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Macri mueve, Cristina calla

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El Presidente y la exmandataria son quienes tienen más chances de llegar a un ballotage. | Cedoc

Protagonistas centrales de la campaña electoral, el Presidente y la ex presidenta encaran estos dos meses que faltan para la inscripción de las candidaturas con estrategias opuestas, aunque interdependientes y con el mismo fin: ganar.

A cargo del Ejecutivo, Macri goza de los beneficios y perjuicios del ejercicio de gobierno. Desde hace un año está mucho más afectado por estos últimos, claro. Al compás de la crisis económica y la ausencia de aciertos en ese aspecto, la imagen presidencial viene cayendo sin pausa.

En otro intento de iniciar un ascenso que lo vuelva más competitivo para la reelección, Macri hechó mano esta semana a un pragmatismo forzado. Los “precios acordados” en un “pacto de caballeros” no sólo tienen olor vintage, además van contra el ideario macrista.

La necesidad tiene cara de hereje, así que mejor mostrar apertura sobreactuada, pensando además en el frente interno: Vidal, Larreta y la UCR reclamaban medidas de alivio, con la limitación de que ninguna de ellas puede significar alterar los resultados fiscales que monitorea con inédita flexibilidad el FMI.

Ahí tienen el populismo que querían”, dice un hombre cercano al Presidente, crítico del viejo-nuevo paquete anti inflacionario. Con experiencia en frustraciones, apuesta a que esta vez sí Macri logre con las medidas el oxígeno para dar vuelta la inercia de los precios y las encuestas. Pero igual admite que si falla hay Plan B, con b larga. Y no larga prenda. Ampliaremos.

Efecto económico del apocalipsis zombi

Apoyo social e intención de voto no necesariamente van de la mano. Como lo tiene medido el propio Gobierno, hay una proporción importante de gente que tiene una opinión negativa de la gestión Cambiemos que votaría igual a Macri si compitiera en segunda vuelta con Cristina. Es la evidencia indisimulable de la apuesta oficialista a la polarización.

Más allá de los efectos financieros revulsivos por agitar el fantasma CFK, la realidad es que hasta los estudios de opinión pública que manejan en el laboratorio electoral liderado por Peña y Duran Barba se reconoce con preocupación que hoy la ex tiene más chances de volver que Macri de seguir. Acaso esa inquietud sea genuina y no como parte de una táctica que ya les dio resultado en 2017: azuzar una eventual derrota para convencer al votante dudoso.

Entusiasta, el kirchnerismo ya no reclama a los cuatro vientos la unidad para vencer al macrismo, salvo en la provincia de Buenos Aires, en la que apuestan a aglutinar a todo el peronismo (Massa incluido) para desalojar a Vidal de La Plata. Basta con apenas un voto de diferencia en octubre, no hay ballotage.

El optimismo llegó a Cristina, que ve (mal que le pese, en el fondo) cómo el silencio y el perfil bajo le permite ascender en la consideración social. “La convencimos de que si habla, ella pasa a ser el eje de discusión y no el desastre que está haciendo Macri, que es lo que nos favorece”, cuenta un cristinista ex arrepentido.

Por eso la ex presidenta no se expresó aún sobre las medidas anunciadas por el Gobierno ni habló en la sesión del Senado de esta semana. Tras la muerte de su madre el viernes santo, viajó a Cuba para visitar a su hija. El último mensaje público de CFK fue por redes sociales el jueves 11, en el que atacó la detención de Assange, el fundador de WikiLeaks.

Como a Macri el alivio en los precios, a Cristina esta estrategia le podrá servir para el cortísimo plazo. Pero nadie puede pensar seriamente que sea perdurable. Curiosa coincidencia.