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Randazzo exultante

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El resentimiento puede funcionar como un estimulante poderoso. Florencio Randazzo se muestra exultante. El ministro cree que Daniel Scioli será vencido en la segunda vuelta y, sin importar que se trata del mismo signo político, la perspectiva lo embargó de una dulce sensación de revancha. Uno de sus últimos interlocutores fue un empresario sentado en el White Bar del Hotel Madero, donde el ministro disfruta de organizar reuniones a media mañana. “Me boludearon”, explicó Randazzo al justificar su entusiasmo. Los responsables de la acusación son esencialmente los jefes de la agrupación kirchnerista La Cámpora a quienes considera que, movidos por el miedo, convencieron a Cristina Kirchner de elegir a Scioli. “Ahí tienen ahora las encuestas que garpaban”, se exalta. Su futuro está rodeado de suspicacias por los vasos comunicantes que tiene con el macrismo. Pero Randazzo asegura a quien lo consulta que se tomará 2016 como un año sabático. En su ranking de animadversión, los jefes de La Cámpora se ubican en segundo lugar. El primero lo tiene reservado para Scioli a quien le atribuye intrigas en su contra. Muchas más de las reales. Ayer, en plena campaña, su ministerio informó que suspendió las obras del nuevo puente ferroviario entre Buenos Aires y Mar del Plata por la “ grave situación hídrica” de la Provincia que gobierna el candidato oficialista. Cada vez se cuidan menos las formas.

Randazzo, como Sergio Massa y Juan Manuel Urtubey, aspiran a tener un lugar de privilegio en un eventual peronismo opositor en caso de un triunfo de Macri. Pero hay una sombra en sus planes que el ministro prefiere obviar por ahora: ¿en qué medida el peronismo va a perdonarle su negativa a ser candidato a gobernador? Hay en el PJ quienes creen que su decisión signó en gran medida la derrota que le quitó la Provincia después de 28 años de control. Son gestos difíciles de olvidar para quienes se aferran al poder.
Massa y Randazzo comparten un deseo: prefieren a Macri antes que a Scioli como sucesor de Cristina Kirchner. El cálculo esencial que los guía es que el peronismo se queda sin jefe si sufre una derrota y, por lo tanto, sus acciones personales aumentan como dirigentes de una generación intermedia con alto grado de conocimiento nacional. Cálculos personales. Nada que ver con las ideologías.

Las encuestas en principio parecen coincidir con la sed de revancha de Randazzo. El asesor peruano Sergio Bendixen, quien aún reporta para Massa, distribuyó un nuevo sondeo que ubica a Macri con 48% sobre 42% de Scioli. Muestra todavía un alto nivel de indecisos, cercano al 9%. De ahí que el macrista Marcos Peña y sus colaboradores giren sin cesar en reuniones con dirigentes para pedirles que se aferren a la “humildad”. Bajar el tono. No contestar. El tono budista tiene un objetivo terrenal: evitar pasos en falso que puedan poner en riesgo la ventaja.

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El poder es por estos días un hervidero de elucubraciones sobre el futuro. Mejor ser cautelosos. La realidad argentina muchas veces se rió a carcajadas de los planes trazados en las mesas de arena de los generales de la política.