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Un Mundial todos los meses

Con cimbronazos casi permanentes en nuestra realidad, es bienvenida esta alegría social, aunque sea líquida.

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Apunta y dispara. Lionel Messi. | pablo temes

Como en Italia 90, empezamos perdiendo el primer partido inesperadamente y llegamos a la final, con un poco de inteligencia y un poco de garra. Parece que los argentinos somos así: necesitamos un golpe para despabilarnos y recuperarnos. Toda una metáfora sobre el ser nacional.

La frase más repetida por los entrevistados en el post triunfo del martes, en todos los móviles de los medios de comunicación, fue algo así como “esto es lo que necesita la Argentina, una gran alegría”. La radiografía del ánimo popular a pleno. Apareció uno de los pocos denominadores comunes que nos ponen a todos a mirar para el mismo lado y con la misma intención. No está mal. En un mundo de sociedades fragmentadas y polarizadas, la Selección nacional de fútbol algo contribuye.

Argentina viene suficientemente entonada para ganar, pero aunque no lo haga, habrá un estallido de felicidad. Es interesante que el ánimo de alegría sea colectivo, no solo como fruto de una cuestión individual. Eso significa que hay rastros de comunidad en cuanto a sentimientos compartidos. Una semana después vienen Navidad y Año Nuevo, y para algunos sus vacaciones. Claro, será una alegría “líquida”, parafraseando a Bauman, ya que la realidad viene por nosotros tarde o temprano.

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Mientras los chicos se lucen en Qatar, para ayudar a comprender dónde está la Argentina, algunas de las cosas que están pasando y otras que pueden ocurrir, hay que detenerse en algo que dijo hace un mes una de las personas cuya opinión más interesa en el país, Paolo Rocca, presidente y CEO del grupo Techint. En un seminario apuntó: “Tenemos que entender que el cambio geopolítico es definitivo. Se terminó la globalización que vivimos en los 90 y hoy estamos entrando en una nueva fase, donde la seguridad y la independencia van a primar. Para la Argentina y la región impone un debate interno, donde debe primar la integración occidental…”. Fue además particularmente crítico de una relación muy cercana con China. En síntesis: esto ahora es una cuestión de poder, ya no solo de relaciones económicas internacionales competitivas.

En el medio de la locura por el fútbol, ocurrió algo no menor. El mismo martes por la tarde, mientras endiosábamos a Messi y Julián Álvarez, el Departamento del Tesoro publicó en su página la letra chica del IGA 1A firmado entre la Argentina y EE.UU. Si todo sale bien, en septiembre de 2023 arribará un paquete de información con la identificación de titulares de cuentas (personas físicas), instituciones financieras, montos brutos de intereses, dividendos y otros ingresos de fuente americana percibidos por residentes argentinos y depositados en cuentas estadounidenses. Todo fue pura gestión Massa (dicho por el diario La Nación).

Caras rotas

Pero si va a tardar tanto en implementarse y países como México aún no lograron obtener nada desde 2014 ¿por qué puede ser relevante? El poder se expresa a través de declaraciones, gestos y acciones concretas. Entre los elogios hechos por el FMI al ministro de Economía (“se han notado significativos avances desde la llegada del ministro”) y este acuerdo que en el corto plazo quizá no sirva de mucho, está claro que en Washington no hay ánimo para embarrar la cancha del país, y en consecuencia de la región (a la que no le faltan crisis).

Esta obra de teatro tiene otras escenas. Por ejemplo, cuando el embajador americano Stanley dijo curiosamente “hagan una coalición ahora y no esperen la elección 2023”. Seguramente no quiso decir un gobierno de coalición, aunque en español sonó a eso. ¿Esto significa que EE.UU. juega a la moderación del debate político? ¿Qué deben pensar entonces los halcones? ¿Serían mal vistos?

Sigamos agregando sucesos sobre la mesa. La (provisoria) renuncia de CFK a presentarse a ningún cargo para 2023, que, por ahora la aleja de la carrera presidencial, ¿no lo aleja también a Macri de esa final ideológica de la Copa del Mundo, como ya comentamos la semana pasada en esta columna? Si la política argentina se modera ¿facilita que la precaria economía no estalle? Si Massa sigue sumando millas en la “aerolínea de los gringos”, ¿cuánto vale el valor agregado del ex presidente en relación con el mundo occidental? ¿No empieza a quedar relativizado?

¿Demasiados planetas se van alineando? ¿Rocca + acuerdo con EE.UU. + elogio del FMI + el consejo del embajador + el renunciamiento de Cristina tienen algo que ver entre sí? Seguramente no, pero al menos suena llamativo. 

La jefa volvió desistir de una nueva movilización popular en su apoyo, que iba a ser con el Grupo de Puebla. Recordemos que ya había desactivado los acampes en la puerta de su casa y la asistencia a Comodoro Py el día de la lectura de su sentencia. La única oportunidad que promovió asistencia masiva fue en el acto de La Plata, el cual tuvo sus particularidades, como ya comentamos en su momento.

Huérfanos. Mientras eso ocurre en las ligas mayores, los coroneles del peronismo se juntaron para ver cómo procesaban la “orfandad” que dejaría Cristina (todo debe ir en potencial, porque de aquí a la inscripción de listas faltan seis meses, una eternidad). Se preguntan ¿y ahora, qué hacemos? Como esa mesa de mandos medios no tiene ningún líder, ni alternativas, ni estrategia por el momento, lo más probable es que no suceda nada que modifique el tablero. Porque una cosa es que Ella no sea candidata y otra muy distinta es que deje de conducir e influir. 

Entre esa desorientación expresada en el CFI y los retos de la jefa en el asado nocturno del martes 6, todo el mundo quedó girando en el aire y cada uno tendrá que procurarse sus propias vituallas. En la reflexión interna de CFK sería: “Al final la que pone el cuerpo y la cara soy yo, ni De Vido va preso, y todos estos quieren que yo sea para seguir comiendo a costa mía. Están demasiado cómodos. ¡Salgan a laburar!”. Sus acólitos deberán poner las barbas en remojo. 

Con tantos dolores de cabeza, los argentinos necesitaríamos tener un mundial así todos los meses. No hace la felicidad, pero calma los nervios.

 

*Consultor político. 

Ex presidente de Asacop.