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¡Suéltame pasado!

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Si ayer uno de los dos hubiera muerto, el otro iría hoy a su funeral, se declararía duelo nacional, la televisión retransmitiría las imágenes con el adagio de Albinoni de fondo y así, unidos en el dolor, comprenderíamos al fin hasta dónde llegamos a enfrentarnos. Mirados desde afuera de nosotros mismos, nos asustaríamos de vernos en el espejo de estos años, fanáticos, rojos de furia, escupiendo fuego de nuestras virtuales o reales bocas lanzallamas. ¿Será que sólo ante la muerte entendemos todo?  
Pero resulta que uno ganó, otro perdió, y la alegría o la tristeza que cierra la noche en que se define quien se hará cargo transitoriamente del gobierno, eso que alguna vez será parte de la natural alternancia democrática es todavía entre nosotros una declaración de guerra encubierta. ¿Qué hacer entonces ahora para que el odio no vuelva a separar lo que en cada elección la esperanza une?

Las lecciones de la memoria dan cuenta de intentos fallidos o póstumos. Después de que Perón ganó las elecciones en 1973,  Osvaldo Pugliese -que había sido encarcelado y perseguido por el peronismo a causa de su militancia comunista- aceptó participar con su orquesta en el show que se organizó en el obelisco. “Es un festejo del pueblo”, dijo. En la cena posterior, Perón le reconoció el gesto: “maestro, gracias por saber perdonar”. Pugliese sólo contestó: “Si perdono, o no, es cosa mía”. María Estela Martínez, “Isabel” y José López Rega,  “el Brujo”, que estaban esa noche ahí, volvieron a perseguirlo después de que murió Perón.
Hasta el funeral de Perón en el Congreso se acercó el líder radical de entonces, Ricardo Balbín. Mirando el ataúd, Balbín improvisó un discurso sentido que dejó una frase para la historia: “este viejo adversario viene a despedir a un amigo”.

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El regreso de un Perón que se consideraba a sí mismo como un “león hervíboro” y que volvía a “reconciliar” a los argentinos, fue otro intento fracasado de superar fracturas históricas. “Unitarios y federales”, “crudos y cocidos”, “radicales y conservadores”, “peronistas y radicales’. Todos justificados por palabras altisonantes, “felicidad del pueblo”, “suprema”, “grandeza”, “patria o muerte”. Demasiado pasado pesado ,demasiada muerte.
Daniel Rabinovich se murió hace poco, sin llegar a  ver lo que esperaba de esta noche de elecciones. Lo recuerdo en la Suite televisiva del espectáculo Hacen muchas gracias de nada, en 1980. Leía Marcos Mundstock: “...Quien más ha reflexionado sobre la música para televisión, es el compositor, Pierre Pérez Pitzner, autor del libro titulado La corchea y el orticón, interacción y propuesta. A dicho libro pertenece la célebre frase que dice: “De cada diez personas que ven televisión... cinco... son la mitad”. Escucharemos a continuación su “Suite televisiva Opus 83”, también llamada “La tanda”, para recitantes, coro y pequeño conjunto instrumental”.

Daniel Rabinovich: “Televicio”. Marcos: “La mejor programación Este Sábado no se aparte de Televicio”. Daniel:  “A las 15:00 en “Cine de estreno”: “La Indomable”. Marcos: “La Indomable, una mujer atrapada por su pasado”. Y ahí aparecía Carlos Nuñez Cortés a los gritos: “¡Suéltame pasado!”. Seguía Marcos: “La Indomable, una mujer que tuvo que enfrentar el violento mundo de los hombres”. Y Daniel: “Pero nadie pudo con la Indomable”. Marcos: “El Sábado a las 15:00 la Indomable estará en su pantalla”. Daniel: “Si ella quiere”
Uno de los ejes de campaña del nuevo presidente. Mauricio Macri, fue “la unión de los argentinos”. La voluntad del nuevo gobierno está, pero no hay actos, ni discursos, ni esfuerzos que nos obliguen o impongan el reencuentro. Depende de cada uno, de la “indomable” voluntad de reírnos de nosotros mismos o no, de construir una sociedad que nos contenga a todos o de fracasar nuevamente, de odiar o crecer.
Nadie se reconcilia por decreto. Si hay ley, si hay juicio y castigo, la buena voluntad ayuda a no quedar atrapados en el rencor. “¡Suéltame pasado!”  
Hasta la victoria de todos, patria o suerte.   

*Periodista.