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Messi en Miami: el que es campeón del mundo hace lo que quiere

Messi ya está retirado, es de derecha y tilingo, y se fue a una liga donde puede manejar todo a su gusto. Esas solo son algunas de las confusiones alrededor de la última decisión del 10.

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Desde las 21:00 Inter Miami recibe a Orlando City | NA

Lionel Messi anunció a principios de este año que no renovaría con el París Saint-Germain. La decisión era esperable. ¿Por qué se quedaría en un club que ya no compite por Champions League, cuya hinchada nunca lo quiso y donde no lo homenajearon por ser campeón del mundo? Más sorpresivo fue el anuncio de que firmaría con el Inter de Miami. ¿Por qué no volver al Barcelona, el club que lo formó, con el que ganó todo y que también lo traicionó? ¿Por qué no buscar lugar en la Premier League, la liga más competitiva del planeta, o al menos un equipo italiano que dispute la copa europea de clubes? O si el 10 estuviera ya pensando en el retiro, a sus 36 años, ¿por qué no elegir a Newell's Old Boys, el club de sus amores, donde hizo inferiores, para que el público argentino le rinda pleitesía todos los fines de semana y a cualquier lugar donde vaya?

Lo que me desagrada de Messi en Miami 

Es que Messi ya está retirado, ya no le da, podría decir algún madrilista, hincha de México o fan de Cristiano Ronaldo, por nombrar algunos de los ateos de Lionel. Y en parte es cierto, porque eligió la MLS, una de las ligas menos competitivas (pero que mejor pagan) del planeta. Pero creer eso es ignorar que el capitán de la Selección Argentina sigue en un nivel supercompetitivo, como demuestra cada fecha, y planea disputar la próxima eliminatoria y la Copa América 2024, dos de las disputas internacionales más difíciles. Nadie cree, además, que no vaya a estar, de una forma u otra, para el Mundial 2026. Y si fuera cuestión de no competir, hubiese embolsado los millones que le ofrecían en la liga de Arabia Saudita, que está comprando todo lo que se cruza en busca de soft power y para ver si algún despistado se olvida de que es un país donde las mujeres son ciudadanos de segunda. Porque competir, lo que es competir, ahí tampoco se hace mucho, ni en el Al Nasr de CR7.

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No, lo que pasa es que Messi es de derecha, dispararía algún soldado japonés de la batalla cultural kirchnerista de 2008 en adelante. Por eso se va a Miami, que es la ciudad de la tilinguería argentina del deme dos, en un estado gobernado por un Trump de bolsillo, encima al club del inglés Beckham y de los "gusanos" anticastristas Más Canosa. Messi siempre fue facho, no quiso juntarse con Alberto (aunque sí con Cristina en 2014), ni pedir Justicia por Santiago Maldonado con Sampaoli, y ahora está más cerca de Delaware para evadir impuestos. Messi es culturalmente menemista –diría este confundido total—porque su mujer se broncea y él se ríe con los chistes de Tinelli (la tele que llegó a ver en los 90, antes de irse).

Messi debería venir a jugar a Argentina, a una liga de organización pésima (todo lo bueno que el Chiqui Tapia hizo para la Selección, lo deshizo para el fútbol local), sponsoreada por casas de apuestas y con denuncias de partidos arreglados en las categorías inferiores. Si no lo hace, es un cipayo vendepatria, aunque haya elegido jugar para Argentina y haya ganado todo lo existente, de Mundial Sub-20 a Juegos Olímpicos, de la Copa América al primer Mundial en 36 años.

Messi se va a una liga menor donde puede elegir a sus compañeros, hacerle bullying a los rivales y presionar a los árbitros, se argumentará desde el fondo. O se va cerca del poder global, para volver a "comprar" un torneo internacional de cara a las próximas copas. La confusión es total, pero la gente tiene derecho a equivocarse. 

A mí también me incomoda Messi en Miami

No hay forma éticamente pura de jugar al fútbol profesional. La moralidad no reside en el Barcelona que pagó a árbitros, ni en el PSG propiedad de qataríes que compraron la sede del mundial y usaron mano esclava para construir estadios, tampoco en el fútbol argentino (menos en el italiano). Messi es "bueno", no es conflictivo adentro de la cancha ni afuera (salvo algún desliz impositivo), pero no hay ningún lugar donde ser "bueno" en el fútbol, ni debe haberlo. Y la tilinguería del imaginario cultural argentino que se le adjudica a Messi ya no es exclusiva de Miami: también abunda en la Ciutat Vella, en Nueva York, en Bariloche. Se expandió como el barrio de Palermo colonizó Villa Crespo y Chacarita. 

Lionel Messi y Antonela Rocuzzo en Miami
Lionel Messi y Antonela Rocuzzo en Miami

A algunos (me incluyo) les gustaría ver a Messi jugar en otro lugar. Tal vez lo haga el año próximo, en un préstamo fugaz que lo devuelva a Europa, o con un semestre caótico en Newell's. Si no es en clubes, al menos nos quedan algunas competencias de Lionel para la Selección. Pero algún día, lamentablemente, se va a tener que retirar, y pelearse contra el paso del tiempo es tan inútil como luchar contra el mal gusto o la entropía

Messi ya no le debe nada al fútbol. Y lo que le debía el fútbol a él, la Copa del Mundo, ya lo consiguió en un arrebato de gloria y genialidad. Ganar, a esta altura, un torneo argentino, una Libertadores, o un lechón carcelario como Ronaldinho, sería una anécdota más. Todo lo que juegue Lionel del 18 de diciembre de 2022 en adelante es un changüí, está de sobra, es un regalo para el futbolero. Y si Messi es de derecha, tilingo o conflictivo, cada uno se lo perdonará, o no, como le perdonamos a Maradona cosas peores, solo por habernos hecho felices. Porque el que es campeón del mundo hace lo que quiere. Incluso irse a Miami.