los exabruptos del ultraderechista brasileño.

Pero, está dicho, Macri no hará público su apoyo a Bolsonaro. En primer lugar porque no quiere repetir el error que cometió hace dos años, cuando anunció su respaldo a Hillary Clinton en la elección presidencial que la demócrata perdió con Donald Trump en los Estados Unidos. Y, en segundo lugar, porque el macrismo no quiere asociarse en esta instancia a las posturas tan extremas del hombre que seguramente se convertirá en el sucesor de Michel Temer. Pero que no queden: en Buenos Aires ya empiezan a celebrar el posible ascenso de Bolsonaro.

Es que la diplomacia macrista sabe que si Fernando Haddad logra cambiar la tendencia muy desfavorable que marcan las encuestas por estas horas y permite el regreso a Brasilia del Partido de los Trabajadores (PT), esa heroica remontada tendría un claro impacto en la política argentina. La síntesis "Haddad al gobierno, Lula al poder", sería una auspiciosa fórmula para el kirchnerismo y cada mensaje triunfante de Lula desde la cárcel sería utilizado como una señal de aliento para que Cristina Kirchner pueda subirse a la ola de una izquierda que recupera la gloria perdida en la región.

Por eso es que en los últimos días Bolsonaro empezó a ser bien visto en el Gobierno. Y aunque no contestaron el mensaje que llegó desde Brasil, en Argentina fue muy bien recibido el guiño que el ex militar envió la semana pasada, cuando en un reportaje concedido a La Nación disparó: "Un saludo a Macri, que terminó con la Dilma Kirchner". Pocas palabras para un aviso contundente: Bolsonaro es Macri, Cristina es el PT. De esa manera, una alianza que parecía incómoda, se convirtió en una alianza efectiva.

01_09_2018 Cristina Lula
Lula y Cristina, cuando el PT y el kirchnerismo triunfaban en las urnas. La derrota de Haddad podría complicar a CFK.

El macrismo ahora se entusiasma. Algo de eso dejó entrever el canciller Jorge Faurie a las pocas horas del bolsonarazo. Cuando aún seguía impactando el 46% que logró el líder de la extrema derecha, porcentaje que lo hizo arañar un triunfo en primera vuelta, Faurie advirtió que "los brasileños votaron para el futuro, no para el pasado" y dijo que Bolsonaro es "una nueva figura que emerge". Y, cuando la periodista María O'Donnell le recordó en una entrevista en Radio con Vos que se trataba de un candidato que destiló su odio contra mujeres, negros y homosexuales, el canciller argentino justificó: "Es una expresión de centro derecha. (...) En campaña se atribuyen muchas cuestiones, hay que ir conociendo al árbol por sus frutos, demosle la credibilidad a ver quien es el dirigente que llega y cuáles son las propuestas económicas y sociales que llegan. Los votantes brasileños sabrán votar a quien mejor los represente".

A medida que fueron pasando los días, el "blanqueo" a Bolsonaro se fue ampliando desde el macrismo y el ultra que generó rechazo hasta en la francesa Marine Le Pen fue dejando de ser un fantasma para convertirse en un candidato normal dentro de la democracia brasileña. Fue Jaime Durán Barba el que completó el nuevo paradigma: en una columna publicada en Perfil, el principal asesor de Macri advirtió que para el electorado brasileño Bolsonaro representa "lo nuevo" –sin importar sus declaraciones–, frente a "lo viejo" –que estaría asociado a la corrupción del PT–.

Bolsonaro también le permitiría a Macri aislar a la Venezuela chavista de Nicolás Maduro y consolidar una tendencia contra lo que el presidente argentino califica como el "problema del populismo" en la región, un fenómeno que se inició el año pasado con el triunfo del ecuatoriano Lenin Moreno y se afianzó este año con las victorias del chileno Sebastián Piñera, el colombiano Iván Duque y el paraguayo Mario Abdo Benítez. Un nuevo mapa sudamericano, diametralmente opuesto al que dibujaron antes Chávez, Lula, Correa y Kirchner.

Es cierto, hay que decirlo, que cerca de Macri anticipan nuevos focos de tormenta para la economía argentina frente a un posible gobierno de Bolsonaro. El macrismo reconoce que las exportaciones locales podrían verse afectadas cuando el principal socio comercial desarrolle un sistema proteccionista de la industria brasileña. Y se asume que el Mercosur podría entrar en un callejón sin salida, precisamente, cuando Macri y Temer habían logrado una "ventana de oportunidad" para reimpulsar un acuerdo con la Unión Europea, algo que pensaban reflotar en diciembre cuando se reúna en Buenos Aires el G20.

Diciembre es ahora un escenario de ciencia ficción frente al cada vez más real triunfo de Bolsonaro.