No será una ceremonia más aunque, en términos de puesta, la 91ª edición de los Oscar hará uno que otro ajuste y seguirá replicándose a sí misma. El galardón por excelencia, que marca el pulso y las aspiraciones de parte de una industria cinematográfica que hoy se siente amenazada e imbuida de incertidumbres, tratará de desplegar este domingo en el Dolby Theatre de Los Angeles su capacidad de reacción ante los tiempos que corren.
La agenda social y política que desfilará por la alfombra roja y se replicará en fugaces apariciones en el escenario acotadas a solo 90 segundos enfrentará el desafío de abogar por la “inclusión y la diversidad”. Una aspiración demasiada vapuleada en el discurso y accionar de Donald Trump y en el de las fuerzas antiderechos que gobiernan o intentan incidir en el Planeta. Campañas como “Oscars so White”, por una mayor inclusión de afroamericanos en las nominaciones y elencos, o el movimiento “Time’s Up” que propicia ampliar la cantidad de directoras –solo cinco han sido nominadas en la historia de los Oscar– se suman a los reclamos de mayor “sensibilidad” por parte de la Academia en temáticas sociales que contrarresten la involución que pueda provocar el actual presidente.
Entre las aspirantes a quedarse con la estatuilla –que este año recupera el diseño original y el esplendor de 1929: mide 34,2 cm, pesa 3,8 kilos y estará bañada en oro de 24 quilates–, varias películas parecen llenar ciertos requisitos. Green Book, Pantera negra (fundamentalmente por sus intenciones) o Roma, fueron seleccionadas por más de 6 mil miembros, en su mayoría hombres y blancos, conscientes de los cuestionamientos y la necesidad de “hacer algo”.
La película del mexicano Alfonso Cuarón, con sus diez nominaciones, podría ser la bisagra de una industria anclada en un pasado “glorioso” y su necesidad de proyectar y proyectarse en distintos escenarios futuros. Roma discurre por la desigualdad, los preconceptos, el sacrificio, en un México donde el 70% de su población originaria sigue viviendo entre la discriminación y la pobreza. De la invisibilidad a la tapa de Vogue, como en un cuento de hadas, Yalitza Aparicio, hija de una empleada doméstica mixteca, pobre y maestra, saltó a la fama y a estar nominada como una de las mejores actrices de Hollywood en 2018.
Difícil hubiera sido imaginar unos pocos años atrás semejante éxito. Roma es un film en blanco y negro, hablado en español y mixteco, con algunos guiños muy mexicanos, de gran belleza visual y ritmo lento. No suele ser el "estilo" de la Academia, salvo en tiempos convulsionados y ríspidos. El muro de Trump es una de las “grietas” que enfrenta hoy la sociedad estadounidense, y los inmigrantes latinos ascendieron en la escala discriminatoria a la posición que supo tener la población negra. El repudio al racismo y a favor de la diversidad serán una parte tan importante de la premiación como la artística.
La apuesta parece arriesgada pero pisa fuerte. Cuarón como director y guionista es de los pocos latinos consagrados en “la meca”, con un Oscar por Gravedad y muchos galardones en su curr{iculum. A Netflix, su prestigio le abre las puertas hacia festivales, premios, reconocimientos. Es una alianza orgánica, tal vez estratégica. La superproducción que se estrenó en su plataforma de streaming y en muy pocas salas comerciales de todo el mundo le facilitó a Netflix sus planes de ser un jugador importante entre los grandes estudios. La incorporación de reconocidos talentos como Scorsese, Soderbergh, los hermanos Wachowski o los Cohen hacen el resto.
La plataforma digital, que cuenta con 150 millones de suscriptores en 190 países, no escamotea en gastos. Ni a la hora de producir ni en las campañas para sus productos. Según The New York Times, el marketing de Roma fue planificado con mucha expertise y vastos recursos. En carteleras, eventos con famosas, lobbies, críticas, viralización en las redes y seguimiento e información a los miembros de la Academia, invirtió 20 millones de dólares. Es probable que sin ellos hoy el Oscar fuera un sueño inconcebible. O quizás mientras algunos construyen muros hay quienes derriban estereotipos.
*Politóloga. Experta en Medios, Contenidos y Comunicación.