Argentina es un ejemplo mundial en el juzgamiento de sus represores. Es un caso único en la historia: un dictador que muere con todas las garantías de ser juzgado, preso y condenado. Y muere con el desprecio de su pueblo, en una cárcel común. Murió en el lugar donde debía morir.
Muchas veces decimos que la Justicia llega tarde, pero lo importante es que llega. No debemos olvidar que la misma sociedad hizo que se retrase. Hubo leyes como la de Obediencia Debida y Punto Final que extendió el avance de los procesos. En 2004, Néstor Kirchner, al derogar esas normas, logró que se puedan volver a retomar los juicios. Yo, por ejemplo, pude retomar el caso de mi padre. La causa de él la iniciamos en junio de 1976. Pasó por catorce juzgados en todo este tiempo porque muchos se fueron declarando incompetentes. Mi padre, Bernardo Alberte, fue un destacado oficial, estuvo encarcelado en Ushuaia para luego ser liberado. Estuvo exiliado en Brasil en 1975. Gracias a la amnistía volvió al país. El general Perón lo nombró delegado personal y secretario general del PJ. Luego fue edecán. El fue la primera víctima que se cobró la dictadura. Una horas más tarde de haberle escrito una carta a Videla –en la cual lo responsabilizaba del golpe de Estado de 1976 y afirmaba que otra dictadura sería uno de los peores errores de la historia– catorce vehículos militares llegaron a su casa la madrugada del 24 de marzo, bajo el mando del general Oscar Guerrero. Bajó un grupo de soldados con ropa de fajina y FAL en mano. Cortaron el tránsito desde Callao hasta el pasaje Schiaffino. Forzaron la puerta de entrada del edificio y subieron los seis pisos por las escaleras. Al llegar, rompieron la puerta de servicio a punta de bayoneta y lo tiraron por un ventanal. Murió en el acto. Mi madre y mi hermana fueron testigos. Guerrero está imputado en el juzgado de Daniel Rafecas, pero aún no fue procesado. Pasaron muchos años, pero no cejamos en nuestra sed de Justicia. Esperamos que sea llevado a juicio oral y se lo detenga en una cárcel común.
*Hijo del mayor Bernardo Alberte, asesinado el 24 de marzo del 76 tras una dura carta a Videla .
