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Me compré el álbum

figuritas y álbum del Mundial Qatar 2022
figuritas y álbum del Mundial Qatar 2022, | Cedoc Perfil

No lo compré para mí, sino para mi hijo. Luego de haber resistido semanas enteras tuve que hacerlo. Mi hijo era el único del grado que no tenía nada para intercambiar con sus coetáneos.

Entre todas las cosas terribles que están pasando agregué las del mundillo del mercado negro de figuritas. Es como dice Oscar Wilde: si uno comienza por lapidar por adulterio a una mujer de 22 años en Sudán, sigue por financiar la construcción de ataúdes para políticos en una carpintería del Conurbano y finalmente, cuando se quiera dar cuenta, estará negociando con la quiosquera del barrio un precio absurdo por unas figuritas que le saldrán repetidas. Lo importante es compartir ADN con el tiempo; tener qué intercambiar.

A mi hijo no le interesa el fútbol, pero sí le interesan las banderas, incluso las de países africanos o de la ex Unión Soviética, países que en algún momento los adultos decidimos no incorporar a nuestro acervo, como una manera de negar que las cosas cambian y que el río ese tan heraclíteo en el que nos bañábamos ya no es el mismo. Así que lo veo revisar su tesoro escandalosamente incompleto (hay páginas vacías por entero) sumido en avidez capitalista. Imagina resultados para Túnez-Australia, compara sonrisas y bigotes de los gladiadores, descubre que a San Marino le metieron diez goles en las eliminatorias y quedó fuera con cero puntos, a la vez que se pregunta cómo hace San Marino para tener un equipo entero en su magro territorio, lo cual lo lleva a cuestionarse también cómo será el equipo de Ciudad del Vaticano y si jugarán con sotanas. Compro el álbum y me alegra que sea un modo de entrarle a la geografía, materia que, por cierto, ha desaparecido de la escuela.

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Es tal como dijo el New York Times, siempre tan preocupado por las vicisitudes de nuestro pequeño país: un quiosco de la Av. Rivadavia vende las figuritas con sobreprecio, pero siempre que además lleves un chocolate o alguna otra golosina a punto de vencer; otro abre sólo de 15 a 16 para el affarone. Ese se ve claramente porque a esas horas hay dos cuadras de cola de padres y niños de guardapolvos. Una quiosquera del barrio me reconoce porque le he comprado otros álbumes Panini (que quedaron igualmente incompletos) y con impensada amabilidad me guarda hasta diez paquetes a precio normal (no hay una cotización fija). Se ve que la caigo simpático y yo no lo sabía. Si no, no se explica por qué a mí esa suerte de consumidor. Me explica que las figuritas no se consiguen y que el mayorista se las retacea a quienes no les compran una cantidad delirante, cosa que obliga a un sobreprecio cuya lógica no entiendo. ¿Y si imprimen más? Las curvas de la oferta y la demanda no se cruzan ni por asomo en esta ecuación de fin de tiempos. Una noche, mi hijo me propone viajar hasta la calle Lavalle cuando todo cierra, a las 23:30, donde pagamos $ 250 por sobre. Dejo el auto en un estacionamiento subterráneo y camino las calles peatonales con dos niños de la mano buscando ese quiosco minucioso a medianoche y pienso que algo está mal, muy mal, pero no me animo a decidir qué.

En medio de las compras furtivas viajo a Córdoba, que casi no conozco, a verificar que hace meses que no llueve. Participo de la III Bienal de Diseño presentando una película muy vieja y cuento con nostalgia que en el rodaje llovió mucho. Todos nos damos cuenta de que ya no llueve más y que ver la lluvia en celuloide tiene un valor especial hoy, aquí y ahora. Las chicas inglesas tiran sopa contra los Girasoles de Van Gogh y se pegan con la Gotita a las paredes. Son víctimas de memes y de escarnio. El cuadro tiene un vidrio y no sabemos si podemos considerar esto terrorismo. Las banco a toda hora. Me da igual si los Girasoles se arruinan o no, es la desproporción en las magnitudes del conflicto lo que hay que poner en primer plano. ¿Por qué consideraremos patrimonio a esos tristes Girasoles y no al planeta?

También me entero de que el Parque Rivadavia es el mayor centro mundial de intercambio de fichus y que Francia y Dinamarca harán boicot al Mundial de Qatar por la muerte de más de 4.500 inmigrantes explotados en la construcción de estadios que nadie necesitará en 2023. ¿Y en qué estamos pensando? En que ojalá Francia se baje del Mundial para que esto le dé a la Argentina alguna chance.

No debería haber comprado el álbum. Ya estoy adentro. Mi hijo me arrastró y yo a él.