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Massa-Bullrich: cómo ganarle a Milei

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Ella. Confrontará en todos los niveles. Él, debatirá la venta de órganos y armas y el comercio exterior. Massa no se meterá con los delirios místicos y dejará que la polémica por la dolarización la dé Melconian. | cedoc

El escrutinio final arrojó que Juntos por el Cambio fue la fuerza que más votos perdió entre las elecciones de 2021 y estas PASO (3 millones menos), seguido de Unión por la Patria con 1,3 millones menos, el peronismo no kirchnerista con 400 mil votos y el Frente de Izquierda con otros 640 mil. Estos 5,34 millones de votos perdidos por esos espacios representan casi el 90% de los 6 millones de votos que Milei sumó en estos dos años.

La nueva verdad instalada. Parece lógico que, de ese total, el 60% del flamante electorado mileísta provenga de quienes, hace 24 meses, habían votado por la coalición cuyo máximo referente es Mauricio Macri. Es el mismo Macri que celebró el triunfo de Milei casi a la par que el segundo puesto de JxC.

También resulta entendible ese otro 40% de exvotos kirchneristas, peronistas y de la llamada “izquierda”, que ahora eligió votar a Milei. Es presumible que no lo hicieran por sus promesas de reducir el Estado o de liberar la venta de órganos, sino por su costado anarcocapitalista, su estilo rock star y sus brotes de ira contra la casta y lo establecido. Son sectores más extremos que antes se inclinaban por otras fuerzas “antiestablishment” y que ahora eligen a Milei.

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Así como ninguna encuesta anticipó que Milei saldría primero (ni siquiera que saldría segundo, la mayoría lo daba tercero lejos), de un día para el otro empezó a surgir un consenso que asegura que el líder de La Libertad Avanza ganará la elección. Si no es en primera vuelta, será en el ballottage.

Así como nadie anticipó que Milei saldría primero, hoy se instaló como verdad que él ganará...

En el reino de la inexactitud que es la realidad, se acaba de instalar esta nueva verdad que angustia a los otros candidatos y mantiene en shock al círculo rojo.

Pero lo único cierto hasta ahora es la “encuesta” real que representaron las PASO.

Un virtual empate de tres tercios que torna difícil (no imposible) que, en apenas dos meses, uno de los tres logre una diferencia tan desequilibrante como para ganar sin necesidad de una segunda vuelta.

El resto de las certezas que se puedan alcanzar a partir de allí solo son producto del exitismo de unos y del ataque de pánico de los otros.

Estrategias. La de los equipos de Milei es intentar seguirlo a él. Sin pretender manejarlo, porque dudan de que Milei se pueda manejar a sí mismo y porque están convencidos de que es su espontaneidad la que atrajo a un tercio del electorado. Saben que, a diferencia de los otros competidores, tiene ese 30% de piso asegurado para los comicios de octubre. Lo que no saben es cuál es el techo de alguien que provoca tanto escozor en un importante sector de la población.

Patricia Bullrich y Sergio Massa la tienen más difícil.

Bullrich no solo viene de perder 3 millones de votos. Además, debe lidiar con la persona que creó ese espacio, Macri, que parece apoyar por igual a Milei y a ella (y a quien Milei le retribuye con mutua simpatía).

... En el reino de la inexactitud, la nueva certeza tiene en shock a los otros candidatos y al círculo rojo

Con buen criterio, Bullrich acaba de poner en juego a uno de los economistas más hábiles en el debate público. Además de haber elaborado un plan económico con setenta expertos de la Fundación Mediterránea, Carlos Melconian es el mejor divulgador para explicarlo y para enfrentar al que proponen Milei y el oficialismo.

Igual, con eso solo no alcanzará. Ella deberá demostrarles a sus exvotantes que, si votaron a Milei por lo bravo que es, ella es más brava. No una brava mediática, sino quien enfrentó a la dictadura, a Yabrán, al narcotráfico y a los sindicalistas más bravos. Y a los sectores más racionales a reconquistar, podrá contarles que ella no es asesorada por perros y economistas muertos, sino por especialistas vivos, y que cuenta con legisladores suficientes para garantizar gobernabilidad.

