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Debate presidencial

Roles cambiados: Massa a la ofensiva y Milei defendiéndose

Para la mayoría, el debate presidencial sólo sirve para confirmar sus sesgos y prejuicios. Pero la diferencia la hace el 1% o 2% que pueda variar su voto por lo que vio y escuchó.

Debate presidencial x Balotaje
Debate presidencial x Balotaje | Cedoc Perfil

Los argentinos atravesamos un momento fascinante gracias a la aparición en la escena política de Javier Milei. Claro que Milei no es Milei, es lo que él representa, los millones de personas que lo eligen para que los represente. Pero su figura sirve para corporizar la necesidad de un cambio extremo que pide ese sector de la sociedad. Él hace más fácil ver ese cambio.

Nunca antes un personaje tan extravagante para la política está tan cerca de llegar a la Casa Rosada. Para los periodistas y los analistas políticos es un experimento único. Casi una fiesta profesional, sino fuera que después deberemos seguir viviendo en la Argentina.

Sergio Massa es menos interesante en ese sentido, porque representa el perfil del político más tradicional, ya sea del oficialismo como de la oposición. Es un peronista moderado que no habla ni piensa muy distinto de lo que podría hablar o pensar un radical o un macrista. Con ideas distintas, pero compartiendo formas y estilos similares.

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El debate del balotaje fue la escenificación mediática de este momento único y de sus máximos exponentes.

Con un candidato como Milei que no está acostumbrado al formalismo institucional de un debate con limitaciones estrictas. Porque justamente su éxito se basa en la falta de límites típica de los programas televisivos que viven del escándalo y lo tuvieron a Milei como invitado de lujo.

Javier Milei y Sergio Massa
Debate presidencial entre Javier Milei y Sergio Massa. Foto: AFP

 

Por eso el candidato de La Libertad Avanza apareció a la defensiva y encorsetado.

En cambio, para un político tradicional como Massa, el del debate presidencial es un formato cómodo y amigable. Que le pone límites a un outsider cuya característica es traspasarlos todo el tiempo.

Eso es lo que explica que un candidato del oficialismo, a la vez ministro de Economía de un país con dos dígitos de inflación mensual, haya puesto a la defensiva a un candidato opositor cuya fortaleza es no haber sido responsable de esa situación.

Y fue especialmente en el tema económico en el que Massa interrogó como a un alumno a Milei. Poniéndolo a prueba en forma permanente con la simple fórmula de “por sí o por no Javier”. Como si fuera un maestro que reta a un alumno que no atina a contestar rápida y correctamente.

El formato duro, la ausencia obligada de apuntes y la presión del contexto, deben haber confluido para que el libertario nunca fuera a la ofensiva a partir de la pregunta más sencilla y efectista: “Decime Sergio, ¿cómo vas a hacer para terminar con la inflación cuando seas Presidente si como ministro de Economía la duplicaste?”.

Quizá más preocupado por mantener el equilibrio emocional que por analizar y repentizar, Milei se limitó a calificar a Massa de mentiroso, asociarlo con la casta y a reiterar una y otra vez sus muletillas “digamos…” y “sabés qué…”.

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El ministro usó la estrategia de refutar cada “mentiroso” a través de una réplica minuto a minuto desde sus redes sociales (manejadas obviamente por su equipo de comunicación) en la que se exhibían cada una de las declaraciones periodísticas que durante el debate Milei negaba haber hecho.

El libertario también intentó asociar a Massa con los “delincuentes” del kirchnerismo, pero sorpresivamente se frenó apenas el ministro le preguntó si tenía pruebas, advirtiéndole que si las tenía y no las había presentado estaba cometiendo un delito.

Massa sobreactuó cierta pose de estadista, serio, de tono medido. Pretendiendo asociar la función presidencial con palabras como “templanza”, “capacidad”, “equilibrio mental”, “carácter” y “tolerancia”. En clara alusión a las debilidades de la personalidad de su contrincante.

Sin embargo, su decisión y la de sus estrategas fue la de no avanzar sobre la deriva esotérica de Milei y sus comunicaciones extrasensoriales con su perro y con economistas fallecidos. Massa sólo dejó de manifiesto la negativa de Milei de hacerse un test psicotécnico y dejó picando el interrogante de que no fue incorporado al Banco Central por algunos problemas vinculados con supuestos desequilibrios psicológicos.

Debate presidencial x Balotaje

 

Tampoco avanzó el candidato oficialista sobre la justificación de la fórmula Milei-Villarruel del terrorismo de Estado y de los militares de la dictadura. Ni sobre el libre mercado de órganos, niños y armas.

Ahora, que Milei haya sufrido el formato y que haya aparecido a la defensiva en distintos tramos del debate; y que por momentos Massa apareciera como el exitoso ministro de una economía próspera y como un presidenciable racional, no significa necesariamente que uno perdió y otro ganó.

Es probable que la mayoría haya escuchado y visto lo que quería escuchar y ver. Y que el debate haya confirmado los prejuicios con los que cada uno empezó a verlo. Por lo que Massa y Milei habrán ganado o perdido el debate, según los sesgos de cada sector social, político y mediático.

Pero lo que cuenta aquí es si hay un 1% o 2% al cual el debate lo lleve a cambiar su voto o a dudar. Lo que en la habitual diferencia mínima que suele haber en un balotaje entre el ganador y el perdedor, puede representar una variación que termine definiendo la próxima elección.