Massa tampoco la tiene fácil. En principio, deberá seguir explicando (sin explicar demasiado) que él es el bombero que llegó para apagar el fuego, que si las cosas no terminan de explotar es porque está a cargo y que, si arrancara un gobierno de cero en diciembre, el futuro sería mejor.

En su entorno, las perspectivas electorales son más positivas (dicen que su tracking de este viernes les daba 32 puntos, seis menos que Milei y seis más que Bullrich).

A esta altura piensan que dio resultado el Operativo Milei para restarle chances a JxC (su principal adversario hasta hace dos meses). Aunque no lo llaman así, porque sería aceptar que negociaron listas con LLA, que le cuidaron las boletas en donde no tenía fiscales e, incluso, que aportaron económicamente para ayudarlo a crecer.

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En términos cuantitativos, a Bullrich le faltan 460 mil votos para, al menos, igualar lo que Milei obtuvo en las PASO; y a Massa, 630 mil.

Ballottage. Para llegar al ballottage, ella propondrá una estrategia de confrontación abierta en todos los temas y niveles. Mientras Massa intentará debatir sus ideas más polémicas (venta de armas y de órganos humanos y comercio exterior solo alineado con los Estados Unidos).

Hasta el eventual ballottage, Massa evitará polemizar sobre delirios esotéricos y dejará que sea el economista de Bullrich quien refute la dolarización.

Si se concretara la nueva verdad de que Milei tiene asegurado su pase a la segunda vuelta, la pregunta es cómo se repartirán los votos de quien salga tercero y quede afuera.

Si es Bullrich quien compita con el libertario, a su favor tendrá que el voto tradicional peronista que había votado a Massa elegiría más naturalmente a alguien como ella (que tiene ese origen y entiende mejor al peronismo), que a quien hace campaña repudiando la justicia social.

Si es Massa quien compita con Milei, la duda es qué porcentaje de los votos seducidos por el discurso antioficialista de JxC elegiría a un peronista; y cuántos optarán por un antisistema con tal de no volver a ver al kirchnerismo rondando el poder.

Por el contrario, es más probable que la mayor parte de quienes no hayan votado a ninguna de las tres opciones principales se incline por Massa en caso de que le toque competir contra Milei.

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En las PASO, por ejemplo, fueron 2,20 millones de votos. Salvo 30 mil, el resto votó a agrupaciones peronistas como la de Schiaretti y Moreno, nacionalistas que ya anticiparon que no votarán a Milei y distintas variantes trotskistas como la que encabeza Myriam Bregman. Es un electorado que, se supone, sería más proclive a votar a cualquiera, aun tapándose la nariz, que a Milei. Y quizá más a Massa que a Bullrich.

Por último, están los nuevos 3 millones de electores que no fueron a votar en las PASO (de los casi 11 millones que se abstuvieron de ir) y que conforman el porcentaje estimado de votantes que sí suelen participar de los comicios generales y de un eventual ballottage.

Rompan todo. Si es complejo prever el voto de los que ya votaron, más difícil es hacerlo con los que se quedaron en sus casas en las primarias, pero por algún motivo concurrirán en las siguientes. ¿Privilegiarán el voto “rompan todo” que favorecería a Milei o elegirán las opciones más institucionales del oficialismo y la oposición?

Aunque ya aparecieron líderes de estas opciones “más institucionales” que, por el contrario, anticipan que en caso de ballottage votarían a Milei. Uno fue el gobernador peronista Perotti, que afirmó que lo hará si la competencia final fuera con Bullrich. Otro fue el candidato opositor a sucederlo, el radical Pullaro, que también votará a Milei si la opción es Massa. No fueron los únicos.

Si peronistas y radicales insultados permanentemente por Milei y degradados al rincón de la casta son capaces de elegirlo a él, es posible que de verdad exista el profundo deseo social de un cambio explosivo.

Una ruptura con todo lo que se hizo desde la recuperación democrática. Lo malo y lo bueno.